Stanley Kubrick
En 1956, Stanley Kubrick dirigió Atraco perfecto su primera gran película. Antes, su Fear and Desire y El beso del asesino constituyeron, en palabras de Carlos Reviriego, "brillantes ensayos de laboratorio en los territorios del cine bélico y del film noir". Con una producción no muy extensa, trece películas entre las que se encuentran grandes éxitos como Espartaco, Lolita, 2001: una odisea del espacio, La naranja mecánica o El resplandor, 1956 fue también el año en que empezó a escribir, casi concluyó, Burning Secret (Ardiente secreto), junto al novelista Calder Willingham, con quien poco después escribiría Senderos de gloria.Este es, al menos, el título del guion perdido que Nathan Abrams, un profesor de cine de la Universidad de Bangor en Reino Unido, ha descubierto ahora. "No podía creerlo - ha declarado a The Guardian hoy-. Es muy emocionante. Se pensaba que estaba perdido".
Se trata este de una adaptación de la novela homónima de Stefan Zweig, escrita en 1913 en la que el escritor vienés relataba la historia de pasión y adulterio cuya acción se desarrollaba en un balneario, cuando su protagonista se hacía amigo de un niño de diez años para seducir a su madre, una mujer casada.
Fechado el 14 de octubre de 1956, este guion que lleva el sello del departamento de guiones de MGM y alcanzaba ya las cien páginas escritas a máquina, es la confirmación, según señala el propio Abrams, de lo que sus seguidores ya conocían. "Sus fans sabían que él quería hacerlo. Ahora tenemos una copia y esto demuestra que había hecho un guion completo", ha explicado al diario británico antes de señalar que, dado a su avanzada escritura, podría perfectamente llevarse al cine, como ya hizo Steven Spielberg con A.I. Inteligencia Artificial, película que dirigió dos años después de que el director de Eyes Wide Shut muriera.
Por su parte, aunque se desconocen las razones para que este guion no llegara a la gran pantalla, una de las hipótesis que se mantienen es que tal vez pudo ser cancelado por incumplimiento de contrato, ya que el director se encontraba en ese momento en pleno rodaje de Senderos de gloria. Pero también, según apunta Nathan Abrams, la propia trama de adulterio que busca la complicidad en un niño de diez años pudo resultar algo arriesgada para el código moral de Hollywood.