Siegfried Lenz
El escritor alemán, autor de copiosas novelas y libros de relatos, ocupa, por razones literarias y por su implicación en asuntos políticos y sociales, un peldaño donde se encuentran Heinrich Böll y Günther Grass.
Con ellos dio su apoyo a finales de los 60 a la candidatura para canciller del socialdemócrata Willy Brandt, al que acompañaba cuando llevó a cabo el célebre arrodillamiento ante el monumento a los judíos del gueto de Varsovia. Su actuación política, con todo, se mantuvo en límites discretos. Lenz era más bien un hombre solitario del que se cuenta que nunca pronunciaba una palabra sobre la que no hubiese reflexionado previamente. Su modestia, su cordialidad y su talante bondadoso lo hicieron querido de todo el mundo. El crítico Reich-Ranicki dijo de él que no escribía de espaldas a los lectores. En ello, además de en la sencillez de su estilo, los asuntos cercanos a la gente y el tratamiento realista, reside sin duda el enorme eco popular que suscitaron sus libros en Alemania y en otros países, acaso menos en España.
Su vida no estuvo exenta de avatares. Nació en un pueblo perdido de una región que hoy pertenece a Polonia. Su padre pronto abandonó a la familia. Estas dos circunstancias tienen un peso considerable en su literatura. Él mismo llegó a afirmar que no reconocía más patria que la escritura. Y escribió mucho, tras establecerse a edad temprana en Hamburgo como escritor autónomo y publicista.
Le tocó pasar la guerra en la marina, de la que desertó. Durante un tiempo vivió escondido en un bosque de Dinamarca, hasta que los británicos lo atraparon y lo metieron en un campo de prisioneros.
Su gran éxito editorial le llegó en 1968 con Deutschstunde (Lección de alemán, Debate, 1989), una larga novela sobre la pasión por cumplir el deber y sobre las repercusiones dramáticas a que dicha pasión pueden conducir. La obra plantea, como tantas de Lenz, un conflicto de índole moral y ha sido para varias generaciones de alemanes lectura de colegio.
Siegfried Lenz fue en algunos sentidos y salvando las inevitables distancias una especie de Miguel Delibes a la alemana. Esta es una impresión personal que no pide ser compartida. Como el español, Lenz escribió historias apegadas al paisaje, con personajes a menudo humildes sobre los que flota la sombra de una guerra reciente; vivió apartado de los centros de producción cultural y mereció, cosa rara en este mundo de rivalidades y celos, una estimación general. Conocido su fallecimiento, diversos canales de televisión modificaron sus respectivas programaciones para incluir documentales sobre el escritor.