There Is No Evil, un drama sobre la pena de muerte en Irán dirigido por Mohammad Rasoulof, ha recibido el Oso de Oro del Festival de Berlín. La película, dividida en cuatro historias ligeramente vinculadas entre sí y que retrata la experiencia tanto de los verdugos como de los familiares de las víctimas, no había contado con el aplauso unánime de la crítica, pero al final ha seducido al jurado presidido por Jeremy Irons. El director tiene prohibido salir de su país desde que volviera a Teherán tras ganar en Cannes el premio al mejor filme en la sección Una cierta mirada por Un hombre íntegro en 2017 y quizá la Berlinale haya querido hacer un alegato político con esta decisión.
Más aplaudida había sido, sin embargo, Never Rarely Sometimes Always, en la que la estadounidense Eliza Hittman había logrado trazar una crónica de un tema tan delicado como el aborto sin caer en ningún cliché moralista ni dramático. En verdad, el enfoque del filme no es “tratar un tema social”, sino retratar el sufrimiento y desconcierto interior de un ser humano en una situación, digamos, extrema. La observación de la joven protagonista, encarnada por Sidney Flanigan (un nombre, un rosto y una voz que no debemos olvidar), es detallada, hasta insidiosa, pero en ningún caso irrespetuosa o atosigante. La película se ha hecho con un merecido Gran Premio del Jurado.
El premio al mejor director ha ido a parar a manos del surcoreano Hong Sangsoo, que en The Woman Who Ran, de manera insólita, se centra exclusivamente en el mundo femenino. Protagonizada por Kim Minhee, pareja del cineasta fuera de la pantalla y su musa en siete de las ocho últimas películas que ha hecho, el filme narra el periplo de Gamhee, una joven casada que, por primera vez en cinco años, viaja sin su marido para visitar a tres viejas amigas. Hay dos aspectos que llaman la atención aparte del protagonismo femenino de este especialista en indagar en la crisis de la masculinidad: sus personajes ya no se emborrachan y hay luz, mucha luz. Pareciera una película de Ozu.
La alemana Paula Beer ha conseguido el premio a la mejor actriz por su trabajo en Undine, un nuevo salto al vacío del director Christian Petzold que también ha recibido el Premio FIPRESCI de la crítica internacional. Se trata de una película metafórica que recrea el mito alemán de las ondinas, aquellas criaturas de agua dulce que asesinan a las parejas que les abandonan. Y el italiano Elio Germano ha conquistado el premio al mejor actor por su encarnación del artista naif italiano Antonio Ligabue en Volevo Nascondermi, de Giorgio Diritti.
El premio al mejor guion lo han recibido Fabio y Damiano D’Innocenzo por Favolacce, que cuenta la historia de varias familias que viven en los suburbios de Roma. Y el mejor documental, ha recaído en las manos del maestro camboyano Rithy Panh por Irradiés.