Image: Entre niños anda el juego

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Cine

Entre niños anda el juego

De niños y Capturing the Friedmans tratan el abuso a menores

25 marzo, 2004 01:00

Capturing the Friedmans

Llegan a las pantallas, casi simultáneamente, dos excelentes películas documentales que abordan dos casos de corrupción de menores y su relación con el sistema judicial y la prensa. De niños, de Joaquín Jordá, desentraña el escabroso "caso Raval" de Barcelona; mientras que Capturing the Friedmans, dirigida por el norteamericano Andrew Jarecki, es la crónica de una familia estadounidense que asiste al encarcelamiento del padre y de unos de los hijos acusados de pederastia. Carlos F. Heredero realiza para El Cultural un análisis comparativo de ambas películas.

Desde la irrupción de la posmodernidad, la realidad se ha vuelto definitivamente esquiva para las cámaras del cine y éste, a su vez, le paga con la misma moneda. La ficción se ha hecho escéptica sobre su propia capacidad para representar la realidad y, con llamativa frecuencia, da vueltas sobre sí misma para tratar de reencontrar su lugar en el nuevo universo audiovisual. Incluso el documental, un género que supuestamente posee mayor capacidad para dar cuenta de lo real, se ha vuelto desconfiado y, como consecuencia de este descreimiento, ha incubado en su propio seno la forma mestiza del "falso documental" -nueva modalidad de ficción- para ponerse en escena a sí mismo en tanto que construcción organizada.

Y si ahora es más difícil que nunca, incluso para el documental, atrapar una realidad cada vez más escindida, no debería resultar extraño que este mismo género eche mano de todo tipo de recursos cautelares y de resortes metarreflexivos cuando decide enfrentarse con el resbaladizo tema de la pederastia. La conciencia clara de jugar con fuego, de pisar arenas movedizas capaces de arrastrar al fondo del pantano, por igual, a víctimas reales (los niños) y a víctimas supuestas (adultos acusados sin pruebas definitivas), a negocios sucios y a vidas respetables, hace que el género desconfíe de sí mismo y pida ayuda a otras formas de ficción, o a otros tipos de documento, para ensayar su aproximación al tema.

Este interesante mestizaje de géneros, de formas de representación, de códigos narrativos y hasta de soportes puede detectarse en dos elocuentes trabajos que van a confluir sobre nuestras pantallas: la investigación de Joaquín Jordá en la trastienda del "Caso Raval", en las facetas menos conocidas del escándalo escenificado en el barrio chino de Barcelona por la detención y acusación de algunos implicados en un turbio asunto de abuso de menores (De niños), y la correlativa indagación llevada a cabo por el norteamericano Andrew Jarecki en la historia de la familia Friedman quince años después de la detención, el juicio y el encarcelamiento del padre y de uno los hijos, acusados ambos de abusar sexualmente de varios niños (Capturing the Friedmans).

Son dos productos muy diferentes, pero tanto Jordá como Jarecki muestran una voluntad común de no quedarse en la superficie, de no aceptar como verdades los titulares periodísticos de uno y otro caso, de profundizar en las implicaciones de fondo -sociales y familiares, económicas y morales- que subyacen a los lugares comunes manoseados hasta la náusea en las dos historias. El cineasta español (vanguardia de la histórica "Escuela de Barcelona", guionista de directores como Mario Camus o Vicente Aranda, director asimismo de documentales tan singulares como El encargo del cazador o Monos como Becky), y el realizador americano (un debutante neoyorkino, que filma con éste su primer largometraje), saben, los dos, que no pueden contentarse con la delimitación oficial de víctimas y verdugos, por lo que buscan su propia verdad al margen de sentencias judiciales y de formas narrativas convencionales.

Y la verdad que se abre paso bajo el sensacionalismo agitado en el Raval barcelonés es una turbia maraña de intereses urbanísticos, connivencia de la prensa con poderes inconfesables, hipocresía moral, oscuras complicidades policiales, venalidad judicial, estrategias vecinales, miseria social y tejido político. Las gentes del barrio, los policías, los periodistas, el juez, los acusados y las víctimas, los urbanistas y los políticos se cruzan y se interpelan entre sí ante la cámara curiosa, siempre inquisitiva, de un cineasta dueño de una mirada tan libre como insobornable.

Una mirada que trata de apartar cuantos obstáculos se interponen entre el espectáculo mediático y la compleja trama de intereses que bulle bajo los titulares sensacionalistas de aquél, que pugna por horadar las apariencias -siempre engañosas- en busca de una dialéctica capaz de iluminar las parcelas más oscuras y menos tranquilizadoras del caso. Los compromisos y las servidumbres de los partidos políticos que gobiernan el ayuntamiento de la ciudad, las grandes inversiones que se mueven en torno a la remodelación urbanística del barrio, la manipulación de la prensa al servicio de fuentes interesadas, el debate en torno a la modernización de un hábitat social degradado y de los métodos empleados son, entre muchas otras, algunas de las grandes cuestiones que derivan de la indagación y del montaje realizado por Jordá en De niños.

Bajo el retrato caleidoscópico que propone Capturing the Friedmans hierven, a su vez, otras tantas y esquivas dimensiones no menos complejas: la doble moral de la sociedad norteamericana, los fundamentos del sistema judicial, la pertinencia de los métodos empleados por la investigación policial, la desintegración de la célula familiar, los autoengaños de la conciencia para sostener la difícil tarea de sobrevivir al desenmascaramiento de la verdad. El tejido interno, las enfermedades ocultas y las pulsiones más inquietantes que palpitan bajo las edificantes apariencias de una respetable familia de la acomodada sociedad de Long Island son, aquí, el objeto de análisis de unas imágenes que tampoco se conforman con los diagnósticos oficiales.

Andrew Jarecki persigue, obstinado, la escurridiza dimensión de verdades subyacentes o tangenciales que parecen escapársele, una y otra vez, entre fotograma y fotograma. Interrogar a la esposa del marido encarcelado por violar a los niños a los que daba clase o al hermano del hijo condenado por los mismos delitos no es tarea fácil. De ahí que las declaraciones de los implicados lleven dentro, con frecuencia, tanta necesidad de exorcizar la verdad como de encubrirla o de embellecerla para poder seguir viviendo con el peso de una memoria que amenaza con aplastar su presente.

El empeño del americano encuentra un cauce fructífero porque dispone de un material inapreciable: las películas caseras grabadas por los propios miembros de la familia Friedman. Las imágenes filman al padre, a la madre y a los hijos, en su vida cotidiana, antes y después de que saltara el escándalo y de que todos ellos se convirtieran en pasto de otras imágenes sobre las que ya no tendrán ningún tipo de control. La obsesión de la familia por ponerse en escena a sí misma se convierte, así, en una poderosa palanca que Jarecki utiliza como herramienta dialéctica para confrontarla con la esquiva realidad contemporánea de los protagonistas.

El choque entre las imágenes de Jarecki, los discursos de las personas entrevistadas y las películas de los Friedman articula una construcción que deja al espectador la posibilidad de analizar y de entender, de interrogarse y de dudar, de hacerse una composición de lugar o de permanecer sumido en la perplejidad. Y lo mismo ocurre, si bien con instrumentos diferentes, en la película española, donde las entrevistas a los implicados, las imágenes del barrio y el feroz documento que constituye la filmación del juicio real (una pieza valiosísima, que justifica casi por sí sola todo el film y que resulta demoledora en su retrato del juez) deben convivir -de forma "brechtiana" y dialéctica- con las interpretaciones musicales de Albert Plá y con las escenificaciones teatrales del grupo "La vuelta".

La vieja ficción de vocación testimonial y realista, el documental clásico de voluntad didáctica y cartesiana (las dos formas narrativas que habían conformado mayoritariamente hasta ahora el reflejo de lo real) dejan paso a formas más complejas y más adultas, menos confiadas en su propia capacidad para ofrecer una imagen-espejo. Formas plenamente conscientes de que la propia realidad se ha convertido ya, de por sí, en una representación y de que el formato documental sólo puede enfrentarse a semejante desafío oponiéndole, a su vez, nuevas y autorreflexivas formas de representación sustentadas sobre códigos cargados de escepticismo.

De niños
Dirección: Joaquín Jordá
Guión: Joaquín Jordá y Laia Manresa
Producción: Massador Producciones (España)
Estreno: 26 de marzo 2004
Duración: 186 minutos

Capturing the Friedmans
Dirección y guión: Andrew Jarecki
Producción: Peter Bove (Estados Unidos)
Estreno: 2 de abril 2004
Duración: 107 minutos