Louis Garrel (París, 1983) se ha hecho célebre como protagonista de las películas de su propio padre, Philippe, como Los amantes regulares (2005) o la más recinte Amante por un día (2018), a sumar sus trabajos con Christophe Honoré (Les chansons d'amour, 2007) o con Arnaud Desplechin (Los fantasmas de Ismael, 2017). Ahora Garrel Jr. da el salto a la dirección con Un hombre fiel, un filme en el que es permanentemente visible la huella de su padre. Película parisina en fondo y forma, cuenta la historia de un joven periodista (el propio Garrel) que en la primera escena es abandonado de manera bastante atroz por su novia (Laetitia Casta, mujer en la vida real de Louis), que se va con el mejor amigo del protagonista.
Años después, ella se queda viuda y regresa con su antiguo novio, que también se deja tentar por los encantos de la jovencísima hermana del fallecido (interpretada por Lily Rose Depp, hija de Johnny y Vanessa Paradis). Un enredo al más puro estilo "garreliano" sobre lo tortuosas que pueden ser las relaciones sentimentales. Para hablar del filme entrevistamos al propio Garrel pero también a Jean-Claude Carrière, coguionista de excepción, más que célebre por sus colaboraciones con Buñuel (en películas tan míticas como Belle de Jour, 1967, o El discreto encanto de la burguesía, 1972) además de otros grandes maestros del cine europeo y mundial como Louis Malle, Milos Forman o Nagisa Oshima.
Pregunta. ¿Es posible amar a dos personas a la vez como plantea el filme?
Jean-Claude Carrière. A lo largo de mi vida he conocido a gente que solo es capaz de amar a una sola persona en toda su vida. Pero también he conocido a personas que están enamoradas de dos al mismo tiempo y realmente las aman con mucha intensidad. Nuestros sentimientos son muy impredecibles y complicados.
Louis Garrel. Muchas veces ocultamos nuestros sentimientos a la persona que amamos porque quizá nos sentimos avergonzados de ellos. Pero el verdadero tema de esta película es cómo nos ocultamos nuestros sentimientos a nosotros mismos. Y lo que me interesa es ver cómo somos capaces de actuar de manera extraña e inesperada porque queremos descubrir lo que sentimos. Cuando estamos en una habitación con una persona que está en silencio solemos hacer hipótesis sobre qué piensa o cómo se siente. Pero esa persona muchas veces tampoco sabe exactamente cómo se siente o lo que piensa. Eso es algo muy difícil de expresar en una película y es lo que quiero plasmar, ese sentido de incertidumbre con el que vivimos nuestra vida.
J-C. Carrière. Estoy pensando en escribir una historia de un chico que años después de una relación se da cuenta de que no estaba enamorado de la chica que creía amar locamente sino de su aspecto. Creo que es algo que ya está sucediendo. Ya nadie sabe lo que es el amor porque nos enamoramos por motivos muy distintos a cómo lo hacíamos hace algunas décadas. La idea del amor está siendo cuestionada como nunca.
P. ¿Cómo surge una colaboración entre dos cineastas de generaciones tan diferentes?
J-C. Carrière. No sé por qué hago las cosas que hago. Esta película es muy diferente de otras que he hecho. Lo que intento es adaptarme a la propia película estableciendo un grado de intimidad con ella. La finalidad de todo filme es emocionar, ¿pero cómo lo haces? La pregunta importante es cuál es la manera de llegar al público para que entienda de la mejor manera posible la historia que estamos contando. No hay una receta. Cada película te pide una cosa distinta.
L. Garrel. Lo interesante cuando escribes una película es crear nuevos personajes pero también incorporar cosas de gente a la que conoces. En el caso de estas dos mujeres son seres totalmente nuevos pero lo que también pude apreciar fue que tanto Jean-Claude como yo estábamos poniendo parte de nuestra experiencia personal en la historia. Son pequeñas cosas que evocan a gente que conoces. Por ejemplo, esa foto que tiene colgada el personaje de Lily Rose Depp del hombre que ama es algo que Jean-Claude había visto. Cuando lo estaba rodando el hecho de saber que surgía de algo real me hacía sentirlo de otra manera.
J-C. Carrière. El guionista siempre se esconde detrás de la historia, por supuesto. Los recuerdos personales pueden ser muy útiles para construir una historia pero también debes ser cuidadoso porque no todos sirven. En el caso de esa foto que tiene Lily Rose fue algo que vi en una mujer que conocí hace tiempo. Ella tenía colgado en su tocador un retrato del hombre con el que quería casarse. Eso me resultó extraño. Ella me lo dijo, "con este hombre me casaré algún día". No lo consiguió, por cierto.
P. ¿Diría que hay una influencia de la Nouvelle Vague?
J-C. Carrière. Yo llegué tarde a la Nouvelle Vague. Comencé mi carrera colaborando con Jacques Tati (adaptó a la literatura sus películas Mi tío, 1958, y Las vacaciones del Sr. Hulot, 1954) y nunca trabajé con Truffaut aunque sí colaboré con Godard (en Sauve qui peut (la vie), 1980) pero ya mucho después de esa época. Desde luego, no me considero como alguien que forma parte de ese movimiento.
L. Garrel. Cuando estás en Toronto, sientes que debes luchar contra la idea que la gente tiene del cine francés. En España es otra lucha pero también sientes que hay esa preconcepción. Por supuesto, François Truffaut es uno de los directores que he seguido con más atención desde que era muy joven y muchas otras películas de su época me han influido. Sin embargo, no creo que esta película tenga nada que ver con la Nouvelle Vague. Es algo que me repiten por todas partes y creo que está conectado con las películas que he hecho como actor. Hay un cliché de lo que se supone que debe ser el cine de la Nouvelle Vague, "dos personas caminando por la calle, se detienen y se dan un beso delante de la Torre Eiffel". Creo que eso no corresponde exactamente con lo que yo hago.
J-C. Carrière. Cuando era joven los periodistas siempre decían que el cine alemán era expresionista aunque ese fue un movimiento que hiciera mucho tiempo que había acabado. Con la Nouvelle Vague pasa lo mismo.
L. Garrel. Creo que lo que cambió el cine de esa época, y ha dejado huella, es el hecho de reflejar la intimidad en las películas y que haya una carga sexual. El problema es que se ha quedado una idea muy superficial de eso y en cuanto aparecen un hombre y una mujer hablando en una habitación la gente inmediatamente lo etiqueta como Nouvelle Vague. Al final, salvo Los Vengadores, quizá puedes conectar todas las películas que se han hecho desde entonces con esa corriente.
J-C. Carrière. Creo que lo más importante que aportó la Nouvelle Vague fue la idea de que el cine se podía hacer barato. Eso transformó profundamente el medio, porque mucha gente empezó a hacerlo.