Las dos oportunidades de Hang Song-soo
Jeong Jae-yeong y Kim Min-hee en una escena de Ahora sí, antes no
El director surcoreano estrena Ahora sí, antes no, donde reflexiona sobre la dificultad de hacernos entender y ser juzgados por cómo somos y no por cómo nos comportamos.
Como es habitual en el autor de películas importantes del cine contemporáneo como Un cuento de cine (2005) o Ha ha ha (2010), en Ahora sí, antes no apenas pasa gran cosa salvo esos encuentros casuales tan rohmerianos que le gustan tanto trufados de conversaciones donde se reúnen la galantería y el ingenio. Con guion del propio director, tiene visos de retrato autobiográfico al plantear una anécdota minúscula probablemente cierta: el cineasta viaja a una ciudad de provincias, allí conoce a una joven admiradora por la que siente un adúltero interés y finalmente hace el ridículo en la presentación del filme enfureciéndose contra un crítico relamido que interpreta su obra de forma pedante.
Jeong Jae-yeong y Kim Min-hee protagonizan Ahora sí, antes no
Nada más, salvo que lo vemos dos veces. En la primera no conquista a la chica y queda en evidencia en una sala de cine llena de gente. En la segunda, quizá sí seduce a la joven pintora y se muestra comprensivo ante las tonterías del crítico. Con una duración excesiva, las dos horas se pueden hacer largas, el cineasta reflexiona también en el filme sobre su propia profesión y los males y delicias de la fama. Irritado por su condición de famoso cuando le gustaría pasar desapercibido, Sang Soo tampoco es capaz de no utilizar su celebridad para conquistar a la artista ni de sentir un cierto placer narcisista por su consideración de hombre prestigioso.Es posible que algunas personas les ponga histéricas las películas de Sang Soo. Las conversaciones entre los personajes, siempre la base de sus filmes, son larguísimas y por momentos se deleitan en su propia repetitividad. Hay en el coreano una voluntad por captar lo cotidiano y aburrido de la vida, la forma un tanto cansina y desangelada en la que tendemos a vivir nuestra propia existencia. Su gran mérito en este bello filme es encontrar rendijas de luz y de poesía en una realidad gris en la que, además, no hay posibilidad de dar marcha atrás. En eso consiste precisamente la propia vida. Y en lo contrario, el cine.
@juansarda