Julio Medem
Cinco años de silencio han sido suficientes. Julio Medem, celebrado como el genio grave, sublime y romántico del cine español en los años noventa, regresa a las pantallas. Penélope Cruz protagoniza Ma ma, un melodrama en torno al cáncer que apunta a las entrañas del espectador. Coincidiendo con su estreno en España, el Festival de Toronto, que arranca el día 10, la presenta internacionalmente. El Cultural ha hablado con el cineasta vasco sobre su regreso.
Nos recibe en una casa en el campo donde el director está escribiendo su próximo proyecto. Porque Medem escribe muchísimo y asegura tener varios guiones que algún día espera que puedan materializarse. Cuando se le pregunta por los felices 90, recuerda una "época fantástica" en la que tenía la certeza absoluta de que cada una de sus ideas acabaría convirtiéndose en una película. Llegó la crisis y el cineasta ahora debe luchar por cada uno de sus proyectos. En el caso de Ma ma, cumplió con un viejo sueño, trabajar con Penélope Cruz: "No te voy a decir cuáles pero he escrito varios papeles pensando en ella que al final y por varias circunstancias no pudo hacer. Siempre existió ese anhelo de trabajar juntos. Cuando ella regresó a España me llamó porque sabía que tenía varios proyectos y decidí mandarle el guión de esta película. Le gustó muchísimo, lloró al leerlo, y me dijo que además de protagonizarlo quería co-producirlo. Cuando ya tenía claro que iba a ser ella, me volví a encerrar con el guión para adaptarlo. Cosa que me gustó mucho".
De la escultura al cine
Penélope Cruz es Magda en Ma ma
Ma ma surge de la contemplación de una obra de arte: "Vi una exposición en Düsseldorf, una escultura de una mujer de bronce, en la que no está muy claro si está pariendo un niño o se está retorciendo en el suelo. Me propusieron participar en una película colectiva con varios directores inspirados en obras de arte y a partir de allí me puse a escribir. Es una escultura que no he podido ver más porque el impacto es enorme. Vi la idea del cáncer en el tormento de esa mujer y aunque la película colectiva no salió, yo sí me puse a escribir. Después, cuando entró Penélope incorporó cosas. Ella es muy lista, muy clara, y tuvo algunas ideas brillantes que me gustaron mucho".-La interpretación de Penélope cobra todo el protagonismo, vemos a una actriz trabajando de una manera muy artística, muy orgánica. ¿Cómo fue ese proceso con ella?
-Yo estaba entusiasmado e intuía que lo iba a hacer muy bien. Pero luego cuando comencé a rodar no me hubiera imaginado que pudiera llegar tan lejos. Ella quizá sí lo podía saber, yo desde luego no. Está a una gran altura. Penélope tiene un lado muy terrenal, yo parto más del aire, del inconsciente, y me viene muy bien. Siempre digo que me siento madre de todas mis películas, pero en este caso Penélope es una fuerza creativa fundamental. A ella no le gusta ensayar, cosa que a mí sí, y en este caso la entendí porque era muy difícil estar en ese lugar tan difícil tantas veces. En el rodaje me llevé esa sorpresa y fue todo un espectáculo. Es uno de esos casos en los que ves cómo el actor pone su alma. Ella estaba muy conmovida y estimulada, creía profundamente en su personaje. También es importante que tuviera mucha confianza en mí como director.
En este filme que Medem define como "luminoso" y un "canto a la vida", así como un homenaje a las mujeres que han muerto o han superado un cáncer, Penélope Cruz es Magda, una maestra en paro y madre de un niño de 11 años, que sueña con ser futbolista, a la que acaba de abandonar su marido por una chica más joven. Angustiada por su falta de perspectivas laborales y el futuro de su hijo, triste por el abandono del esposo, el anuncio del cáncer se cuela casi impertinente en una vida ordenada, como todas, sin contar con la posibilidad de la propia muerte. Mujer luchadora, inteligente y fuerte, Penélope Cruz da vida a esa clase media castigada por la crisis en un filme en el que el contexto social aparece más como subtexto que como tema en sí mismo. Pero hay situaciones conmovedoras, como la emoción que la actriz logra dar al momento en que su hijo, recordándole su vieja profesión, le dice que es "muy buena maestra" y la profesora en paro casi se echa a llorar. La aparición de Luis Tosar en un partido de fútbol, ojeador del Real Madrid, supone una posible luz de esperanza. Y entonces Tosar pierde en un accidente a su hija, su esposa entra en coma y de pronto Magda pasa de "enferma" a cuidadora, de víctima a personaje fuerte ante una tragedia mayor que la suya. Y en medio, un médico (Asier Etxeandía) que canta (literalmente) y se enamora (platónicamente) de su hermosa paciente.Con Lucía y el sexo me metí muy dentro de la sexualidad femenina. Ya han pasado quince años y tengo escrito el guion de la secuela"
Bajo la piel femenina
Luis Tosar interpreta a un hombre que ha perdido a su familia en un accidente
-Eso comenzó en realidad antes. La primera sensación de estar trabajando con un personaje de mujer fue con Los amantes del círculo polar (1998). Los dos protagonistas, Otto y Ana, cuentan su vida en primera persona. Y cuando escribí la parte de Ana realmente sentí que estaba trabajando dentro del personaje. Concibo Los amantes... y Lucía y el sexo como dos películas simétricas. Lucía empezó siendo una nueva oportunidad para Ana y luego cogió vida propia. Allí me metí muy dentro de la sexualidad femenina. Ya son quince años. Yo trabajo desde el inconsciente y cuando busco, sale la mujer. Todos podemos ser todo, está contenido allí dentro. He desarrollado esa vía. Ya tengo escrita la continuación de Lucía y el sexo. Al final, lo importante es esa pregunta: ¿Qué haría yo en el lugar de esa persona? Esa trasposición por la que te sientes identificado durante dos horas con alguien que no eres tú.
-La acumulación de casualidades es muy propio de su cine. ¿No teme a veces los atentados contra la verosimilitud?
-Hay un autor que está llevando eso y el espectador ya lo sabe. Es una cuestión psíquica mía. Luego trato de que se parezca lo más posible a la realidad. Son dos relatividades. Para mí hay dos películas, la primera Ma y la segunda ma. Primero Magda es abandonada por su marido y le descubren el cáncer. Pero comparado con la tragedia de Arturo, ella se da cuenta de que por lo menos puede vivir y tiene a su hijo. Ante cualquier noticia, te puedes consolar con lo que les pasa a los demás. Otra relatividad. Y luego la segunda ma, y ahí de pronto aparece el embarazo.
-Decía André Gide que con los "buenos sentimientos sólo se hacen malas novelas". ¿Es un riesgo hablar de la bondad?
-Son todos buenos, son buenísimos. Aquí el malo es el cáncer, es el que funciona como antagonista. El cáncer como mal tiene algo muy esencial y es que es muy bestia. No has hecho nada para merecerlo. Y al mismo tiempo es el que produce que todos saquen lo mejor que tienen. La presencia del cáncer crea una catarsis que también es amorosa. Cuando pones la muerte cerca en el tiempo, la vida se potencia muchísimo. Por eso digo que es una película luminosa, un canto a la vida.
Un pacto emocional
Asier Etxendía es el médico de Magda (Penélope Cruz)
-En esa relación amorosa entre Magda y Arturo interviene el "interés". La idea clásica es que el amor es desinteresado.-A veces también la mujer se enamora de un buen pacto emocional. En el caso de ella, también se enamora de ayudarle y socorrerlo. Él todavía está muy perdido para recibir amor y para darlo. Esta película es una historia de amor.
-Hay un momento en el que ella, mirando a su hijo jugar al fútbol, de repente se da cuenta de que no lo verá crecer. Está en esa lucha contra el sentimiento del frío y del miedo. Ella no cree en la trascendencia del alma. A la música la llamábamos "alma sin cuerpo". Ella cree en la vida pero al mismo tiempo entiende que haya quien crea que existe otra. Sí hay una idea muy clara y es que el alma de los muertos irá adonde decida el amor de los que se quedan. Pitágoras decía que Dios somos nosotros, nuestro ánimo de perfección, eso es Dios. Qué sucede después de la muerte es otro asunto. Puede haber gente con una espiritualidad pero quizá hay menos personas que piensan que nuestra alma va a algún sitio cuando morimos. Pero hay una gran duda. Epicuro decía: "Morimos, ¿y qué?". Vamos a disfrutar en la vida, pero sin hacer daño. Esa búsqueda del placer puede percibirse como una herejía. Parece que tenemos que sufrir, que somos mejores hijos de Dios porque somos cristianos, pero Epicuro ya dijo que hay que acercarse al placer y alejarse del dolor.
-La crisis aparece de forma soterrada.
-La crisis es durísima y hay que pensar en las consecuencias psíquicas, en lo que afecta a la vida de la gente. Me gusta mucho el ejemplo de la maestra. Ella dice a su hijo que escuche sus teorías pero que también escuche otras. Una buena maestra tiene que enseñar a pensar. Y eso es algo que he vivido mucho en mi casa con mi madre. Cuando vea la película lo va a reconocer. Cuando Magda pierde su profesión, pierde algo esencial.
-Un factor clave es ese niño que debe reaccionar ante la enfermedad de su madre.
-Los niños son muy egoístas, cuando educas hay que tener especial cuidado en lo importante que es ser solidario con los demás. Se plantea un dilema: ¿debe saber el niño que su madre está muy enferma? Yo creo que no. Es demasiado brutal.
-No es una película intelectual, ¿quería trabajar desde la emoción?
-Todo tiende a la luz. A veces la película tiene un ritmo de valseto. Hay emoción pero no quiero subrayarlo. Los personajes casi no lloran. Se celebra la vida. Tras ver la película uno tiene ganas de abrazar a los seres queridos.
@juansarda