¿De qué va La abuela? A su paso por el último Festival de San Sebastián, muchos se preguntaban lo mismo a la salida de la proyección. Sin duda, sus imágenes son hipnóticas y altamente sugerentes pero el misterio sigue ahí. Cineasta con una distinguida trayectoria, creador junto a Jaume Balagueró del universo de REC (2007) que cambió y modernizó de manera drástica el cine de terror en nuestro país, Paco Plaza (Valencia, 1973) da un salto sin red al adentrarse en un terreno desconocido en su filmografía como es el cine de autor.
Con guión de Carlos Vermut, autor de películas tan radicales como Magical Girl (2014), se trata de unir dos mundos y también se diría dos talentos muy distintos, el dominio de Plaza de los mecanismos del género, que brilla en todo su esplendor en la magnífica Verónica (2017), con la capacidad de Vermut para adentrarse en los terrenos del subconsciente.
La trama, mínima, arranca en París, donde Susana (Almudena Amor) triunfa como modelo de pasarela y publicitaria. Todo va de fábula, en una noche loca conoce a un prestigioso fotógrafo que la convoca al día siguiente en su estudio. Pero la cosa se tuerce cuando la llaman desde un hospital de Madrid para decirle que su abuela Pilar (Vera Vádez) ha sufrido un derrame cerebral. De regreso en la ciudad en la que creció después de quedarse huérfana, se instala con ella en el viejo y señorial apartamento y comienzan a pasar cosas raras aunque no está muy claro si son alucinaciones. La huella de Polanski es evidente en casi todos los planos de la película, maestro del terror psicológico, esa Susana nos recuerda de manera inmediata a grandes torturadas del maestro polaco como la Catherine Deneuve de Repulsión (1965) o la Mia Farrow de La semilla del diablo (1969).
Como ha explicado el propio Paco Plaza, el terror de La abuela es “la vejez”. Entre una vida de fábula en París plagada de elogios y la mala conciencia por querer abandonar a su abuela en un geriátrico, Susana se enfrenta a un dilema muy contemporáneo como escoger entre su carrera o cuidar de la persona que la quiso y arropó en su infancia. Escogiendo a una modelo como protagonista, emblema no solo de la juventud y la belleza, también de la propia sociedad occidental capitalista, el contraste resulta más evidente y demoledor, ya que la presencia de esa abuela moribunda que se hace sus necesidades encima la enfrenta a su propia mortandad. Y mientras la protagonista sufre por estarse volviendo loca, algunas escenas del pasado parecen revivir en el presente como espectros sepultados pero que de alguna manera ansían ser liberados.
Esta es la explicación del director, yo vi otra película en la que la abuela era la mala y la protagonista revivía un pasado de abusos. No creo que exista, y esta es una de las condiciones de determinadas obras de arte, una sola forma de entender o interpretar una película que al apelar a nuestro subconsciente tiene la capacidad de revivir emociones profundas en cada espectador. Enigmática casi siempre, dotada de una extraña belleza, me imagino que totalmente sorprendente para quienes esperen de una película de terror que dé miedo y esté todo claro desde el principio, La abuela da fe del poder del cine para remover los aspectos más oscuros y ocultos de nuestra mente.