14 películas en 30 años de carrera, más otras dos que tiene ya en el horno -Veneciafrenia, que se presenta este año en Sitges, y El cuarto pasajero, actualmente en posproducción-, más un buen número de cortometrajes, un documental a mayor gloria de Lionel Messi y dos series de televisión -Plutón BRB Nero (TVE) y 30 monedas (HBO), de la que prepara su segunda temporada-, convierten a Álex de la Iglesia en uno de los directores más prolíficos de nuestra cinematografía. Por esta razón, la retrospectiva que ahora le dedica Filmoteca Española, Tragedias grotescas, comedias diabólicas, se presenta como un inagotable festival de risas, emoción, sustos, suspense e imaginación desatada que se prolonga durante dos meses en el Cine Doré, desde el pasado 1 de septiembre hasta finales de octubre.
Este jueves, el programa tiene uno de sus platos más suculentos, ya que la proyección de su primer corto, Mirindas asesinas (1991), y de su primer largometraje, Acción Mutante (1993), será presentada por el propio director, que volverá al cine Doré el día 24 para dar el pistoletazo de salida a la nueva temporada de la Sala:B, con una doble sesión compuesta por el spaghetti western Los compañeros (Sergio Corbucci, 1970) y una explotation de Mad Max titulada El exterminador de la carretera (Giuliano Carnimeo, 1980). Otras proyecciones serán presentadas por algunos de sus colaboradores más íntimos, como Carlos Areces y Carolina Bang (Balada triste de trompeta, 22 de septiembre), Santiago Segura (El día de la bestia, 23 de septiembre), Leonor Watling (Los crímenes de Oxford, 25 de septiembre) o Emilio Gutiérrez Caba (La comunidad, 28 de septiembre).
Según Carlos Reviriego, director de programación de la Filmoteca, “probablemente ningún otro cineasta español, al menos de su generación, teje en su cine tantos hilos conductores, capaces de llevarnos al tono sainetero de La Codorniz y sus derivadas azconianas hasta los tebeos de Tintín, la parrilla de TVE de los años sesenta, los seriales sci-fi y los eurowesterns, pasando por mundos tragicómicos en el que caben Thomas de Quincey, Billy Wilder, Alfred Hitchcock, George Lucas, el cine del destape y la 13, Rue del Percebe”.
La fórmula mágica del director bilbaíno ha seducido una y otra vez al gran público, que en varias ocasiones ha convertido alguna de sus películas en las más taquillera del año -como ocurrió con La comunidad (2000), Los crímenes de Oxford (2008) y Perfectos desconocidos (2017)-, pero también ha experimentado De la Iglesia los halagos de la cinefilia más selecta, como cuando recibió el premio a la mejor dirección en el festival de Venecia por Balada triste de trompeta. Entre sus múltiples facetas, desde presidir la Academia de Cine durante cerca de dos años, a desarrollar historietas o publicar un par de novelas (Payasos en la lavadora y Recuérdame que te odie), habría que destacar además su buen ojo para detectar el talento entre los más jóvenes, pues desde su productora Pokeepsie Films ha auspiciado las primeras películas de talentos como Esteban Roel y Juan Fernando Andrés (Musarañas), Zoe Berriatúa (Los héroes del mal) o Eduardo Casanova (Pieles).
De Loquilandia a Mandy
De la amplitud de sus referencias, tejidas en un estilo propio absolutamente reconocible, da buena cuenta otro de los apartados de esta retrospectiva, el ciclo que en homenaje al maestro del suspense Alfred Hitchcock se titula Álex de la Iglesia presenta… “Definirse a través de obras maestras es pretencioso y falso: pocos se atreven a reconocer que lo perverso o estúpido forma parte de su educación”, escribe De la Iglesia en el programa del ciclo. “He seleccionado unas cuantas [películas] que me enloquecen. El criterio de legitimación es el impacto o la erosión que provocan en mi cerebro, porque de eso se trata, de no ser el mismo tras la proyección”. Los filmes que conforman la selección son El proceso (Orson Welles, 1962), El quimérico inquilino (Roman Polanski, 1976), Fausto (F. W. Murnau, 1926), Habitación para cuatro (Mario Monicelli, 1975), Inocencia y juventud (Alfred Hitchcock, 1937), La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974), Loquilandia (H. C. Potter Ray, 1941), Los productores (Mel Brooks, 1967) y Mandy (Panos Cosmatos, 2018).
En cualquier caso, aunque entre estas películas no haya ninguna referencia española, es obvio que el cine de De la Iglesia conecta con la tradición española, tanto literaria como cinematográfica. “Los intereses y el discurso cinematográfico de Álex de la Iglesia están férreamente anclados en la concepción numantina, en el retrato identitario de una comunidad, un país, que perpetúa todo un legado costumbrista, caricaturesco, satírico y, más allá de modas y tendencias (de las que su cine ha sido generador sin quererlo, por más que pueda pesarle), un subtexto profundamente político”, explica Reviriego. “Su lúdico escapismo, su cine siempre en fuga, no escapa sin embargo nunca de nuestra Historia y sus prisiones, de lo que somos. Ni quiere hacerlo. Es su fuerza motriz”.
Por último, el 6 de octubre, bajo el título Álex de la Iglesia. Del cine como una de las bellas artes se inaugurará en la sede de Filmoteca (calle Magdalena, 10) una amplia exposición con numerosos materiales, que van desde diseños propios, storyboards y guiones a cartelería, planes de rodaje y productos de merchandising, para conocer los procesos creativos de sus filmes.