Fue "cocinero antes que fraile" como él mismo dice, o dicho de otro modo, fue crítico de cine y periodista antes de convertirse en uno de los directores más populares de nuestro país. El gran éxito le llegó con Celda 211 (2009), la enérgica plasmación de una revuelta en una prisión. Por aquella película le dieron varios Goyas, entre ellos el de mejor película, y también por El niño (2014), donde trataba en clave de thriller el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar. Ahora estrena un filme muy diferente, Yucatán, en el que un crucero por el Atlántico se convierte en el escenario de una intrincada y divertida trama de timos y estafas. Los malvados son Luis Tosar y Rodrigo de la Serna, dos timadores que rivalizan por la misma mujer y tienen en la mirilla robar a un panadero ya anciano (interpretado por Joan Pera) que está espantado por el circo de calamidades que ha suscitado su archimillonario premio en la lotería.

Con un guion escrito junto al ínclito Jorge Guerricaechevarría, Daniel Monzón plantea un homenaje al cine clásico americano de los 50 y 60, con Billy Wilder como referente, en una película que tiene el claro objetivo de hacer reír y sonreír al espectador. Fábula en torno a los buenos sentimientos y la destrucción que provoca la codicia, el cine de Azcona, con esos secundarios de lujo prototípicamente hispánicos, se da la mano con un espíritu optimista que recuerda a Frank Capra. Contento con el resultado, Monzón ve su película como una comedia clásica en la que la trama sirve al propósito de dar lecciones morales sobre la codicia, especialmente adecuadas después de la severa crisis. Juguetona y disfrutona, Yucatán acaba teniendo, en palabras de su director, "de manera inesperada, un lugar para la poesía".

Pregunta.- Es una película llena de gestos y de detalles, ¿ha trabajado de manera más minuciosa en ella que en otras ocasiones?

Respuesta.- En una buena comedia tienes que atender a los personajes protagonistas pero lo que te dará una gran comedia es la atención a los secundarios, que todos estén bien cuidados. Dicen que Dios está en los detalles, también el diablo, pero se trata de que, desde el último toque de puesta en escena, al arte tiene que estar bien trabajado. Así consigues llegar a la gente. El decorado también te da mucho juego. Pienso en el personaje de Varela, ese mafioso brasileño que está rodeado de las chicas negras, en esa escena está todo cuidadísimo. Esta es una película que habla sobre la puesta en escena porque los propios estafadores se dedican a hacer puestas en escena a sus víctimas y tienen que estar elaboradas porque tienen que atrapar a los incautos.

P.- Es una película en la que se suelta más el pelo como cineasta, ¿siente que ha podido hacerla porque después de varios filmes a sus espaldas está más cómodo?

R.- Es una película en la que he disfrutado muchísimo, desde el pincel más fino al pincel más grueso. Una vez decidido que vas a hacer una comedia te la tienes que plantear como un regalo al espectador porque, si tienes un mal día, una película como Atrapado en el tiempo o Con faldas y a lo loco te lo puede salvar.

P.- Una cosa curiosa en el delito del timo es que el timador se aprovecha de que el timado cree que es él quien estafa o se lleva un chollo. ¿Juegan los estafadores con nuestros peores instintos?

R.- Con los primeros turistas que vemos que estafan, son ellos los que creen que están estafando. El estafador juega con la miseria del contrario. Cuando los timadores se tropiezan con una persona íntegra se rompe el juego y ellos mismos se dan cuenta de su propia miseria. Lo que usan los estafadores es esa suciedad. Aquí utilizamos ese juego para que el público se lo pase bien. Esta es una película que es pura diversión. Como bien dice el pianista al principio, es una burbuja de entretenimiento. Está planteada así, como un divertimento y un regalo al público.

P.- ¿Le daba reparo atreverse a ir a buscar la carcajada?

R.- Me gustan todas las comedias, desde las vacuas y absurdas hasta las más sesudas. Hay comedia de sonrisa, de disparate y de carcajada. Hablando con Rodrigo y Luis sobre sus personajes se me ocurrió el símil con Bugs Bunny y el Pato Lucas y me funciona totalmente. Es como un cartoon, como el Coyote y el Correcaminos, pero al mismo tiempo todos los personajes tienen verdad. Veo Yucatán como una comedia clásica por esa atención a los detalles, pero también porque, como decía Bernard Shaw, también te da algo en lo que pensar. Decía el dramaturgo aquello de "si quieres decir algo, hazles reír". Una comedia no tiene por qué estar vacía y en este caso es una gran fábula sobre la codicia. Termina justo cuando arranca la crisis económica. Lo mismo pasa al final con Lehman Brothers, ahí están los estafadores mayores del reino.

P.- Es curioso el paralelismo que plantea con esos actores que también son estafadores. ¿Están de alguna manera el artista y el delincuente simbólicamente cerca?

R.- Hay una cosa interesante en los personajes de Tosar y Rodrigo de la Serna que creo que está incluso por encima del dinero, que es el estar jugando y la adrenalina. Durante un buen rato están siendo actores. Eso tiene que ver con el placer del director o el actor que crea una trama: si el espectador la disfruta hay una alegría. Y es cierto que el artista como el delincuente no quiere obedecer unas reglas. Y en ese pequeño mundo del barco pueden permitirse no crecer y ser eternos "peterpanes". No quieren bajar del barco porque en ese mundo se sienten cómodos. No quieren parar ni echar raíces.

P.- No dejan de ser delincuentes…

R.- El personaje de Luis usa artillería pesada con una niña enferma. Es una relación interesante entre ambos porque, como le hace creer que son amigos, de alguna forma sí se crea una amistad. Me da la sensación de que el estafador por primera vez siente algún problema moral. Joan Pera está magnífico como ese personaje tan puro. Capra tiene una película que se llama Vive como quieras, el título original era You Can Take It With You ("Te lo puedes llevar contigo"), y me di cuenta de que podría haber sido perfectamente el título de esta película.

P.- El título de Yucatán y su significado en la película nos llevan a un territorio mítico de leyenda. ¿Qué papel simbólico le otorga?

R.- Yucatán me gusta mucho porque no es exactamente un título de comedia y después de ver la película tomas consciencia de lo que está hablando. De alguna manera es como el Rosebud de Ciudadano Kane, la pequeña cosa que puede ser más valiosa que todo el dinero del mundo. Cada uno tiene su propio Yucatán. Ese lugar mágico y puro en la memoria. Y ante el caos y el azar de la vida, uno quiere creer que no hay un cierto orden en una narrativa de la que quiere ser autor. Es una película en la que al final, de forma inesperada, hay lugar para la poesía. En este caso, además, lo interesante era que Yucatán jugara por contraste porque, mientras el anciano busca una forma de pureza que está relacionada con su infancia, todo lo que le rodea es lo contrario, un enjambre de maldad. Sin querer desvelar nada de la película, es alguien al que vemos disfrutar un poco cuando se giran las tornas.

Rodrigo de la Serna y Stephanie Cayo. Foto: Manolo Pavón

P.- Es inevitable acordarse de Los caballeros las prefieren rubias (Howard Hawks, 1953), en la que se luce Marilyn Monroe, con ese crucero, los números musicales o el tema del dinero. ¿Fue un referente?

R.- Hay similitudes que no se pueden soslayar. Después tenemos a una actriz como Stephanie Cayo que tiene ese carisma de las actrices clásicas de Hollywood. Es muy conocida en Suramérica gracias a la televisión, pero no en España, y es impresionante porque sabe bailar, cantar y en las partes dramáticas resulta totalmente creíble. Yo quería que los referentes cinéfilos fueran más inconscientes, no quería que la película estuviera plagada de guiños. Pero es cierto que cuando la estábamos escribiendo hubo una proyección en un cine de Madrid de Los caballeros… y a la salida Jorge (Guerricaechevarría, coguionista) y yo quisimos que hubiera un número de homenaje al de Marilyn porque nosotros también queríamos tocar con una de las canciones el tema del dinero. La película me dio también el tono de los números musicales porque esto sucede en un crucero y es un escenario que impone unas limitaciones en cuanto a lo que puedes hacer. El musical es pura burbuja, fantasía.

P.- Hay referentes americanos pero también patrios. Esos "cuñaos" nos llevan al mundo de Azcona, incluso del cine del destape.

R.- Son puro Berlanga. Pajares y Esteso llenaban los cines porque esos personajes existían en la vida real y la gente los reconocía. Casi me da reparo decir esto pero en las comedias de Shakespeare tienes esa conjunción de los tipos más elevados: el príncipe, el consejero real... y luego están los de abajo, que son zafios y populacheros. El hecho de retratar a toda la sociedad es lo que hacía que esas comedias fueran tan queridas por todo el mundo, porque se mezclaba todo. Nosotros queremos jugar también todo el rato al contraste. Cuando Jorge y yo fuimos a un crucero real para inspirarnos, una cosa que nos llamó la atención es la mezcla que se producía: señoras bailando un bolero, chavales como una cabra, gente rica en camarotes de lujo y personas que se apiñaban doce en una habitación. Era un escenario totalmente felliniano en el que se junta todo. Y eso es un campo abonado para la comedia. Además, es un universo cerrado que te permite tener escenarios exóticos en las paradas de las escalas, como en una película de James Bond.

P.- ¿Es cierto que nueve de cada diez ganadores de grandes premios de juegos de azar acaban fatal?

R.- Ese dato es absolutamente real, está sacado de las estadísticas. Nueve de cada diez terminan asesinados, arruinados o en la cárcel. El problema no es solo lo que ocurre en tu cabeza, es lo que va a cambiar a tu alrededor: los bancos, los jetas, los negocios peregrinos como los de los "cuñaos"...

@juansarda