Aquel lacónico, esquivo y solitario actor venido de Hollywood
Una imagen de Por un puñado de dólares
Francisco Reyero desvela en Eastwood. Desde que mi nombre me defiende los secretos de los años españoles que dieron origen a su leyenda del actor y cineasta
Eastwood no fue la primera opción de Leone para Por un puñado de dólares, que pensaba más bien en James Coburn y Charles Bronson para su protagonista. Sin embargo, cuando tuvo al actor delante, el director supo que era el idóneo para el papel del hombre sin nombre. Así nacía la leyenda. "Sin España no habría Eastwood", explica Francisco Reyero, que acaba de publicar Eastwood. Desde que mi nombre me defiende (Fundación José Manuel Lara), un libro que desvela los secretos de los años españoles del actor al tiempo que ofrece una panorámica muy ajustada de una época apasionante en nuestro país para cualquier cinéfilo, cuando el desierto de Almería se convirtió en un paso fronterizo americano. "El cine ayudaba a soñar y a seguir viviendo", opina el escritor, que completa con este libro una particular trilogía norteamericana tras Sinatra: Nunca volveré a ese maldito país (2015) y Trump: el león del circo (2016).
"Sin embargo, habría que añadir que Eastwood también estuvo en Madrid, en Hoyo de Manzanares, en Colmenar Viejo, en Burgos, en Covarrubias, en Salas de los Infantes…", explica Reyero. "Los años españoles de Eastwood eran una fabulosa mina abandonada para un periodista. Son un territorio de historietas, bulos y simplificaciones que merecían una mirada periodística. El reto era recopilar datos, testimonios, indagar en archivos y completar con el mayor celo toda su historia. Aquel desconocido trabajó y convivió con muchos españoles, y la aventura de los rodajes de las tres películas de Leone cambió por completo su destino".
Una de las fuentes de Reyero es el productor Andrés Vicente Gómez, que entonces trabajaba para Ocean, la productora española de la película de Leone. Hay que recordar que por aquel entonces la mayoría de las películas que se rodaban en España estaban producidas por entramados empresariales en las que se mezclaban compañías de nacionalidades diversas, lo que convertían los rodajes en pequeñas convenciones de la ONU. Andrés Vicente Gómez fue a recoger con apenas 20 años a Eastwood a Barajas y se responsabilizó de atenderlo y pagarle las dietas. El libro también cuenta con los testimonios de David V. Picker, uno de los grandes jefes de la United Artist, de extras y técnicos que participaron en las películas. "El objetivo del libro era extraer de las anécdotas un ambiente general, una atmosfera", comenta Reyero.
El libro repasa la apasionada relación de amor-odio entre el actor y Leone, que junto con Don Siegel configuró buena parte del estilo cinematográfico de Eastwood; los problemas económicos que tuvo el rodaje, con el actor negándose a aparecer por el set hasta que alguien le pagara; el miedo que le tenía el intérprete a los aviones españoles, que provocaba serías disputas para ver quien ocupaba el asiento delantero del coche con el que cruzaban la península, y el pleito que le puso Kurosawa a Leone por plagiar su película y que, por supuesto, Leone perdió (aunque siempre exhibió con orgullo la carta de Kurosawa en la que le decía que la película era buena, pero que era un plagio).
Eastwood volvió posteriormente a España para rodar las dos continuaciones de Por un puñado de dólares: La muerte tenía un precio en 1965 y El bueno, el feo y el malo en 1966. En 1967, cuando las películas ya eran un éxito en Italia, se estrenaron en EEUU, por lo que ahora se cumplen 50 años de ese momento, el que dio origen a la leyenda de Eastwood. Durante tres años, el actor fue una estrella en Italia y desconocido en su país. "Sofía Loren, en un viaje a EEUU, pregunto al periodista que la entrevistaba por Clint Eastwood, y el periodista le dijo que no lo conocía, que no tenía ni idea de quien era ese tipo. Loren le aclaró: "¡Es la mayor estrella del cine italiano!", concluye Reyero.
@JavierYusteTosi