Image: El Wagner más erótico llega al Teatro Real con Tannhäuser

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Escenarios

El Wagner más erótico llega al Teatro Real con Tannhäuser

Dirigido por López Cobos, el montaje combina actos de la versiones de París y Dresde

10 marzo, 2009 01:00

Imagen de Tannhäuser,

EFE
Que lo que se oye se parezca a lo que se ve. Esa es la idea de partida de Ian Judge para escenificar el Tannhäuser que el Teatro Real estrena el viernes, por eso arranca con una bacanal muy, muy explícita que, sin embargo, no eclipsa que lo que se escucha son las mejores voces wagnerianas del momento.

El matrimonio que forman el alemán Peter Seiffert y la austríaca Petra María Schnitzer son el héroe y la heroína de este Tannhäuser, producido por Los ángeles Opera y que Jesús López Cobos dirige en una versión musical híbrida, que combina el primer acto de la llamada versión de París -15 minutos más larga-, con el segundo y tercero de la más tradicional de Dresde.

Fue la primera ópera de Wagner que López Cobos dirigió en el Teatro de la ópera de Berlín, hace 38 años, por eso es "como el primer hijo, al que se le tiene un cariño especial, además de ser la única que Wagner reescribió", ha resumido hoy en rueda de prensa el director musical del Real, en presencia de Judge, la pareja protagonista y el director artístico del coliseo, Antonio del Moral.

López Cobos ha detallado que esta versión "pone a prueba a un teatro, a su orquesta, al coro", que se ha ampliado a 85 voces; que han resuelto el problema "carísimo", según del Moral, de las 16 trompas que incluye Wagner con 4 en directo y 12 grabadas; y que han logrado, en definitiva, la "grandiosidad" que la obra requiere.

Voces wagnerianas
Del Moral cree que esta obra romántica, que se monta por tercera vez en el Real, aunque en la primera etapa del teatro se representó 71 veces entre 1890 y 1921, es una de las más "difíciles y endemoniadas" de Richard Wagner por su extensión y exigencia vocal, de ahí el privilegio de contar en esta ocasión con "las mejores voces wagnerianas" para un reparto doble.

Tanhäusser serán, alternativamente, Peter Seiffert y Robert Gambill; Wolfram, Christian Gerhaher y Roman Trekel; Elisabeth, Petra Maria Schnitzer y Edith Haller; y Venus, Lioba Braun y Anna-Katharina Behnke.

En la versión de Dresde de Tannhäuser, Venus es un papel "más bien breve", que canta la misma soprano que hace de Elisabeth, pero en la de París -a la que corresponde el primer acto y escena fundamental del ballet de Venusberg- es más extenso, de ahí que sean distintas cantantes.

Seiffert, que ha cantado esta ópera en todos los grandes teatros del mundo, y Schnitzer, que dice que el papel está "dentro de ella" tras haber representado a Elisabeth otras siete veces, están "felices" de trabajar juntos, aunque, precisan en declaraciones a Efe, cuando están en el escenario su afán es concentrarse en unos papeles tan difíciles.

"En ese momento sólo pienso que estoy con el mejor Tannhäuser del mundo", dice ella, a lo que él responde que muchas veces la sorprende, porque en el escenario es "tan imprevisible" como en la vida real.

Ambos están entusiasmados con el "aura" que tiene el Real, una "energía" que palpan en cualquier lugar, gracias a la conjunción de tan "estupendo" elenco, dirección, orquesta y coro, una "electricidad" que Judge les exige constantemente porque, dice el británico, el espectador se distrae.

Es precisamente la escena del comienzo, montada sobre plataformas giratorias y con distintos niveles de acción, donde el experimentado director de la Royal Shakespeare Company, Ian Judge, ha desplegado toda su "energía" montando la bacanal pautada por Wagner.

Con ayuda de Gottfried Pilz y Mark Doubleday, ha construido un "burdel tremendamente caro", dos plataformas giratorias en las que "atractivos" bailarines, hombres y mujeres, "ataviados" con escuetos tangas, no dejan margen a la imaginación para representar explícitamente el "delirio y frenesí eróticos" que anteceden a la lucha, penitencia y redención que luego vivirá Tannhäuser.

Judge traslada la historia del siglo XII al XIX y sitúa la acción en un elegante salón en el que combatirán la carne y el espíritu.

"El principal reto ha sido dejar que Wagner flote por encima de lo erótico, lo exótico o lo dramático, que lo que se ve en el escenario 'refresque' lo que se está escuchando, que enganche por el pescuezo al espectador y no le deje distraerse ni un momento", advierte Judge.