En la escena quizá más brutal de Competencia oficial, la nueva película de Mariano Cohn (Buenos aires, 1975) y Gastón Duprat (Buenos Aires, 1969), la directora Lola Cuevas, a la que da vida Penélope Cruz, se carga con una máquina trituradora los galardones de los actores Félix Rivero e Iván Torres, a los que interpretan dos astros del cine hispano como Antonio Banderas y Óscar Martínez, respectivamente. Y el pobre Rivero/Banderas, sufre, y mucho, al ver cómo destrozan su Óscar y sus Goyas. La vanidad, el ego, la lucha sin cuartel por llevarse los aplausos, marcan el tono de esta película sarcástica y chocante en la que hay una “artista conceptual” que utiliza métodos radicales para conseguir lo que quiere y dos hombres, que representan dos maneras totalmente dispares de entender la profesión, dispuestos a todo por ganar el envite.
Dice Mariano Cohn respecto a esa masacre: “Como espectador es muy lindo ver cómo se rompen cosas, además de que se rompan premios, las siguientes roturas también son importantes... Nos gustaba ver el desempeño de esa máquina que nos costó mucho encontrar. Creo que en mi casa no tengo ninguno de los trofeos que me dieron. Los conservan mis productores”. A lo que añade Duprat: “Es una imagen fortísima. Sabemos de casos en el presente, pero también en el pasado, de directores que han violentado situaciones en rodajes. No ha sido tan infrecuente, por ejemplo, enfrentar figuras para sacar mayor rédito o para posicionarse con más poder frente a ellos. Nosotros no creemos que hagan falta esos métodos y estamos lejos de utilizarlos, pero nos interesa ver cómo fluye esa relación de poder. Es un símbolo de otras cosas”.
"En mi casa yo no tengo ningún tipo de trofeo. Los conservan mis productores"
Antes de alcanzar la celebridad mundial, Cohn y Duprat triunfaron en la televisión argentina con programas como Televisión abierta, en los que, según ellos mismos, “cualquiera puede decir lo que quiera gratis”, o diversos documentales como Yo presidente. Su debut en la dirección, El artista (2008), ya avanzaba muchos de los temas que después distinguirán su filmografía, como el valor de la obra de arte o la posición del artista ante el mundo capitalista. En El hombre de allado (2009), su primer gran éxito mundial, una casa de Le Corbusier se convertía en el centro de la disputa entre dos vecinos de distintos estratos sociales y arrasaron con El ciudadano ilustre (2016), en la que narraban el colapso de un escritor argentino laureado con el Nobel (Óscar Martínez) en su regreso a su pequeña ciudad natal de provincias. Mi obra maestra (2018), dirigida por Duprat y producida por Cohn, nos adentraba de nuevo en el mundo del arte contemporáneo.
En Competencia oficial, los ensayos para una película con tintes bíblicos –trata el mito de Caín y Abel en la España de posguerra– se convierten en el campo de batalla entre esos dos intérpretes muy distintos, por una parte Rivero/Banderas, una estrella internacional con casa en Saint-Tropez y muchos millones; por el otro, Iván Torres (Martínez), un actor de teatro purista que considera que la industria audiovisual está echada a perder porque se ha vendido al entretenimiento banal. “Un rodaje es una situación de mucha fragilidad que depende de la relación humana entre las partes y la confianza –explica Duprat–. Es un momento delicado, los actores están en manos de un director que puede tener gran nombre pero estar haciendo un desastre”.
Asuntos incómodos
"Un rodaje es una situación de mucha fragilidad que depende de la relación humana"
Por una parte, la lucha sin cuartel entre los astros. Por la otra, la búsqueda de la excelencia artística al precio que sea. “Vemos a dos actores opuestos, de método, de manera de pensar, de intelecto, que te permiten acceder a la cocina de cómo es el momento de la creación actoral –precisa Cohn–. En las películas siempre ves a los actores interpretando pero nunca cómo hacen para llorar, cómo hacen para decir el mismo texto con tres tonalidades diferentes”. Le secunda Duprat: “Ver trabajar a los actores buenos me produce muchísimo placer”. Pero, ¿tienen una visión pesimista del ser humano? Para Cohn no hay una idea preconcebida: “Reflejamos algo que existe. Lo vemos a diario”. Remata Cohn: “Para mí Competencia oficial tiene que ver más con el tema que con la condición humana. Reflejamos universos que nos son muy propios, como es hacer una película. Tratamos de construirla desde la incomodidad que tiene uno cuando se sumerge en estos temas, es algo que no tengo que impostar. Cuando quieres hacer un buen retrato de algo tienes que tratar asuntos embarazosos”.