La directora austríaca Marie Kreutzer (Graz, 1977) creció en un hogar alternativo, donde las horas de televisión estaban limitadas y la saga de películas sobre la emperatriz Sissi, abolidas. Nos reconocía en el Festival de San Sebastián que lo suyo fue una anomalía en un país que ha atestado sus tiendas de souvenirs de imanes, postales y todo tipo de parafernalia de Isabel de Baviera.
Cuando al término del rodaje de su tercera película, We Used to Be Cool (2016), su actriz protagonista, Vicky Krieps, le propuso reencontrarse para arremeter juntas contra la revisión almibarada del mito, su ánimo contestatario se despabiló.
En su retrato de la figura histórica se reivindica a una mujer hastiadísima, hedonista, sexual y política, inasible, de una complejidad que la trilogía de Ernst Marischka nos hurtó. Constreñida por el corsé y una frondosa melena, sus insurrecciones, pequeñas y simbólicas, consisten en encadenar cigarrillos, consumir heroína, negarse el alimento y un tatuaje de un ancla, para cuyo dibujo en el filme Kreutzer prestó su propio hombro. Lejos de escandalizar en su país, La emperatriz rebelde ha sido seleccionada para la carrera de los Oscar. Y la estampa infantilizada de Romy Schneider derribada por una personalidad arisca y poliédrica.
Pregunta. ¿Cuándo fue su primer contacto con el mito de Sissi?
Respuesta. Tenía una imagen de ella muy apegada al cliché, con la cabeza coronada de flores y estrellas, así que cuando empecé mi investigación, ayudada por una amiga historiadora que me recomendó los mejores libros en la inmensidad que se le han dedicado, buscaba encontrar algo que resonara en mí.
P. ¿Y cuáles fueron esas lecturas que la animaron a rodar esta película?
R. Los diarios de sus damas de honor y las cartas que se intercambiaron ella y su marido, Francisco José de Austria, porque las biografías nunca son objetivas y siempre están moldeadas por la época en que se escribieron, así que me interesó más lo que detallaron las personas que vivieron con ella.
P. ¿Qué sorpresas le aguardaban durante el proceso de documentación?
R. Me llamó mucho la atención la cantidad de perspectivas diferentes a cargo de sus biógrafos. Es como si leyeras sobre personas distintas. No hay una sola Elizabeth, del mismo modo que usted me ve de una manera y mi hija, de otra. En ese momento concluí que podía hacer lo que quisiera, porque iba a ser mi interpretación. Pero si me preguntas por hechos concretos, puedo destacarte pequeñísimos actos de rebeldía para recuperar el control. Por ejemplo, el hecho de que se negara a ser retratada y en un momento dado decidiese usar velo, con lo que ya no volvió a exhibir su rostro. Me pareció muy interesante que desapareciera a la vista de los demás.
“Elizabeth de Baviera fue una de las primeras víctimas de la cultura de la celebridad”
P. La película aborda los corsés pero también cómo está constreñida por la mirada de los otros, no solo en su entorno, sino también por los medios. ¿Hasta qué punto ha querido que reflejara nuestro presente?
R. No estaba interesada en rodar una película de época clásica, yo misma no vería una película sobre los hitos biográficos de una emperatriz, sino que entre el material buscaba algún aspecto relevante de la actualidad. Elizabeth fue una de las primeras víctimas de la cultura de la celebridad, porque las expectativas eran muy elevadas y todo el mundo estaba observándola. Los medios no existían tal y como los conocemos y no había redes sociales, pero estaba todo el tiempo expuesta a la opinión pública. Es una situación que ahora todos compartimos, porque mostramos nuestras vidas en redes sociales. Pero para las personas que son famosas implica mucha atención a todas horas. Nunca disfrutan de privacidad ni están a solas. Es una vida penosa, ya que su trabajo pasa a ser a tiempo completo y su imagen deja de pertenecerles, ya que es de dominio público.
P. ¿Hasta qué punto piensa que sus desórdenes alimentarios fueron desencadenados por esa obsesión por la imagen?
R. No lo tengo claro, porque en esa época mantener el peso no era tan importante. La delgadez no era el estándar de belleza. Creo que los tiros van más por el hecho de que lo único que sentía que podía controlar era su propio cuerpo. No tenía espacio para expresarse. Sus movimientos estaban constreñidos por el uso del corsé.
"Las biografías nunca son objetivas y siempre están moldeadas por la época en que se escribieron"
P. Habida cuenta de que siempre hemos reverenciado una imagen de Sissi como una mujer virginal, ¿qué relevante era retratar su deseo sexual?
R. Era importante, pero así y todo, su sexualidad continúa despertando dudas. Estuve hablando de sus relaciones extramatrimoniales con la comisaria del museo de Sissi en Viena. Bajo su parecer, no tuvo romances, porque entonces no existían los anticonceptivos, así que si una mujer se acostaba con un hombre, se arriesgaba a quedarse embarazada. Tenemos la imagen de que en esa época la gente flirteaba todo el tiempo, pero no era tan fácil.
P. ¿Qué hay de la afectuosa relación con sus hijos?
R. En este caso intenté ser fiel a la realidad, porque descubrí que para su tiempo y su estatus aristocrático, era una madre muy cálida. Mantuvo una relación estrecha con ellos, a pesar de que entonces los niños eran educados y criados por otras personas que vivían en palacio.
P. En la película, aparece como una fumadora compulsiva. ¿Es una licencia creativa?
R. Era fumadora, pero no en público, porque les estaba prohibido a las mujeres. En aquel entonces no pensaban en la salud, sino en la elegancia. En una ocasión la vieron fumar en un carruaje y todo el mundo empezó a comentarlo. Conocí esta anécdota y me pareció un acto de rebeldía fantástico.
P. ¿Temió en algún momento despertar controversia entre sus compatriotas?
R. Fui a una escuela alternativa, siempre me he rebelado contra la autoridad, así que si la gente tiene un problema, estaré encantada. Por otro lado, es una película de autor, pero mucha gente que normalmente no escoge este tipo de cine, la está viendo por la figura de Sissi. Me despierta mucha curiosidad sus reacciones.
"La emperatriz Sissi no tenía espacio para expresarse, estaba constreñida por el uso del corsé"
P. La subida icónica de las escaleras junto a sus damas de compañía parece un video de música punk y la banda sonora es obra de la compositora folk-pop francesa Camille. ¿Qué criterios siguió en la imbricación de música contemporánea en la trama?
R. Quería que hubiera punk rock en la película, pero más en la atmósfera, en su insurrección, sus reacciones y sus actos inesperados. No quería servirme de música que fuera demasiado moderna o descarada. Muchas veces se me hace la referencia a la María Antonieta (2006) de Sofia Coppola, pero yo no quería hacer una película de época y luego incorporarle música, sino integrar la música que había estado escuchando mientras escribía el guion. En todos mis procesos de escritura me acompaña siempre una playlist. Las canciones son como compañeras de viaje.
P. ¿Puede profundizar en la inspiración visual y el trabajo a ese respecto con la directora de fotografía Judith Kaufmann?
R. Para mí era importante trabajar con alguien que tuviera una larga experiencia en rodar con película. Hoy en día muchos directores de fotografía no tienen ninguna. Rodar en 35 milímetros resulta muy diferente para el equipo de cámara y de iluminación, porque necesitas más luz. Has de ser muy preciso, porque no puedes dejarlo para la postproducción, como sucede con el material digital. Con el analógico has de tomar las decisiones en el momento. Es estresante en el set, pero al mismo tiempo, también implica que la gente esté más centrada y concentrada, y el ambiente que se genera es bonito.
>>Otro aspecto que quiero destacar es que a mis asistentes les doy mucha libertad, no hay marcas en el suelo, de forma que los actores se mueven a su antojo y si deciden salirse de la escena, adelante. Como consecuencia, todo el equipo ha de estar preparado, así que resulta una experiencia muy intensa y difícil para cámara y sonido. Judith me comentó que para ella había sido duro y exigente, pero muy interesante, por la novedad. Creo que tuvimos una buena dinámica de trabajo, yo soy muy intuitiva y ella, muy perfeccionista, y conseguimos llegar a un equilibrio. Y me encantaba ver a 20 hombres dar un brinco cada vez que ella abría la boca.
"Me encantaba ver a 20 hombres dar un brinco cada vez que Judith Kaufmann, la directora de fotografía, abría la boca"
P. La película se va deslizando hacia la oscuridad, con conversaciones sobre el declive del imperio austrohúngaro. ¿Quería incluir un sesgo político?
R. Sí, porque una amiga historiadora me dijo que Sissi no le gustaba porque no era política, pero descubrí que no era cierto. Estaba muy interesada, pero no se le permitía expresar sus opiniones y ser parte del debate. Eran foros masculinos. Quise mostrar su interés y crear la atmósfera del fin de una era, porque la monarquía no iba a durar mucho más. Ella lo sabía y escribió por ello.
P. ¿Cómo ha vivido el funeral de Isabel II? ¿Lo considera el fin de una era?
R. Ojalá... Hace unos meses me hicieron una entrevista en Austria sobre por qué amábamos tanto a la monarquía. No veo la conexión entre esta película y el Imperio Británico, pero me dije va, venga. Puedo entender la importancia de que en Inglaterra, para las mujeres jóvenes fuera normal que la persona más importante de su nación fuera una mujer. No quiero decir que todo lo que hiciera estuviera bien, ni que no tuviera imperfecciones, pero que ella estuviera allí era algo natural, por eso han tenido tres primeras ministras. Isabel II hizo algo importante: demostrar que una mujer podía ser la jefa de todo.