Cerrar los ojos es una película de una belleza impresionante. Trata sobre la soledad y el fracaso, la sensación de impotencia y de vergüenza, sobre la dificultad de enfrentarse a un mundo en el que dañamos y somos dañados constantemente.
Cuenta dos soledades, la de Garay (Manolo Solo), un escritor que vive en la pobreza obsesionado con un pasado oscuro. Y sobre un actor desaparecido, Gardel (José Coronado, el único premio para la película como secundario), un tipo misterioso que de la noche a la mañana se convirtió en un fantasma.
En la mejor esencia del cine puro, del cine grande, es una película de fantasmas y de reencuentros, sobre lo inexorable del paso del tiempo y las heridas que pueden curarse por tarde que parezca. Erice dice que su principal meta, al final, es "la emoción".
Fiel a su leyenda excéntrico, el director vasco, que ya tiene 83 años, más que Biden, no se presentó en la gala. Hombre sensible, también tiene su vanidad, como pudimos comprobar cuándo se quejó amargamente de que el Festival de Cannes no lo hubiera incluido en su Sección Oficial.
En general, Erice se prodiga poco, pero es posible que también se oliera que no le darían el premio y haya querido ahorrarse el mal trago.
En una gala que rindió el enésimo homenaje a Pedro Almodóvar y buscó un cierto tono popular de programa de sábado Noche con David Bisbal, Estopa y La chica yeyé, da un poco de pena que el maestro no haya ganado el Goya a la mejor película que merecía.
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No solo por sus méritos pasados, El espíritu de la colmena (1973) y El sur (1983) son insuperables, también porque, sin entrar a valorar las otras candidatas, Cerrar los ojos era sencillamente la mejor.
Además, tampoco la gala tuvo el detalle de brindarle un homenaje cuando si tardan mucho en darle el Goya de Honor, que merece más que nadie, es posible que sea demasiado tarde, o que pase como con Carlos Saura, que no llegó vivo a la ceremonia.
Erice no se presentó ayer en los Goya, pero sí estuvo en el pasado Festival de San Sebastián para recoger el Premio Donostia. Con gafas de sol, pelazo y aires de rockstar más que de anciano, el director dio una lección inolvidable para quienes estuvimos allí.
Su rueda de prensa, más bien una master class, puede verse completa, por cierto, en la web del Festival. Allí dijo cosas como que el arte había muerto en el siglo XX y ante la catástrofe, el cineasta no quiso ser nostálgico pero tampoco vio el mundo actual con entusiasmo: “Sin arte como un proceso de sanación tampoco hay una educación que cumpla con una función social. Vemos que en el sistema de educación falta una pieza fundamental, el arte ha sido el elemento fundador de todas las culturas”. Cuando la realidad le da la razón, hay que preocuparse.