Si en la reciente gala de hace un par de meses los Globos de Oro ya vivieron su edición más desnaturalizada, cambiando el tradicional y distendido banquete por un formato donde las protagonistas fueron las pantallas, la edición de 2022 se enfrenta a un reto mucho más complejo. Y es que es posible que ni siquiera tenga lugar, rompiendo así una tradición vigente desde 1944. El motivo es la decisión de la cadena televisiva estadounidense NBC, habitual retransmisora de la gala, de no emitir el año que viene la ceremonia, escudándose en la avalancha de críticas contra la organización de los prestigiosos premios por su falta de diversidad y transparencia.
Las acusaciones de racismo, sexismo y prácticas cuestionables no son nuevas en el seno de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA), un grupo de unos 90 periodistas que integran el jurado, en su mayoría corresponsales de reputados medios internacionales, pero también un puñado de personalidades con escasa o desconocida actividad periodística y con intereses de otra índole. Desde hace años, la industria hollywoodiense, que a regañadientes ha aceptado adoptar un papel más inclusivo (como ejemplo, este año ha ganado el Óscar a Mejor Dirección la segunda mujer en su casi centenaria historia), viene mirando de reojo las reiteradas críticas hacia la HFPA por motivos como la falta de atención prestada en sus listas a intérpretes negros o pertenecientes a minorías.
Una enmienda insuficiente
En este contexto, la organización presentó la semana pasada una serie de reformas destinadas a impulsar la inclusión y la representatividad, como afirmó su presidente Ali Sar. "Debido a que entendemos la urgencia y el desafío de la transparencia, actualizaremos continuamente a nuestros miembros a medida que avanzamos para hacer que nuestra organización sea más inclusiva y diversa". Entre estos cambios se encuentran un aumento del 50% en sus integrantes durante los próximos 18 meses, incluyendo más periodistas negros, así como la reforma del opaco y restrictivo sistema que rige las admisiones.
No obstante, parece que el calado y los tempos de estas modificaciones no satisfacen a un sector al que se han ido sumando voces críticas, a veces tan elocuentes como la del actor Tom Cruise, que ayer remitió a la asociación una caja con los tres galardones obtenidos a los largo de los años en señal de protesta. En cuanto a la NBC, aseguró en un comunicado que pese a creer que "la HFPA está comprometida con una reforma significativa, n cambio de esta magnitud requiere tiempo y trabajo, y creemos firmemente que la HFPA necesita tiempo para hacerlo bien. De modo tal que NBC no transmitirá los Globos de Oro 2022, aunque conservamos esperanzas de transmitir el show en enero de 2023", supeditando esta decisión al avance e las reformas.
La industria da la espalda
A este varapalo para los Globos de Oro, cuya financiación depende en gran medida de los derechos de retransmisión de la ceremonia —hasta el punto de que algunos observadores de la industria del entretenimiento temen que el certamen no pueda sobreponerse—, se une el boicot por parte de gigantes del sector audiovisual, tanto tradicionales como del pujante mundo del streaming. Ted Sarandos, director ejecutivo de contenido de Netflix, envió una carta el jueves a la HPFA en la que anunciaba el final de toda actividad con la organización “hasta que no se produzcan cambios más significativos”. A esa iniciativa, que había iniciado una coalición de más de 100 agencias de publicidad y relaciones públicas, se sumó el viernes Amazon Studios.
Por su parte, el gigante Warner Bros dirigió una carta a Ali Sar el lunes quejándose de que la agenda de reformas de la HFPA no iba "suficientemente lejos" y aseguraba que, hasta nuevo aviso, las filiales de cine y televisión de Warner "se abstendrán de cualquier interacción directa" con la organización. "Somos muy conscientes de la energía que tuvimos que invertir para conseguir ruedas de prensa para artistas y creadores negros que indudablemente ofrecían obras de valor, a menudo olvidadas en sus nominaciones y premios". Además la compañía alude a "conferencias de prensa en las que nuestros artistas se han enfrentado a problemas racistas, sexistas y homofóbicos, y a peticiones favores especiales y solicitudes poco profesionales a nuestros equipos y a otras personas de la industria".
Incluso entre los intérpretes se empiezan a escuchar voces de queja, como la de Scarlett Johansson, que en la línea de lo dicho por Warner Bros ha recordado que varios miembros de la asociación han recibido denuncias por discriminación y acoso sexual y ha asegurado que durante años se negó a participar en las ruedas de prensa de la HFPA por "preguntas y comentarios sexistas que rayan en el acoso sexual". También el actor Mark Ruffalo ha afirmado que no podía sentirse "plenamente orgulloso ni feliz" por el premio recibido en febrero, que le otorgó una organización "con una cultura del secretismo y la exclusión".