Se cumplen 100 años del nacimiento de uno de los artistas que con su ternura e inconmensurable vis cómica se convirtió en uno de los actores más queridos del cine español: José Luis Ozores. Y es que ‘Peliche’, como lo llamaban en su entorno, hizo mucho más que despertar la carcajada entre el público, se ganó su cariño.
Ahora Filmoteca Española rinde homenaje a este figura irrepetible de la gran pantalla del país, miembro también de una saga familiar de intérpretes y directores con nombre propio, con una exposición, una iniciativa a la que se suma la plataforma Flixolé con una colección que recorre los títulos con los que el intérprete cautivó al espectador.
La muestra, que reúne fotos de rodajes, objetos personales y correspondencia, la inaugura este domingo en el cine Doré su hija, la también actriz Adriana Ozores, acompañada por Noelia Sastre, responsable de fondos cinematográficos de Filmoteca Española.
Tras la presentación se proyectará El último caballo (Edgar Neville, 1950), una de sus primeros trabajos cinematográficos de José Luis Ozores, una película que resistió la censura franquista y en la que el actor compartió cartel con Fernando Fernán Gómez y Conchita Montes.
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Rodada en las calles de Madrid, Neville muestra con eficacia y naturalidad un retrato de la sociedad del momento y sus problemas, entre ellos el paro o la implacable llegada del capitalismo.
Además de su filmografía, la exposición repasa las aficiones —fotografía, pintura, escritura— de uno de los actores más populares en la España del momento. Nieto, hijo y hermano de cómicos, trabajó junto a sus hermanos Antonio y Mariano en el cine, el teatro, la televisión o en la prensa, con sus viñetas de humor en La Codorniz.
Por otro lado, en FlixOlé pueden verse Esa pareja feliz (Juan A. Bardem y Luis García Berlanga, 1951), El diablo toca la flauta (José María Forqué, 1954) e Historias de la radio (José Luis Sáenz de Heredia, 1955), algunos de los títulos en los que participó Ozores, a menudo representando al español que, en su búsqueda por tener una vida mejor, no paraba de protagonizar tropiezos.
Su gran éxito llegó con Recluta con niño (1955), haciendo de Miguel Cañete, un inocentón que intentaba cuidar de su hermano pequeño mientras hacía la mili, dirigido por Pedro L. Ramírez, que disparó su caché. Le siguieron las no menos populares Los ladrones somos gente honrada (1956), El gafe (1959) o El tigre de Chamberí (1958), haciendo de boxeador por accidente.
A continuación, tendría la oportunidad de debutar como director en Las dos y media y… Veneno (1959), un rol que cedió a su hermano Mariano Ozores antes de comenzar el rodaje. A partir de ese momento, la filmografía de ambos quedaría alegremente sellada: Salto mortal (1962), Alegre juventud (1963) y La hora incógnita (1964).
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La esclerosis múltiple que le diagnosticaron en 1963 truncó su carrera y a partir de ese momento sus apariciones se fueron espaciando. En 1966, cuando estrena Hoy como ayer, su último largometraje, la enfermedad estaba ya muy avanzada.
El año anterior había protagonizado El poder, estrenada el 5 de octubre de 1965 en el teatro Alcázar de Madrid. Joaquín Calvo Sotelo firmó este drama que dirigió Adolfo Marsillach, escrito para Ozores en el papel de Bruno, un maquiavélico príncipe italiano del siglo XVI en silla de ruedas.
Cuando falleció, el 10 de mayo de 1968 a los 45 años, su casa se inundó de telegramas y tarjetas de ciudadanos anónimos, cineastas, políticos y amigos, algunos de los cuales podrán verse en la exposición del cine Doré, que Filmoteca encuadra en las celebraciones de su 70 aniversario.