Desde hace un mes, Mohamed Mellali y Valero Escolar, unos humildes fontaneros de Barcelona, han entrado a formar parte de un selecto grupo de leyendas del cine en el que encontramos, por ejemplo, a Victor Mature, Ernest Borgine, Gene Kelly o Michel Picolli. Es lo que ocurre cuando ganas ex aequo el premio al mejor actor de Locarno, uno de los festivales más prestigiosos del mundo. Y lo han hecho interpretándose a ellos mismos en la tercera película de Neus Ballús (Mollet del Vallès, 1980), Seis días corrientes, en la que la directora vuelve a mezclar herramientas del documental y de la ficción, como ya hiciera en La plaga (2013) y en El viaje de Marta (2019). “Locarno ha reafirmado con creces la idea, muy presente en la película, de que nuestro día a día, nuestra vida cotidiana, es extraordinaria”, comenta Ballús.
En Seis días corrientes, nos propone un viaje cómico y surrealista de seis jornadas laborales acompañando a Moha y Valero –también a Pep Sarrà, otro fontanero a punto de jubilarse– por un periplo de reparaciones de tuberías, grifos y aires acondicionados que acaba convirtiéndose en un canto a la empatía y a la convivencia. Tras triunfar en Locarno, donde se hizo con el premio Europas Cinemas Label y una mención especial del jurado joven, la película se proyecta estos días en el Festival de Toronto y competirá en la sección oficial de la Seminci de Valladolid.
Pregunta. ¿Cómo están lidiando Moha y Valero con el éxito como actores?
Respuesta. La semana posterior al premio estaban en estado de shock. Y es normal porque no deja de ser una decisión muy singular del jurado, aunque Locarno sea un festival que premia el riesgo y la capacidad de innovar. Ahora mismo están debatiéndose entre la ilusión de ser reconocidos y la aceptación de que en realidad ellos no son actores. En algún momento tendrán que bajar de la nube en la que se encuentran.
“Sabía que estaba arriesgando al hacer una comedia con elementos de la realidad. No lo había visto antes”
P. Lo que arde, Liberté, Destello bravío, El año del descubrimiento o Seis días corrientes cuentan con actores no profesionales. ¿Es la clave de sus respectivos éxitos?
R. Como cineasta, el uso de no actores o de personajes reales te obliga a modificar el lenguaje. No puedes hacer la película que a nivel estético hubieses soñado, sino que montas un dispositivo para que ellos brillen. Es una lección de humildad porque las cosas no se dan como tú quieres, sino que van sucediendo y tienes que estar abierto a la realidad. Pero creo que permite que el espectador se identifique más con lo que estás contando.
P. ¿Por qué se interesó por el mundo de la fontanería?
R. El compañero de mi madre es fontanero y siempre nos contaba anécdotas de su día a día que hablaban de pequeños prejuicios relacionados con las clases sociales, el género o la edad, que se activan cuando nos vemos obligados a relacionarnos con desconocidos. Los fontaneros son casi antropólogos de cómo viven los demás en sus hogares.
Casting salvaje
P. ¿Dónde encontró a los protagonistas?
R. Me gusta hacer castings salvajes, que significa ir al lugar donde están las personas que te interesan. Llegué a un acuerdo con la Escuela de Instaladores del Gremio de Barcelona para asistir a las clases de fontanería y observar allí a la gente. Vi a más de 1.000 personas y a los que me gustaban los invitaba a un encuentro filmado, y así conocí a Valero y a Moha.
P. Su cine apuesta por la empatía, vemos lo que ocurre cuando miramos al otro y nos reconocemos en él…
R. En un proyecto como este, sea ficción o no, hay una convivencia tan profunda con los personajes que al final no los puedo juzgar y acabo por entender su posicionamiento, aunque no esté de acuerdo. Además, es más interesante para el espectador no decirle lo que tiene que pensar, aunque haya un cuestionamiento político o ideológico, de comportamiento ético. Básicamente me interesa meterme en la cabeza de la gente y no he encontrado mejor forma de hacerlo que observándolos y trabajando muy cerca de ellos a través del cine.
P. La terna de fontaneros está conformada por un catalán de rancio abolengo, un charnego y un inmigrante marroquí. ¿Buscaba la fricción identitaria?
R. La película es un retrato de cómo está formada socialmente Cataluña, sobre todo la periferia de Barcelona, que es el espacio que retrata. Me hubiera parecido poco preciso hacerlo de otra manera. He tenido la voluntad de incorporar todos los idiomas y todas las formas de pensar que he visto a mi alrededor. Los personajes representan tres realidades socioculturales y económicas que conviven. Y justamente la película habla de la convivencia.
P. ¿El filme se puede entender también como una indagación en la masculinidad?
R. La fontanería es un mundo super masculinizado y, como feminista, me costó admitir que iba a hacer una película que no pasaría ni el Test de Bechdel, pero siento que tengo el derecho de hablar como cineasta de este tema. Como mujer he intentado entender algunos patrones de la masculinidad que no comparto, como ese trato jerárquico tan duro en el trabajo. Pero también he querido llegar a la vulnerabilidad que todos tenemos, independientemente del género.
“Quería retratar cómo está formada socialmente Cataluña, sobre todo la periferia de Barcelona”
P. La mezcla de ficción y documental suele enfocarse hacia el drama, pero aquí nos encontramos con una comedia. ¿Le costó encontrar el tono?
R. Quería explorar el tema desde cierta ligereza, porque venía de dos películas con un contenido muy denso y dramático y eso como persona te acaba afectando. Durante los dos años que estuvimos ensayando con los actores mi leitmotiv era “vamos a pasarlo bien”. En cualquier caso, sabía que estaba arriesgando al intentar hacer una comedia con elementos de la realidad, porque es un formato que no había visto antes. La comedia normalmente está muy construida a partir del diálogo, del lenguaje, de la interpretación… Yo me apoyé en el casting, eligiendo a un trío que por su diversidad ya genera cierta comedia y a una persona como Valero, con un gran potencial humorístico, y promoví el choque entre ellos a través de situaciones de rodaje.
Talento femenino
P. En Barcelona hay un boom de talento femenino en el cine: Carla Simón, Belén Funes, Elena Martín, Clara Roquet, Julia de Paz Solvas…
R. Tiene que ver con que existan escuelas de cine y estudios específicos en universidades. Antes la gente se autoformaba, trabajaba en rodajes, con otros directores… Y quizá se perpetuaba la idea de que solo los hombres podían liderar proyectos. Pero nosotras somos una generación que ha estudiado en la Pompeu Fabra o en la ESCAC y ahí si hay una paridad en cuanto a alumnos matriculados. En cualquier caso, dentro de la industria todavía no hay una situación igualitaria, sobre todo en cuanto a lo que cobramos o al dinero que podemos conseguir para un proyecto, pero en los festivales se premia la originalidad o la novedad y esto sí lo estamos aportando.
Toronto, con acento español
Seis días corrientes no es la única película española que podrá verse en Toronto, festival en el que no hay jurado pero sí Premio del Público y de la Crítica. Este último ya lo ganó Manuel Martín Cuenca con El autor (2017), y ahora regresa a Canadá para mostrar por primera vez su nuevo filme, La hija, en el que repite con Javier Gutiérrez como protagonista. El actor interpreta a un educador de un centro de menores que decide cambiarla vida de una joven de quince años (Irene Virguez) que se acaba de quedar embarazada, por lo que le propone que se vaya a vivir con él y con su mujer (Patricia López Arnaiz). La única condición a cambio es que acepte entregarles al bebé que lleva en sus entrañas.
El otro español en liza es Juanjo Giménez, que estrena su segundo largometraje, Tres, después de haber optado al Óscar en 2017 por su corto Timecode, ganador de la Palma de Oro en Cannes. Protagonizada por Marta Nieto, la película cuenta la historia de una diseñadora de sonido adicta al trabajo que empieza a desincronizarse: su cerebro comienza a procesar el sonido más tarde que las imágenes. Las tres películas españolas competirán en la principal sección del festival, Contemporary World Cinema.
En otras secciones tendrán lugar las premieres mundiales de filmes como Dear Evan Hansen, adaptación del musical de Sthepen Levinson ganador de seis premios Tony; Belfast, historia de iniciación ambientada en la Irlanda del Norte de 1960 dirigida por Kenneth Brannagh; Jagged, el esperado documental sobre la estrella del pop Alanis Morissette, y The Eyes of Tammy Faye, película de Michael Showalter en la que Jessica Chastain interpreta a la televangelista Tammy Faye Bakker. Además, se podrá ver lo mejor de las secciones oficiales de festivales como Cannes o Venecia.