La dinámica escénica del Othello que el tándem integrado por Marta Pazos y Fernando Epelde llevará a La Abadía –a partir del 13 de mayo– está sometido a las leyes del movimiento de Newton. Inercia, aceleración y acción-reacción son los estados que mejor definen el proceso que, Pazos en la dirección y Epelde en la adaptación (colaboración que ha tenido sus frutos en A amnesia de Clío, Hemos venido a darlo todo y Garage), convierte este shakespeare en una plataforma de la modernidad más radical. Porque el motivo de la elección de esta obra es un “enfado” de las mujeres que integran la compañía Voadora. El trato recibido por los personajes femeninos ha hecho que Pazos y Epelde hayan desatado una auténtica tormenta sobre el texto original, que ha culminado en un diálogo capaz de reflexionar, desde la comedia, sobre el género (o a la ausencia de él), el racismo y la violencia.

“El tratamiento grotesco del texto y la interpretación impactan como un ariete. Todo lo que creías estable e imperecedero se desmorona como un castillo de naipes –explica Pazos a El Cultural–. Justo como acontece en la obra. Yo quería que el punto de vista fuera a través del espacio íntimo de las mujeres y que el tono estuviera cerca de la comedia. El embate era muy complejo. Estamos ante una obra que pone muchos temas encima de la mesa. La islamofobia, el estatus y el rango, la violencia machista, la posverdad, la manipulación…

“El tratamiento grotesco del texto y la interpretación impactan como un ariete. Todo lo que creías estable e imperecedero se desmorona como un castillo de naipes". Marta Pazos

El tejido del montaje está compuesto por fibras estéticas de artistas como Ana Mendieta, Vanessa Beecroft, Christo, Artemisia Gentileschi, Claes Olderburg, Maurizio Cattelan, Ulrich Seidl y de escritoras como Brigitte Vasallo. Además, fiel a las leyes del movimiento, este Othello se asienta en la danza como un sólido pilar de lo que Pazos considera un todo escénico: “La coreógrafa María Cabeza de Vaca afirma que el cuerpo es una caja de resonancia de la vida. Palabra y movimiento están soldados a fuego en este montaje. El estado que alcanzan los cuerpos en escena nos está contando cosas muy fuertes del relato. Y lo hacen delante de nosotros. No entiendo la separación entre el teatro y la danza. Para mí son lo mismo”.

Una representación en el festival Fringe del clásico de Shakespeare por la compañía chilena Viajeinmóvil (integrando marionetas) espoleó la energía y la curiosidad de la directora, que sintió desde entonces la necesidad de abrir una grieta en los clichés de los personajes y conectar así con su esencia. “Los géneros se presentan no binarios y desaparece la edad de los personajes –señala la directora, que recientemente ha llevado al Lliure de Barcelona Viaje a la luna, el guion cinematográfico de Lorca– . Por eso, el cuerpo de nuestro Othello no es de 50 años sino que conecta con el comportamiento del personaje, mucho más pueril e inmaduro. Y por eso Desdémona es mayor en edad. Creo que esto universaliza más, si cabe, la historia. Lo que mueve el mundo en la obra no son los celos sino la idea del amor romántico”.

Las interpretaciones de Chumo Mata, Mari Paz Sayago, Joaquín Abella, Ángel Burgos, Ana Esmith y Hugo Torres darán “movimiento” a los conflictos de unos personajes que, según Epelde, en cada función, en cada época y en cada instante se reposicionan, garantizando su vigencia a lo largo de los siglos: “La obra del bardo pone de manifiesto el problema de los tres cuerpos de Newton, utilizando como sujetos a Desdémona, Yago y Othello para ratificar que no podemos calcular el movimiento de tres cuerpos relacionándose. Están aquí para recordarnos que, como dice Copérnico, lo único seguro es el movimiento. Los astros, lo que hay bajo nuestros pies, nosotros mismos y el elenco que está sobre el escenario, se mueven caóticamente. Todo es caos. Eso es lo único que podemos saber con toda seguridad”.

Este Othello de Voadora, es, para Pazos, una forma de detener el tiempo y de volver sobre los pasos de la narración: “Nos preguntamos qué podemos hacer, desde nuestro presente, para detener el tiempo y proponer al público un debate alrededor de la construcción del género”. Para el autor de la versión culmina “una celebración de su eterno feedback, un canto a la capacidad de Shakespeare para dar cuerda eternamente al teatro”.

@ecolote