Image: Las series se apropian del alegato final

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Cine

Las series se apropian del alegato final

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Una imagen de O.J.: Made in America

Los juicios ya no acaban en la sala del juzgado, sino en la pantalla de televisión. Cuatro series documentales recientes desgranan con una cantidad ingente de material audiovisual varios casos de asesinato, haciendo de la realidad el mayor aliado para la sorpresa y la tensión: The Jinx (El gafe), Making a Murderer, O.J.: Made in America y Muerte en León.

En 1993, en la deprimida localidad estadounidense de West Memphis (Arkansas), tres niños de ocho años fueron asesinados y mutilados de manera atroz, encontrándose sus cadáveres en un bosque cercano. El suceso provocó una intensa cobertura mediática que sometió a los detectives encargados del caso a una gran presión. Finalmente Damian Echols, Jason Baldwin y Jessie Misskelley, tres adolescentes de la localidad, fueron arrestados como responsables del crimen. Misskelley había confesado su participación en los hechos e incriminado a Baldwin y Branch, dos 'outsiders' algo extravagantes dentro de la comunidad, amantes del heavy-metal y de la ropa de color negro. La policía aseguró que el satanismo había sido el móvil del triple asesinato.

En este momento entraron en escena Joe Berlinger y Bruce Sinofsky, dos jóvenes realizadores que documentaron para la HBO el juicio de los tres acusados. El resultado de tal esfuerzo se materializó en Paradise Lost: Asesinato en Robin Hood Hills (1996), un inquietante y adictivo documental que ponía ante los ojos del espectador la peor de las pesadillas kafkianas. Si bien los tres jóvenes fueron condenados (Echols a pena de muerte y Baldwin y Misskelley a cadena perpetua), la película tejía una telaraña de dudas sobre los mecanismos de la justicia, desde la manera en la que la policía logra la confesión de Misskelley, que tiene un coeficiente intelectual muy bajo, hasta la estrategia de la acusación, más concentrada en relacionar a Echols y Branch con el satanismo que en presentar pruebas de peso.

Paradise Lost se convirtió en todo un fenómeno televisivo. Personas procedentes de todo el territorio de EEUU, conectadas a través de internet, crearon un grupo de apoyo a los tres condenados, defendiendo que habían sido tratados injustamente. Se rodaron dos continuaciones, en el año 2000 y en el año 2011, igual de sugestivas que seguían las posteriores apelaciones, al tiempo que se abrían nuevas líneas de investigación que señalaban a otros posibles culpables reales del asesinato. La tercera parte, titulada Purgatorio, se hizo con el Oscar al Mejor Documental.

Paradise Lost estableció las señas de identidad de un género, el del docudrama judicial, que en los dos últimos años ha generado cuatro de los productos televisivos más impactantes, seductores y adictivos. Se trata de The Jinx (El gafe) (2015), Making a Murderer (2015), O.J.: Made in America (2016) y Asesinato en León (2016). En ellos podemos establecer ciertos nexos de unión que los conectan de manera directa. Quizá el más destacado sea la utilización de técnicas dramáticas para la presentación de los hechos, cultivando la intriga propia del thriller, en especial el cliffhanger. Por otro lado, todos ellos exhiben una ingente cantidad de material audiovisual, signo definitivo de nuestro tiempo, procedente de los juicios, de entrevistas, de los medios de comunicación... Y por último, la utilización de un punto de vista que pretende convencernos de una absoluta objetividad para que el público, como si fuera miembro de un jurado popular, decida cuál es el veredicto. El resultado de cualquier manera es sumamente adictivo y cualquiera de estas series tiene golpes de efecto que a un guionista le costaría hacer pasar por plausibles.

El millonario y el eterno falso culpable

Una imagen de Making a Murderer

La primera serie documental que recogió el testigo de Paradise Lost fue The Jinx (El gafe) (2015), también creada por la HBO. Dirigida por Andrew Jarecki (Capturing de Friedmans), la producción de seis capítulos sigue las pesquisas en torno a la figura de Robert Dust, miembro de una de las familias más poderosas de Nueva York y posible culpable de tres asesinatos cometidos en un plazo de 30 años. Jarecki reconstruye los hechos, examina las pruebas y recoge testimonios, entre ellos el del propio Durst. El sospechoso se presta a participar en la serie con la idea de limpiar su nombre, convirtiéndose en uno de los personajes más complejos y contradictorios de la televisión reciente: o bien es el hombre con la peor suerte del mundo o un asesino despiadado. La intriga funciona como un reloj, salpicada por personajes secundarios que parecen salidos de la mejor novela negra, pero quizá el punto más controvertido de The Jinx (El gafe) sea el final, tan sorprendente como éticamente discutible. En cuanto a la factura, la serie es impecable, destacando una cabecera tan llamativa como la de cualquier otro clásico de la HBO.

El mismo año de la emisión de The Jinx (El gafe), Netflix estrenaba el que ha sido uno de sus proyectos estrella en su corta existencia, Making a Murderer. Distribuida en 10 capítulos de duración variable, siempre cercana a la hora, la serie de Laura Ricciardi y Moira Demos es un exhaustivo análisis del increíble caso de Steven Avery. Perteneciente a esa clase social estadounidense denominada peyorativamente como white trash (y por tanto en el polo diametralmente opuesto de Dust en la escala social), Avery fue exonerado en 2003 de la condena por agresión sexual e intento de asesinato de una mujer que le mantuvo en la cárcel durante 18 años. Al volver a su hogar en el Condado de Manitowoc, Wisconsin, y tras demandar por una suma millonaria a las fuerzas del orden que le habían llevado a prisión injustamente, Avery fue acusado de nuevo, en esta ocasión del asesinato de la fotógrafa Teresa Halbach. La serie se centra en los juicios y posteriores apelaciones que incumbieron a este último caso, pareciendo a veces un remake de Paradise Lost. Sin ir más lejos, fue el testimonio de su sobrino, que al igual que Misskelley tenía un coeficiente intelectual por debajo de la media, el que incriminó al propio Avery. Como en aquella ocasión, y esta vez podemos ver la grabación del interrogatorio, la policía parece más interesada en guiar la confesión que en esclarecer la verdad.

La serie destaca por la gran cantidad de imágenes que aporta ya que la pareja de directoras estuvo rodando durante cerca de 10 años y además contaron con la ventaja de que el Estado de Wisconsin es pionero a la hora de registrar en video todos los procedimientos policiales y legales. De nuevo aparecen personajes propios de una novela de género: el pervertido fiscal, el corrupto abogado defensor del sobrino, los íntegros abogados de Avery (que recuerdan al Gregory Peck de Matar a un Ruiseñor)… Quizá la mayor pega del documental es que falta el punto de vista de la familia de la víctima, Teresa Halbach. Por otro lado, el retrato de la América profunda a través de la familia de Avery es sobrecogedor.

Ambos documentales han tenido efectos inmediatos en los casos que retratan, algo que también heredan de Paradise Lost. Mientras que los hallazgos de Jarecki reabrieron una investigación que ya se consideraba cerrada, y que desde entonces ha mantenido a Robert Dust en la cárcel, la popularidad que alcanzó el documental sobre Avery provocó que Obama tuviera que emitir un comunicado para dejar claro que él no podía indultar al condenado, después de que miles de peticiones online se lo pidieran.

La celebrity y la madre resentida

Una imagen de Muerte en León

En 2016 se estrenó el documental de la ESPN O.J.: Made in America (no confundir con la ficción American Crime Story: The People vs O.J. Simpson), dirigido por Ezra Edelman (en España puede verse en Movistar+). Durante cinco capítulos de 90 minutos cada uno (en los que nos atreveríamos a decir que no sobra nada), la serie aborda minuciosamente la vida de O.J. Simpson, un afroamericano que enamoró a EEUU a través de sus proezas deportivas, y su posterior reconversión en actor y celebrity de Hollywood, para más tarde protagonizar uno de los procesos judiciales más famosos, polémicos y mediáticos de la historia reciente, acusado de asesinar a su exmujer Nicole Brown Simpson y a un amigo de ésta, Ronald Lyle.

Para los que no conozcan nada de los hechos narrados, la serie funciona de nuevo como magistral 'thriller', con episodios que desencajan la mandíbula a cualquier espectador, pero en este caso Edelman se detiene lo necesario para poder comprender los tres factores que estuvieron profundamente relacionados con el cuestionable veredicto del jurado: el racismo, la brutalidad policial y la veneración y adicción a la fama. O. J.: Made in America, quizá la experiencia televisiva más importante del 2016, trasciende la historia de un hombre para mostrarnos en carne viva una realidad abstracta: la auténtica alma de EEUU. Entre la infinidad de detalles que sobrecogen de este genial trabajo destacan los pocos escrúpulos de la defensa de Simpson (el abogado afroamericano Johnnie Chrocan se atrevió a comparar a uno de los policías que participó en la investigación con Hitler en su alegato final).

Por último, en diciembre de 2016 se estrenaba en Movistar+ la que para muchos es la serie española del año. Se trata de Muerte en León, una serie documental dirigida por Justin Webster que con los mimbres de las obras ya referidas se adentra en la historia del asesinato de Isabel Carrasco, la presidenta de la Diputación de León. Montserrat González y Triana Martínez, madre e hija, fueron detenidas rápidamente y al día siguiente Raquel Gago, una policía local, entregó el arma del crimen. La serie se vertebra a través de las imágenes del juicio a estas tres mujeres, en el que la defensa se afana en hacer única responsable a la madre para salvar a la hija y a la policía. Si en O.J.: Made in America accedemos a vislumbrar la esencia del alma americana, aquí vislumbramos buena parte de la idiosincrasia de la España de provincias: por un lado, el abuso de poder de los que están arriba y, por el otro, el esmerado cultivo del odio por parte de los que están abajo. Un excelente trabajo periodistico y televisivo que no desmerece a las otras producciones ya mencionadas. ¡Se levanta la sesión!

@JavierYusteTosi