¿Cuál era su relación con Erice antes de trabajar juntos?
No nos conocíamos. Víctor consiguió mi correo electrónico y me escribió para contarme que tenía un tratamiento para una película y que si quería participar. Sus películas forman parte de mi vida de cinéfilo, así que te puedes imaginar lo que supuso para mí esta propuesta.
¿Sabe el motivo que le llevó a pensar en usted?
No le he hecho la pregunta directamente, pero en alguna entrevista ha comentado que tiene en muy alta consideración las películas que he hecho con Urbizu.
¿Cómo fue la rutina del trabajo?
Él vive en Madrid y yo en San Sebastián, así que no hemos trabajado en el mismo espacio. A partir de un dosier bastante sólido del viaje argumental y de los personajes, empecé a escribir y le enviaba escenas. Después, él las retocaba y avanzaba por su lado, me las enviaba a mí y así íbamos escribiendo a cuatro manos. Había zonas que había que construir enteras, otras que había que matizar, investigar, explorar…
¿A nivel personal cómo ha sido la relación con Erice?
Siempre me ha parecido una persona muy directa, muy accesible y, eso sí, muy exigente. Con mucha ironía también. A veces estábamos más de acuerdo y a veces, menos, pero la relación ha ido a favor de obra.
¿De qué trata realmente Cerrar los ojos?
Es una película sobre la memoria, la identidad y las cosas que se quedaron por el camino, también de la propia trayectoria de Víctor. Evidentemente, la muerte del fotoquímico, de un determinado cine clásico y moderno, sobrevuela el filme. Y la muerte de las salas, que se recrea en la escena final.
¿Es el protagonista, Miguel Garay, un trasunto de Erice?
Es un personaje poético, con esa representatividad distante que ofrecen la literatura o el cine. Y, por su profesión, es un personaje que permite a Víctor hablar de cosas cercanas.
¿Como surgió el homenaje a Río Bravo?
No estaba en guion, Ese momento luminoso, que es de los más populares del filme, surgió de la inspiración de Víctor en el rodaje, apoyado en que Manolo Solo canta y tiene un grupo.
¿Se modificó mucho el guion en el rodaje?
Normalmente se modifica, sobre todo cuando tienes un guion de hierro muy detallado, con el que los buenos directores se sienten más libres en caso de contratiempos o de inspiración. El texto se corregía en el propio juego de la escena con los actores, pero siempre de manera natural y racional.
¿El final estaba ya en el tratamiento inicial?
Sí, Víctor lo tenía clarísimo, apenas cambiamos dos o tres palabras. Desde el principio sentí la emoción que quería trasmitir y me sobrecogió. Pocas veces trabajas con un as en la manga como este, con una dirección tan clara.
¿Qué diferencia a Erice de otros directores?
A Erice le caracteriza su mundo particular, el conocimiento del cine clásico y del cine moderno y el valor de lo visual, la posibilidad de trascender a partir de las imágenes y acercar al público a otros territorios del alma.
¿Cómo vivió las presentaciones en Cannes y San Sebastián?
Era mi primera vez en Cannes y lo viví como un provinciano en Disneylandia. El pase fue milagroso. En la escena de la canción el público aplaudió a rabiar, y al final hubo otros siete u ocho minutos de ovación, que hubieran sido el doble si hubiera estado Víctor presente… En San Sebastián lo más emocionante fue la rueda de prensa, que fue un momento catártico.
El filme ocupa la posición 28 en la taquilla española de 2023...
Los productores hubieran preferido el doble, pero para una películas de autor de 169 minutos, con un ritmo tranquilo, creo que son buenos datos. Víctor suele decir que sus filmes no funcionan mal en taquilla, pero lo que las hace objeto de negocio es que perviven en el tiempo.