Después de una infancia y una adolescencia aventurera, por no decir problemática, Alain Delon —que acaba de fallecer a los 88 años— llegó al mundo de la interpretación por accidente, cuando su belleza y su mirada glacial llaman la atención de un cazatalentos en Cannes, adonde había acudido con un amigo. Ese momento dio un vuelco a su vida hasta convertirse en una leyenda del cine europeo.
En 1959, Alain Delon tenía solo 23 años y no era muy conocido aunque ya había rodado cinco películas. Fue A pleno sol, de René Clément, rodada en Italia en aquel verano, la que lo convirtió en un icono.
Basada en la novela El talento de Mr. Ripley de Patricia Highsmith —casi 40 años después, Matt Damon interpretaría el mismo papel que Delon en otra adaptación del libro—, la película cuenta la historia de Tom Ripley (Alain Delon), que es enviado a Italia para convencer al rico Philippe Greenleaf (Maurice Ronet) que regrese a San Francisco para ocuparse del negocio de su padre.
Philippe se niega, pero incluye a Tom en su círculo de fiestas y despilfarro, aunque después se cansa de él y lo deja abandonado al sol durante horas en un bote en alta mar. Como venganza, Tom, que estaba obsesionado con él, con su novia y su opulento tren de vida, urde un plan para matar a Philippe y usurpar su identidad.
Delon quería demostrar que era un gran actor, no solo un actor útil para representar papeles de joven guapo y rebelde. Había algo más en él, unos “ojos metálicos como de aleación sueca”, una “mirada dulce y asesina”, como dijo de él el escritor y guionista Pascal Jardin.
Él lo sabía y, aunque al principio le habían asignado el papel del joven e indolente heredero Philippe, tras leer el guion en el apartamento de René Clément (que le doblaba en edad y ya tenía dos Oscar en su haber), Delon se empeñó en interpretar el papel principal, que estaba destinado a Jacques Charrier (de la misma edad que Delon y entonces casado con Brigitte Bardot).
Su principal argumento: él no podía interpretar a un niño rico y mimado, sino al joven amigo de origen más humilde, bello y de aspecto ingenuo, pero con un fuego en su interior que lo haría capaz de cometer atrocidades.
Allí estaban también los productores, los hermanos Robert y Raymond Hakim, que se escandalizaron por su osadía. Tras una fuerte discusión (“¡Cómo te atreves! ¡Deberías pagar por interpretar el papel que se te ha asignado!” y cosas así, según relata Samuel Blumenfeld en Le Monde), finalmente, gracias a la intercesión de la mujer de Clément, Bella, accedieron a concederle el papel protagonista. Fue la primera demostración de cómo se las gastaba el joven actor.
El rodaje, muy difícil por la abundancia de secuencias marítimas, tuvo lugar en agosto en Italia, en Nápoles, Ischia y Roma. Sus compañeros de reparto son Maurice Ronet, de 32 años, que se quedó con el papel de Philippe Greenleaf y que se convertiría en un gran amigo de Alain Delon de por vida; y la jovencísima Marie Laforêt, de 19 años, que debutó con esta película en el cine y en el futuro se convertiría en una cantante de éxito.
La película, estrenada en cines el 10 de marzo de 1960, fue un éxito, con 2,4 millones de espectadores. El pasaporte definitivo al estrellato para Alain Delon.