Seleccionado por el propio Ingmar Bergman para adaptar sus memorias de infancia, el danés Bille August (Brede, Dinamarca, 1948) ganó su segunda Palma de Oro en Cannes con la bellísima Las mejores intenciones (1992). La primera fue con Pelle el conquistador (1988), adaptación de una novela de Martin Andersen por la que también ganó el Óscar a la mejor película extranjera. Director “literario”, August también ha dirigido La casa de los espíritus (1993), inspirada en la obra de Isabel Allende, y en su penúltimo largometraje, Per el afortunado (2018), trasladaba a la pantalla la saga del Premio Nobel Henrik Pontoppidan.
En El pacto revisita la figura de Karen Blixen, también conocida por su pseudónimo, Isak Dinesen. Su celebridad se debe en gran parte a Memorias de África (1986), la muy exitosa película de Sidney Pollack en la que Meryl Streep interpretaba a la baronesa. En el filme de August, la escritora tiene setenta años, ha regresado de su “granja en África al pie de las colinas” y domina la escena cultural de Copenhague. Enferma de sífilis y hambrienta de amor, entabla una ambigua relación con el joven poeta Thorkild Bjørnvig, al que pretende separar a toda costa de su mujer, en parte porque está enamorada pero también porque piensa que el matrimonio burgués es incompatible con la excelencia literaria.
Pregunta. ¿Es Karen Blixen en el filme un hada madrina que abre los ojos de su protegido o una manipuladora desalmada?
Respuesta. Es fascinante observar lo que pasa entre estas dos personas. Es fácil comprender por qué el poeta se queda fascinado cuando esta mujer carismática que tiene fama mundial le ofrece su ayuda a cambio de que se mude con ella a su casa. Al mismo tiempo, Blixen está enfermade sífilis, por lo cual no puede tener relaciones sexuales pero de alguna manera se enamora y lo necesita. Esta relación de dependencia mutua me parece muy interesante. Y luego vemos cómo todo se sale del control porque es insostenible.
P. ¿Aunaba Blixen el talento literario con la gloria mundana al estilo de otros escritores como Capote o Mailer?
R. Era una mujer muy inteligente y también excéntrica. Viajaba a Hollywood, era amiga de Marilyn Monroe y le gustaba llamar la atención. En la época de la película era la indiscutible reina de Copenhague. A su vez, seguía teniendo una sexualidad muy acusada a los setenta. Creo que su problema es que al no poder tener relaciones por culpa de la sífilis trataba de reproducirlas a través de otras personas. Por eso intenta convencer a Thorkild de que tenga una amante. El problema es que no calcula las consecuencias y al final quien acaba perdiendo es él.
P. ¿La búsqueda de la perfección artística conlleva la renuncia a una “vida normal”?
R. Blixen pensaba eso y, aunque no estoy de acuerdo, quiero exponer su punto de vista con respeto. Es cierto que cuando eres un narrador debes profundizar mucho en los personajes y de alguna manera te olvidas de la vida que llevas con tu familia. Esa devoción es necesaria para que realices algo de gran calidad. Por supuesto, el amor es lo que le da sentido a nuestras vidas, pero también la creación por lo que lo mejor es encontrar un equilibrio. Yo pienso que es posible tener una buena vida privada y alcanzar la excelencia en el arte.
Tras los pasos de Bergman
P. Martin Andersen Nexø escribió cuatro tomos sobre Pelle y usted adaptó el primero so-bre su infancia. ¿Ha pensado encontinuar con la saga?
R. El primer libro es el mejor. Es el que está más cercade la propia vida del escritor y el que tiene más autenticidad. Siempre me ha conmovido mucho la relación con el padre, está descrita con detalles preciosos y de manera muy honesta. Las otras partes son más ficción y me parecen menos interesantes.
P. Recientemente, el documental Bergman, su gran año (Jane Magnusson, 2018) ofrecía una imagen agridulce del cineasta. ¿Qué recuerdo tienede su colaboración?
R. No he visto el documental. Ingmar es uno de los grandes directores de todos los tiempos. Es un maestro a la hora de reflejar ese espacio a medio camino entre la realidad y la ensoñación. Es algo en lo que muchos directores fracasan y él en cambio lo lograba de una manera muy bella y sencilla. Desde un punto de vista personal, mi relación con él fue maravillosa y aún lo echo de menos. Estuvimos en contacto durante muchos años. Unas semanas antes de su muerte, me llamó, estaba confundido pero me dijo que le había gustado Las mejores intenciones y ese es uno de los recuerdos más importantes de mi vida.