Cédric Klapisch: "Quiero que el espectador sienta que hay solución"
Cédric Klapisch durante un rodaje
El director de Una casa de locos estrena la comedia romántica Nuestra vida en la Borgoña, película que usa el vino como metáfora de la vida en una historia protagonizada por una familia que se enfrenta a la realidad y a su destino y que reflexiona sobre la identidad.
Pregunta.- Da la impresión viendo la película de que es muy personal, ¿es así?
Respuesta.- Es curioso porque en Francia me han dicho muchas veces eso, pero en absoluto. Quizá es la película que está más lejos de mí, yo no soy de campo ni tengo que ver con la Borgoña. Pero quizá esta película al hablar de relaciones fraternales y paternales hay algo muy intimista. Todos tenemos padre y madre y heridas de la infancia y nos pasamos la vida tratando de curar las heridas que nos hicieron en esa época.
P.- Surge un mito eterno: el hijo pródigo.
R.- La gente hoy viaja mucho y se muda del campo a la ciudad con frecuencia. Siempre surge esta pregunta de cuál es mi identidad y qué identidad me fabrico. Hay una lucha entre ambas que resulta muy interesante. Me interesa el punto de encuentro entre la intimidad y las cuestiones colectivas. En Una casa de locos, ¿cómo unos jóvenes comparten el espacio común? Y en Nuestra vida en la Borgoña son tres hermanos que se plantean qué hacer con una herencia. La pregunta es cómo se fabrica un grupo entre muchas individualidades muy marcadas.
P.- Decía Sartre que el infierno son los demás...
R.- Si estamos solos sería todo demasiado fácil, siempre estaríamos en un lugar muy cómodo. Yo creo que es al contrario, el paraíso son los demás porque ese conflicto es el que hace la vida interesante. Creo que nunca es agradable vivir conflictos entre padres e hijos y menos entre hermanos. Cuando ves un conflicto como el de Cataluña, piensas que es una tragedia, pero al mismo tiempo es muy interesante. Da igual lo que llegue pero es interesante planteárselo. Es en el conflicto donde surgen las cosas interesantes de la vida.
P.- ¿Cómo quería reflejar la cultura del vino?
R.- Creo que en Italia, Francia y España tienen una gran tradición vinícola con denominaciones muy conocidas como la de Rioja. En España quizá es menos importante que en Francia el nombre de la persona que fabrica el vino y cuenta más la denominación. Pero son lugares similares porque surge una identificación muy grande con la tierra, con el lugar.
P.- Sus películas suelen acabar teniendo final feliz y un tono amable. ¿Por qué le gusta así?
R.- Es curioso porque yo soy alguien muy melancólico. Creo que todos nos vamos a morir, una cosa un poco trágica. Pero al mismo tiempo creo que debemos aprovechar la vida y disfrutarla porque es breve. Es una mezcla de las dos cosas porque al mismo tiempo soy muy optimista. Creo que todos merecemos tener un poco de felicidad en la vida. Y como realizador quiero mostrar al espectador que todo puede ir bien. Quizá porque mi madre es piscoanalista tengo esa idea de pensar que todo podrá ir mejor. No se trata de negar la enfermedad o el drama de la vida, sino de decir que los problemas se pueden solucionar.
@juansarda