El pasado junio despedíamos a Rosa María Sardà, una actriz que con su vis cómica y su agudo ingenio ha marcado de manera indeleble el cine, el teatro y la televisión patrias de las últimas décadas. Fue una mujer de carácter y una actriz formidable capaz de dar retranca e ironía a los papeles más dramáticos y hondura y sentimiento a los más cómicos. Ahora se estrena su última película, Salir del ropero, en la que comparte cartel con otra grande de nuestra escena como Verónica Forqué en una comedia familiar y amable de Angeles Reiné, quien debuta como directora en el largometraje.

La película cuenta la historia de dos mujeres maduras (Forqué y Sardà) que tras varios años conviviendo como “amigas” deciden “salir del ropero” y casarse para que el mundo conozca su amor. El problema es que la hija de Forqué, una joven abogada que está a punto de casarse con un riquísimo heredero escocés (Ingrid García Johnson) quiere impedir a toda costa la boda para no molestar a sus conservadores suegros. Dispuesta a convencer a las novias de que es una locura casarse a estas alturas, viaja hasta Lanzarote, donde viven en una casa magnífica al lado de la playa. A partir de aquí, se sucede una comedia de enredos más o menos previsible en la que quizá lo más sorprendente es la forma en que trata la postura de la iglesia católica respecto a los matrimonios homosexuales con esa Sardà que se comunica constantemente por teléfono con el Papa Francisco, no es broma.

Con un tono ligero y por momentos disparatado (¡esa familia escocesa!), Salir del ropero es una película simpática y amable que es mejor ver sin hacerse demasiadas preguntas. Quizá lo más sorprendente del asunto es lo mal que funciona la química entre las dos actrices veteranas, la católica y sentimental Sardà frente a la más cerebral y miedosa Forqué. Se supone que Reiné nos está contando una historia de amor más grande que la vida sobre dos personas marcadas por los prejuicios que jamás han podido vivir su amor en libertad pero la pasión entre ambas brilla por su ausencia. Hay además, otro problema, la premisa resulta demasiado forzada ya que por muy conservadores que sean los suegros de la joven casadera la actitud de la joven es un poco histérica.

Lo mejor de la película hay que buscarlo en los personajes secundarios y en su sentido mensaje de concordia y diversidad. García Johnson da empaque a su personaje y David Verdaguer (que al principio parece un ewok) dan consistencia a su romance mientras brillan algunos personajes como el de Pol Monen, ese chaval que pasa de ser gay a casarse con una chica musulmana. Canto a la tolerancia y la diversidad y la familia entendida como comunidad de afectos donde uno es aceptado y tolerado tal y como uno es, Salir del ropero avanza de gag en gag hasta una secuencia final muy divertida que da cuenta del potencial de una película por momentos lúcida que jamás acaba de cuajar.

@JuanSarda