El drama de superación ambientado en el mundo del deporte forma parte del imaginario de Hollywood. La historia es conocida, el tipo hundido que encuentra un objetivo vital que le redime en el bésibol (El mejor, 1984), el boxeo (Rocky, 1976) o el fútbol (Quiero ser como Beckham, 2022). Un género muy poco o nada transitado por el cine español, quizá debido al escepticismo inherente a nuestra tradición cultural, como discurren Dani De la Orden y Álex Murrull, directores de 42 segundos.
Ambientada durante los Juegos Olímpicos de Barcelona, ese momento en el que todo cambió no solo para la ciudad, sino también para España. La película cuenta la meteórica mejora del equipo de wáterpolo: al principio vemos a unos chavales desmotivados sin ninguna ambición de ganar un título, pero todo cambia cuando aparece un entrenador croata que los somete a una dura disciplina.
No solo eso. El nuevo entrenador también cambia la composición del equipo, formado originalmente solo por catalanes, y mezcla a estos con los madrileños. Los de Barcelona destacan por su dominio de la técnica; los de Madrid, por su buen estado físico. Los recelos están servidos y los encarnan dos personajes en apariencia muy distintos. Por una parte, el supercampeón Manuel Estiarte (Álvaro Cervantes), un tipo brillante pero incapaz de disfrutar jugando y aislado en sí mismo. En el otro extremo, Pedro García Aguado (Jaime Lorente), un as del waterpolo lastrado por su afición a las drogas. Ambos, sin embargo, acabarán siendo más parecidos de lo que pensaban.
Pregunta: ¿Por qué deciden rodar juntos la película?
Álex Murrull: Era una película complicada y decidimos unir fuerzas. Nos conocemos desde hace tiempo por amigos en común y también nos hacía ilusión rodar juntos. La amistad sobre todo la hemos forjado ahora.
Dani de la Orden: De cara a la financiación para una película grande como esta, simplemente por puro background: veían más viable levantar una película si la dirigía con otra persona. La pregunta era: ¿cuáles eran los mejores elementos para esta historia?. Creo que con dos cabezas y dos visiones se enriquece.
P. ¿Cómo surge contar esta historia?
Murrull: Me impactó mucha esa magia de los Juegos Olímpicos en Barcelona cuando los viví de pequeño. Esa final de waterpolo me marcó. Luego ves que en esa generación de deportistas hay una historia muy interesante. Son historias que hablan de superación, de qué es el éxito… También quisimos hacer un drama deportivo con factura anglosajona, que es un género que no se da mucho. Pero ¿por qué no? Con estos elementos nos fascinó contar la historia de Estiarte y García Aguado. Ni siquiera ha habido películas ambientadas en ese momento.
De la Orden: Es un momento en el que Barcelona se presenta al mundo como un país moderno. Teníamos esa rémora de una etapa anterior: era una carta de presentación para decir que somos modernos y cosmopolitas. Fue también el momento que el turismo explotaba. Además, en la película vemos a un país que seguía siendo muy conservador.
[Dani de la Orden: “No me interesan las críticas que me llaman pijo”]
P. Por un lado está ese Estiarte solipsista, mientras que García Aguado es lo contrario: es incapaz de controlar sus adicciones. ¿Vemos dos maneras muy distintas de reaccionar a un trauma?
De la Orden: Estiarte maneja ese trauma desde la neurosis: los sueños, las pesadillas, el encierro… Se focaliza en la medalla para “ganar algo” cuando en realidad no conseguirá nada. Aguado actúa desde la evasión y el objetivo de olvidar. Queremos enseñar que la fortaleza muscular no es más importante que la mental. Lo vemos en el caso de Simon Biles. Vemos cada vez más deportistas que hablan de lo que implica entrenar para ser un deportista de élite. Hay un sacrificio físico, pero es importante cuidarse la cabeza.
Murrull: Son dos personajes que tienen un trauma que se manifiesta en aquello que tienen en común: jugar al waterpolo. Uno pierde la ilusión porque está obsesionado y se lo toma demasiado en serio, y el otro peca de irresponsabilidad porque abraza su pasión de jugar pero no es capaz de centrarse. Manuel debe aprender de Pedro a soltar y el otro, a centrarse. Se trata de que aprendan el uno del otro. Además, el problema de adicción de Aguado va más allá del 92, o sea, no acaba en la película.
"Este país es una escalera de vecinos muy grande"
P. ¿Por qué en España no hay dramas deportivos de superación?
Murrull: Los americanos llevan esta parte de la superación a un extremo muy pomposo y aquí tenemos un déficit. Cuando alguien destaca, lo señalamos y no cogemos la parte positiva. Queremos hablar de gente que puede inspirar y vemos su lucha. No está cogido con pinzas. Es fácil empatizar.
De la Orden: Tendemos a admirar más la picaresca. El triunfo limpio y sin malicia nos cuesta más verlo. Por alguna razón nuestro héroe es SuperLópez y no Superman. En España triunfar sale caro. Si tienes éxito, en seguida te buscan la espinilla y estás pasado de moda porque pasa tu momento muy rápido. Somos una escalera de vecinos muy grande en algunos aspectos. Nos sale siempre esa mini pullita que no podemos evitar. Quizá también pasa en otros países, pero solo conozco el mío. Cuando vemos una historia de superación, decimos “vaya americanada”.
P. ¿Querían hacer un canto a la concordia con esa reunión de deportistas barceloneses y madrileños?
Murrull: Nos lo preguntan mucho pero nunca fue la intención. Lo que queremos mostrar es cómo unas personas pasan del recelo a la confianza mutua y forman un verdadero equipo. No hemos querido hacer una metáfora política.