La tragedia del nazismo no solo provocó una guerra mundial que dejó más de 50 millones de muertos y ejecutó un ominoso Holocausto que asesinó a seis millones de judíos, también fue como una gangrena que destruyó por dentro a la sociedad alemana incluso en sus rincones más recónditos. Lo vemos en La lección de alemán, película de Christian Schwochow (Bergen Auf Rügen, Alemania, 1978) basada en un best seller de Siegfried Lenz publicado en 1968 (editado en España por Impedimenta). Ambientada en un pueblo perdido del norte de Alemania, la película cuenta la peripecia de Siggi Jepsen (interpretado por Tom Gronau a los veinte años y por Levi Eisenblätter de niño), un chaval que es mucho más feliz visitando a un vecino suyo, el pintor expresionista Ludwig Nansen (Tobias Moretti) que en su propia casa, gobernada por un padre despótico policía que utiliza su poder para sus venganzas y odios personales. Entre el ambiente fascista y violento familiar y los aires de creatividad que se respiran en casa del pintor, Siggi vive en una especie de esquizofrenia destructiva. Todo se volverá mucho peor cuando los nazis aprieten las tuercas contra el artista, cuyos cuadros consideran “degenerados”.
Pregunta. ¿Por qué quiso adaptar este clásico de la literatura alemana?
Respuesta. Leí la novela en la escuela, es un libro de 600 páginas que me impactó muchísimo. Se ha escrito mucho sobre la segunda guerra mundial pero Sigfrid Lenz logra dar una visión totalmente original al meterse debajo de la piel de los personajes. Estamos acostumbrados a películas sobre nazis con grandes esvásticas y aquí vemos la tragedia desde un pequeño pueblo de la Alemania del Oeste. Lo fascinante de esta historia es que cuenta cómo el veneno del fascismo lo pudre todo, hasta lo más íntimo. Y me gusta contar la historia desde el punto de vista de ese joven belicoso que está todo el rato intentado hacer lo correcto.
P. El protagonista tiene que escoger entre un padre fascista al que detesta y un pintor del que está fascinado. ¿Pesa más la sangre o las convicciones propias?
R. El gran drama de la historia es que Siggi esté entre estos dos personajes. Cualquier cosa que haga siempre estará equivocado. El padre se comporta como un monstruo pero quiere a su hijo y puede mostrar amor paterno. El veneno del fascismo incluso puede destruir la relación entre un padre y un hijo. En la novela el pintor es un personaje mucho más heroico pero en la película no me interesaba abordar tanto ese aspecto como el sufrimiento que tuvieron que padecer innumerables intelectuales y artistas durante la época nazi. No hace falta que sea un héroe.
P. ¿Fueron los artistas grandes enemigos de los nazis?
R. Los nazis consideraban que el arte es peligroso, ¡pues claro que es peligroso! El arte debe serlo. No solo en Alemania, en Polonia o Hungría también sufrieron mucho. Joseph Goebbles explica muy bien en sus diarios que como ministro de propaganda una de sus principales funciones era perseguir a los artistas y quemar libros. Es obvio que los artistas necesitan criticar la sociedad en la que viven y eso es algo que nunca toleran los fascistas. El pintor de la película no entiende por qué sus cuadros son peligrosos pero los nazis no soportan que la pintura pueda mostrar que hay distintas capas de la realidad. Ellos ven el mundo con un solo color.
P. ¿Por qué quería abordar el nazismo desde el mundo rural?
R. Lo que hace al libro tan fascinante y tan diferente es precisamente su capacidad para revelar toda la maldad del fascismo en un lugar tan apartado. Vemos a dos familias que una vez fueron amigas y que cuando aparecen los nazis se convierten en enemigos a muerte. Es una historia que nos habla de cómo ese veneno se introduce en la mente de los personajes y puede destruir incluso las relaciones íntimas.
P. Los partidos de ultraderecha han crecido de manera exponencial en toda Europa, ¿cree que existe el peligro de que vuelva el fascismo?
R. Sí creo que el fascismo puede volver, por eso he hecho esta película. Hace seis o siete años, no me habría imaginado nunca que una persona como Trump pudiera llegar a ser presidente de Estados Unidos o que Alternativa para Alemania (un partido de ultraderecha), en algunos estados llegara a ser el principal partido. Es terrible cómo un loco puede cambiar la historia. Puedes ver ahora esas protestas anti Covid que se propagan por todo el mundo alentadas por los populistas. Y vemos cómo el cáncer del racismo vuelva a subir en Europa, algo que la historia nos enseña que debemos tener mucho cuidado.
P. Dice que el personaje del padre policía también puede mostrar amor paterno pero casi siempre se comporta como un monstruo. ¿Cree que es alguien con sentimientos?
R. Entiendo que pueda parecer un verdadero psicópata pero creo que también es producto de la tragedia de la I guerra mundial. Aquella derrota fue traumática para mucha gente en Alemania y muchos sintieron que Hitler les devolvió la dignidad perdida: un uniforme, un ejército fuerte… Mucha gente se quedó maravillada de que Alemania se convirtiera en una nación fuerte otra vez. No creo que millones de alemanes fueran personas crueles por naturaleza y estoy tratando de buscar una explicación al hecho de que millones de ellos se convirtieran en monstruos.
P. Esos niños alemanes que, como Siggi, crecieron odiando el nazismo por la destrucción que causaba, ¿qué papel jugaron en la posguerra?
R. Pues yo siempre he pensado que en unos años se convertiría en un terrorista de extrema izquierda. Muchos de los niños de la guerra se convirtieron en tipos muy enfadados y muy radicales.
P. ¿Qué tal le funciona que su propia madre escriba los guiones de sus películas?
R. Muy bien, ya llevamos cinco juntos. No siempre recurro a ella pero está claro que tenemos lo que se llama una buena relación madre-hijo. Es una mujer con mucho talento.