Pocos directores europeos tienen un universo tan reconocible y fascinante como el sueco Roy Andersson (Gotemburgo, 1943). Es autor de películas inclasificables llenas de humanidad y espanto, en su caso son la misma cosa, como su célebre “trilogía viva”, formada por filmes tan personales y desconcertantes como Canciones del segundo piso (2000), La comedia de la vida (2007) o Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia (2014), ganadora del León de Oro en Venecia. Cineasta de trayectoria breve, Andersson debutó en los 70 con Una historia sueca de amor, muy influida por ese neorrealismo que sigue citando hoy como una influencia crucial, para pasar varios años desaparecido de los cines y entregado a la publicidad, campo en el que ha rodado más de 400 anuncios.
Su nuevo filme, Sobre lo infinito, es una versión muy libre de Las mil y una noches en la que la voz de la mujer, una moderna Sherezade, narra varios cuentos. En este caso pequeños episodios de la vida cotidiana, donde nos reencontramos con esos personajes de edad venerable y desesperados que son propios del cineasta. Artista existencialista por antonomasia, aficionado a mostrar el absurdo de la vida a través de seres humanos que atraviesan situaciones humillantes, en Sobre lo infinito Andersson introduce de manera más marcada una suerte de espiritualismo que le sorprende a él mismo, según nos cuenta en una entrevista donde confiesa su dificultad “para explicar por qué hago lo que hago”.
Pregunta. ¿Quería reflexionar en este filme de una manera más clara sobre la relación de los seres humanos con lo trascendente?
Respuesta. Para mí es muy difícil explicar por qué hago lo que hago. Esta vez la gran novedad es que hay una voz en off como en Las mil y una noches, la recopilación de cuentos persas. Me gustaba la idea de esa mujer que es la narradora, Sherezade, que sigue contando historias para evitar ser matada. Me resulta muy interesante que el rey quiere acabar con ella pero queda tan fascinado con los relatos que cambia de opinión. Me inspiraba la idea de hacer una película tan interesante que nunca quisieras que terminara.
P. ¿Le interesa la religión?
R. Para ser honesto, no es lo que más me interesa en el mundo. No me considero una persona religiosa aunque vete a saber, quizá sí lo soy. A mis casi 80 años, lo más importante es mantener la salud. Con eso me conformo.
P. ¿Por qué aparece tantas veces en sus películas el martirio de Cristo?
R. Eso viene de mi infancia, soy el resultado de una sociedad luterana y crecí fascinado con todas esas historias del cristianismo. A mis casi 80 años sigo aferrado a ese sentido de culpa que forma parte de mí.
P. ¿Por qué sus personajes son humillados con tanta frecuencia en su cine?
R. A los seres humanos nos humillan muchas veces en la vida y por eso sucede en mis películas.
P. ¿Hay alguna conexión entre las historias que cuenta en Sobre lo infinito y las de Sherezade?
R. Mi principal fuente de inspiración ha sido el neorrealismo pero no quiero hacer películas clásicas con una sola historia. Me gusta mostrar fragmentos de la vida que nos dicen mucho sobre cómo es el ser humano.
"A los seres humanos nos humillan muchas veces en la vida y por eso sucede en mis películas"
P. ¿Cuál ha sido el papel del neorrealismo en su evolución como artista?
R. Mi primera película, Una historia de amor sueca (1970) tenía una influencia muy clara del neorrealismo. Me gusta mucho Antonioni. La noche (1961) me impactó muchísimo. Ladrón de bicicletas (Vittorio de Sica, 1948) es mi cinta favorita porque desprende una gran humanidad. Ese hombre joven que tiene que tirar adelante a la familia, esperando un trabajo… es algo que he visto en mi propia casa porque mis padres no eran ricos. De todos modos, ya no soy neorrealista, al final hablas de los mismos problemas que hablaban entonces pero me gusta condensarlo todo y purificarlo, verlo desde más ángulos.
P. ¿Qué otros autores diría que le han inspirado?
R. Buñuel, De Sica y el Alain Resnais de Hiroshima, mon amour (1959) son los tres cineastas más grandes que jamás hayan existido. De todos modos es difícil explicar cuáles son las fuentes de mi estilo, bebo de muchas cosas.
P. ¿Diría que sus personajes están desesperados?
R. Por supuesto, con suerte vives 80 años y hay mucho que hacer. Es inevitable estar desesperado. En mis películas suelen salir personas mayores que están tristes porque sienten que se han perdido algo y podrían hacer mucho más de lo que han hecho. Por muy rico o famoso que hayas sido en la vida no te llevarás nada de eso a la tumba. La riqueza al final está en ver la vida desde todos esos ángulos de los que la tristeza y el mal forman parte. Eso no significa que hubiera querido tener una vida distinta. En la literatura sueca hay un cuento muy famoso sobre un hombre que vuelve a vivir su vida otra vez y lo hace exactamente de la misma manera. Aunque tuviéramos esa oportunidad de repetir la vida, creo que a todos nos pasaría lo mismo.
Buñuel, De Sica y el Alain Resnais de 'Hiroshima mon amour' (1959) son los tres cineastas más grandes que jamás hayan existido
P. ¿Considera que sus películas son tristes o pesimistas?
R. La vida es una tragedia y una comedia a la vez pero sobre todo es una tragedia. Yo no soy una persona triste, tengo 78 años y tengo buena salud, ahora mismo es suficiente. No digo que la vida no sea buena y en mis películas hay mucho humor pero eso no quita que en su esencia, siga siendo una tragedia.
P. ¿Por qué los actores de su cine llevan el rostro maquillado de blanco?
R. Me inspira el teatro japonés donde los actores van así. Los payasos del circo también. Creo que ese maquillaje hace que los personajes representen mejor al ser humano porque nos hace a todos iguales. Gracias a esos rostros podemos ver mejor su humanidad.
P. Con frecuencia aparecen en sus filmes momentos que pertenecen a otro tiempo histórico como si sucedieran en ese mismo momento. ¿El pasado no es pasado?
R. Vivimos en un presente continuo, así es.