Con él llegó el escándalo. Claro que, comparado con el desatado el año pasado por Jordi Évole y su documental sobre el carnicero Josu Ternera, la polémica ha sido más suave. Dice José Luis Rebordinos, director del Festival de San Sebastián, que en los tiempos de Franco había censura a posteriori y ahora se censuran las películas antes de verlas.
En este caso, ha sido PACMA, el partido animalista, el que ha pedido al certamen vasco que no proyecte Tardes de soledad, el sentido y brutal homenaje que el muy autoral Albert Serra le ha dedicado al ídolo torero de última hora, el peruano Andrés Roca Rey.
En la rueda de prensa de presentación, Albert Serra se ha referido a las quejas de PACMA o a la manifestación que ha convocado Podemos Euskadi hoy mismo para protestar porque consideran que “romantiza la tauromaquia”.
“Que haga todo el mundo lo que quiera, me parece ridículo atacar las obras de arte porque tocan un tema concreto", opina Albert Serra. "Los cuadros están llenos de imágenes de guerra o de retratos de gente que sabemos que fue mala. ¡Pues que quiten también esos cuadros! La obra de arte tiene que ser testigo de sí misma, y no otra cosa”.
Serra ha explicado que llegó a dirigir Tardes de soledad casi por casualidad. “Me insistía el director del departamento de documental en la Universidad Pompeu Fabra en que colaborara con ellos haciendo un documental y yo le decía que no tenía ningún tema que me interesara", recuerda el director. "Pasaban los años, seguía insistiendo y le dije que podía ser interesante esto de los toros. Tenía admiración por cineastas rusos, chinos, por realidades serias. No había ningún otro tema que me pudiera interesar en realidad”.
Vemos con el máximo detalle esa imagen siempre sobrecogedora del torero enfrentándose a un animal como un toro. “El objetivo de la película era buscar cosas con la cámara que no se ven con los ojos humanos. Buscar y encontrar esta perspectiva y esta atmósfera. Esa pequeña patina de fantasía que tiene la película, por el lado de la realidad, se va reverberando".
“He seguido una metodología igual a las películas de ficción, tres cámaras y autonomía total", continúa Serra. "Fue un proceso de aprendizaje, en las películas de ficción doy indicaciones y aquí ni eso. Fuimos descubriendo cosas, los diálogos de la cuadrilla que acompaña a Roca Rey aparecieron en el montaje”.
Mucha sangre y mucha belleza hay en este trabajo de Serra en el que vemos lo que dice el propio título, una corrida detrás de la otra en distintas plazas, esas “tardes de soledad” en las que Roca Rey, que tiene planta de estrella de Hollywood, se enfrenta al toro “con dos cojones”, como no para de decirle su entorno, que como vemos en el filme se dedica a elogiarlo hasta extremos que casi provocan la risa.
Ha dicho Serra a la prensa: “Al principio la idea era confrontar a dos toreros, el otro era Pablo Aguado. Una especie de vidas paralelas, ambos tienen una personalidad distinta. Luego nos dimos cuenta de que hacer una película de cuatro horas era imposible, al otro material le vamos a dar una visión distinta. Cada corrida es un mundo y la historia de Roca Rey nos daba una estructura más clara, más dramática. A nivel de fotogenia, hay este pequeño misterio personal de Roca Rey".
Esteta nato, Albert Serra ha dirigido algunas de las películas más personales, y bellas, del cine español, desde aquella seminal Honor de cavalleria (2006), adaptación surrealista de El Quijote, pasando por títulos tan celebrados por la crítica, no tanto por el público -que no suele acudir precisamente en masa a sus estrenos-, como La muerte de Luis XIV (2016), Liberté (2019) o Pacifiction (2022), todas ellas presentadas en el Festival de Cannes, donde se le mima.
Quizá por eso Serra se ha hecho tan célebre por sus películas como por sus salidas de tono y su costumbre de decir a quien quiera escucharlo que el cine español (salvo el suyo, claro) es un desastre.
Hipnótica, bellísima, por momentos deslumbrante, uno ve Tardes de soledad, que dura dos horas, deseando que no se acabe nunca. Vemos imágenes del torero en el ruedo, claro, ese Roca Rey “con dos cojones” al que no achantan las cornadas y una y otra vez se levanta cada vez que el toro lo tumba (cosa que pasa con frecuencia). No en vano, como vemos en la película, arrastra heridas que condicionan su vida. Aclamado como Michael Jackson en los 80 por sus fans, es el retrato de un torero y también de una estrella.
Lo más gracioso de la película, sin embargo, no es lo que vemos en la plaza, que impresiona, si no las imágenes de backstage. Esas secuencias en el SUV con su equipo, que como ha quedado dicho lo elogia hasta casi la parodia. O las imágenes en el hotel en la que lo vemos poniéndose el traje de luces en las que casi parece una drag queen preparándose para un show en las fiestas del Orgullo. “La suerte sonríe a los audaces", dice Serra. "Tuvimos la suerte de que los tres miembros de la cuadrilla tuvieran esta poesía innata, increíble, pero es en el montaje cuando la descubro. En esa exageración de los elogios hay esta capa de ironía que está en todas mis películas, casi no se toma en serio a sí misma”.
Ha insistido Serra en que el proyecto llegó casi por imposición: “Nunca había hecho un documental y no es que me apeteciera, pero ya me había comprometido y no podía decir que no. Luego fue muy interesante intentar mantener esta perspectiva pura, inocente. Es un tema de antemano que era controvertido, pero no me afectaba. Buscando cosas raras inéditas, imágenes, momentos. Esa era mi misión”.
Porque asegura que se nota un cierto aprecio por la tauromaquia. Los elementos visuales más interesantes están con toda su viveza. "Hay un poco de humor y de ironía, no se toma tan en serio absolutamente todo", explica Serra. "Hay cosas cómicas en los diálogos. También hay un aprecio por el protagonista. La película no está al servicio de una causa ni de nada más allá que la causa del cine. Si estuvieras escuchando lo que piensa la gente no harías nada. Todos los festivales de todos los países, incluidos los más políticamente correctos como Estados Unidos o Canadá, la han seleccionado en festivales. Es una mirada un poco más antropológica. Cinematográficamente tiene una relevancia”.
Así explica también porque le “resbalan” las críticas: “El tema es circunstancial, no hay que darle más vueltas. El que quiera acercarse sabe que es una película mía y será personal, muy comprometida con el lenguaje del cine y la estética del cine. No hará ninguna concesión a este nivel. El único criterio que primará será éste. Es suficientemente honesta, un retrato complejo y rico como para que cualquiera se pueda acercar”.
Vemos, como es habitual en Serra, un trabajo minucioso de imagen y sonido. “El sonido es una cosa muy importante en la película", comenta el director. "Los modernos micrófonos inalámbricos son una clave. Antes iban con pila y cada 25 minutos tenías que cambiarlo. Ahora tienen una duración de cinco horas. No se podía hacer una película como esta porque nadie tenía cinco horas de micrófonos inalámbricos. Como en todas mis películas hay mucho trabajo de sonido”
“La tecnología digital sobre la imagen es también crucial", añade. "Y no era fácil. Filmar toros es difícil, se mueven, el foco… Es un proceso de aprendizaje para mí y los operadores. Cada operador tenía la obligación de buscar el interés de cada plano. Fue un proceso largo. Cada plaza de toros era un mundo, no siempre tienes las posiciones para filmar”.
Y vemos, claro, en ese retrato cercano las gotas de sudor de Roca Rey y su pánico. “El miedo es algo interesante. Está dentro de nosotros. A veces, para evitar un mal menor a causa del miedo, se hace uno mayor. Es interesante cómo gestionar esto. Nos centramos mucho en las corridas de Madrid. Sevilla, Bilbao… Donde hay más presión, el toro es mayor y más peligroso. Es un poco diferente y el miedo tiene un papel más importante. Y el miedo, saberlo tratar, gestionar, es uno de los grandes temas de la película”.
¿Siente Serra que está filmando un mundo que se acaba? “No siento que esté en decadencia, cuando lo ves desde dentro, con tanta concentración, no piensas en eso. Lo vivía en positivo. Sociológicamente es un debate, pero en el fragor de la batalla esto queda muy aparte de las imágenes".