Goya, el ojo que escucha podría haber sido otro de esos tediosos documentales de arte plagados de expertos analizando y teorizando de forma sesuda sobre las obras de un determinado autor. Sin embargo, José Luis López-Linares ha preferido plantear su acercamiento al pintor de Los fusilamientos desde la placidez del paseo en la mejor de las compañías posibles: el guionista y escritor francés Jean-Claude Carrière, fallecido en febrero de 2021 a los 89 años.
Aquí Carrière, como ya hiciera desde la ficción en películas como Los fantasmas de Goya (Milos Forman, 2006) o Van Gogh, a las puertas de la eternidad (Julian Schnabel, 2018), se dedica a interpretar las obras de uno de los grandes artistas de la Historia desde el diálogo espontáneo y afilado, visitando los lugares que les dan cobijo: el Museo del Prado, La Cartuja de Zaragoza, San Antonio de la Florida… El filme, por tanto, se convierte en un homenaje cruzado al guionista de las últimas obras de Luis Buñuel y al pintor, cuya trayectoría aún sigue plagada de misterios.
López-Linares, que consiguió situar el documental España. La primera globalización entre las 15 películas más vistas de 2021 y que cuenta en su currículum con prestigiosos trabajos como El guardián de la cueva (2018), Altamira, el origen del arte (2018) o El Bosco y el jardín de las delícias (2016), demuestra su sensibilidad y su buen pulso en este emocionante filme, el último en la que participó una leyenda como Carrière.
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Pregunta. Esta semana la Academia anunció que el documental ha sido preseleccionado para competir en los Goya. Una alegría más, que se suma el preestreno en el Louvre, la presentación en Cannes o el gran desempeño en la taquilla francesa. ¿Es la película que le ha proporcionado más satisfacciones?
Respuesta. En Francia ha ido muy bien, desde luego. Ha gustado mucho, sigue en cartelera y es el documental más visto de este año. Veremos qué pasa en España. Salimos con 70 copias y esperamos que funcione. En cualquier caso, cada película es distinta y, de alguna manera, cada una de ellas ofrece diferentes satisfacciones.
P. ¿Cómo surge la idea de poner Jean-Claude Carrière frente a las obras de Goya?
R. Cuando decidimos hacer una película sobre Goya, pensamos que Jean-Claude sería la persona ideal para escribirla, ya que el productor francés tenía una gran amistad con él y, además, yo ya lo conocía de un rodaje hace años. Él nos contestó que no quería escribir, que prefería hablar. Entonces se nos ocurrió que fuera el viaje de Jean-Claude Carrière por los lugares del pintor: Zaragoza, el Museo del Prado, San Antonio de la Florida, el Lázaro Galdiano, Fuendetodos, que es el pueblo donde nació Goya… Jean-Claude improvisaba lo que le sugería cada visita, ya fuera delante de un cuadro o en la cocina de la casa donde nació el pintor. Yo me limité a no molestar, a captar con las cámaras esos momentos de iluminación o inspiración de Jean-Claude.
P. Carrière murió durante el rodaje. ¿Cómo se encontraba?
R. Él estaba con buena salud. Tenía muchísima energía y ánimo, no paraba. Estábamos continuamente grabándole, también en los trenes o autobuses en los que nos desplazamos, y en ningún momento tuvimos la impresión de que sería su último viaje a España y de qué se trataba de su última película. De hecho, tenía en mente más proyectos. Fue estupendo compartir esta experiencia con él porque era muy generoso con sus ideas y compartía todo lo que pensaba. Tenía una curiosidad tremenda, todo le interesaba. Y amaba profundamente España.
P. ¿De la visión que tenía Carrièrre de la obra artística de Goya que es lo que más le sorprendió o lo que cree que es más valioso?
R. Me gusta como dice en un momento de la película, hablando del famoso grabado El sueño de la razón produce monstruos, y citando a Bergamín, que lo contrario de la verdad no es la mentira sino que lo es la razón. Es una reflexión muy interesante. Y también me llama la atención su percepción del tiempo en la pintura de Goya, sobre todo en Los fusilamientos, porque percibe el pasado, el presente y el futuro, convirtiéndolo en un cuadro casi filosófico. No paraba de hacer observaciones interesantes sobre lo que veía gracias a que tenía una enciclopedia en la cabeza y una gran habilidad para conectar ideas, recuerdos y pensamientos. Por eso era tan brillante.
P. En el documental Carrière nos sorprende por su sabiduría, pero también por su ironía…
R. Sí, por su ironía y por la forma en que se expresa. Era un gran actor, y lo demostró en algunas películas. Tenía una manera estupenda de contar las cosas, de una forma muy natural y cercana, sin nada de pedantería o suficiencia. Daba la impresión de que lo que dice se le ocurre en el momento en el que estamos rodando, y creo que realmente era así. Esa naturalidad la he tratado de mantener en la película. En Goya. El ojo que escucha, no hay grandes expertos en pintura que hablen de tecnicismos o que revelen historias y especulaciones. Los misterios que hay en torno a Goya siguen siendo eso, misterios. Pero a mí me gusta recorrerlos, rodearlos, comentarlos, hacer preguntas, aunque no tenga respuestas. Esa cercanía al misterio ya merece la pena. Carriere compartía ese pensamiento.
P. En un momento dado, se establece un paralelismo entre Goya y Buñuel, con el que Carrière escribió Belle de Jour o Ese oscuro objeto de deseo. ¿En que se basa ese paralelismo?
R. Estando en Aragón y hablando de Goya, era inevitable que surgiera la figura de Buñuel, ya que Carrière escribió con él sus últimas películas y fue su amigo durante 20 años. España le traía a su gran amigo a la memoria. Los dos se lo pasaron muy bien escribiendo los guiones de las películas y él además publicó la biografía de Buñuel. Salía en la conversación de manera natural. El amor por España y una enorme curiosidad es lo que unía a Goya, Carrière y Buñuel.
P. ¿Cómo marcó la sordera la visión artística de Goya?
R. Nunca lo podremos saber a ciencia cierta. Lo que he querido contar en la película es que fue muy importante para él, porque fue total y repentina. No fue como la de Buñuel, que era más bien una dureza de oído que sí le permitía escuchar lo que le interesaba. Se conserva un dibujo del alfabeto de signos para sordos hecho por Goya, quizá elaborado para entenderse con alguien o para que algún otro sordo lo aprendiera. Podemos pensar que él tuvo que aprenderlo para comunicarse. Al perder un sentido, normalmente hay otro que lo compensa y en su caso quizá la vista intentó sustituir al oído, y seguramente era capaz de captar cualquier gesto, cambió de expresión o mirada con mayor intensidad. En sus últimos retratos, Goya está atento a cualquier pequeño detalle del rostro. Aunque todo esto son especulaciones, lo que es seguro es que tuvo que afectarle mucho.
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P. La obra de Goya tiene grandes contrastes, podía retratar tanto a la monarquía como a la nobleza pero también se fijaba en el pueblo y realizaba esos dibujos para sí mismo tan expresivos, a veces tétricos…
R. Goya es el pintor que mas escenas de muerte y violencia ha producido. No creo que haya otro artista que haya inmortalizado a tantas personas en el momento de morir. Pero al mismo tiempo podía pintar los retratos más delicados, como los de la Duquesa de Chinchón y tantos otros, y esos niños que pinta con tanta dulzura. Pero la cantidad de violencia que hay en la obra de Goya es extraordinaria. Y después está el misterio de las Pinturas negras: ¿por qué las pintó en las paredes de su casa para convivir con ellas? Es difícil saber por qué lo hizo y no hay ningún testimonio que nos de respuesta, o no lo hemos encontrado todavía. ¿Por qué decidió convivir con esas pesadillas?
P. ¿Goya todavía sirve para explicarnos como país?
R. Sí, pero sobre todo sirve para explicarnos como seres humanos. En una secuencia de la película voy al Rastro y está lleno de sus cuadros más icónicos, ves reproducciones de Las Majas o Los fusilamientos en todo tipo de objetos: ceniceros, grabados, calendarios... Forman parte del acervo cultural y de la vida cotidiana de España. Hay una presencia constante de Goya en marcas, estaciones, calles… Esto quiere decir que lo hemos entendido como el gran narrador de buena parte de nuestra historia, pero también de la humanidad. Quizá por eso es admirado fuera de España. No hace falta ser español para comprenderlo.
P. ¿Fue la despedida de Carrière de Las Majas lo más emocionante del rodaje?
R. Sí, seguro. De hecho, acabamos así el documental. Nos sorprendió durante el rodaje lo divertido que era lo que decía. Al final se despide y dice que ya no sabe si volverán a verse. Fue realmente muy emocionante. Siempre pensamos que volveríamos otra vez al Museo del Prado, de hecho teníamos previsto seguir grabando con Jean-Claude, pero al final no fue así.