Angelina Jolie estrena este jueves su segunda película como realizadora, Invencible (Unbroken). Recordamos a las actrices que, tanto delante como detrás de la cámara, han demostrado un estilo apreciable

A lo largo de la historia del cine muchas actrices han probado suerte en la dirección. Ha habido grandes intérpretes que no han sabido trasmitir su talento a la cámara como es el caso de Diane Keaton, actrices mediocres que se han convertido en realizadores de prestigio como Sofía Coppola y también actrices limitadas que han sido igual de mediocres a uno y otro lado de la claqueta (véase Drew Barrymore). Sin embargo, existe una clase especial de mujeres que en ambas facetas demuestran un gran talento y estilo.



Angelina Jolie





Angelina Jolie, con motivo de la promoción y el estreno de su última película, ha hecho público su deseo de abandonar la interpretación de manera definitiva para ver la acción desde la silla del director. Aunque en Hollywood rara vez se cumplen estas 'amenazas' (¿cuántas veces ha hecho su última película Steven Soderbergh?) lo cierto es que, la que antaño fuera heroína por excelencia del cine de acción con películas como Salt (Phillip Noyce, 2010), Wanted (Timur Bekmambetov, 2008), Sr. y Sra. Smith (Doug Liman, 2005) y Lara Croft: Tomb Raider (Simon West, 2001), ha cogido carrerilla detrás de la cámara. Esta semana estrena su segunda película Invencible (Unbroken), un drama bélico basado en hechos reales y escrito nada menos que por los hermanos Coen.



La hija de Jon Voight debutó en la dirección en 2011 con En tierra de arena y miel, un proyecto arriesgado sobre la Guerra de los Balcanes que, aunque pasó bastante desapercibido para el gran público, sorprendió gratamente a la crítica por lo inesperada de la propuesta. Y en 2015 estrenará su tercer largo, By the Sea, en el que también escribe el guion y en el que ya se contradice a sí misma para interpretar a una de las partes de la pareja protagonista. La otra la encarna su actual marido, Brad Pitt. El morbo está asegurado.



Julie Delpy





Antes de cumplir 25 años, Julie Delpy ya había trabajado a las órdenes de algunos de los mejores directores europeos. Atiendan a la lista: Jean-Luc Godard, Leos Carax, Bertrand Tavernier, Carlos Saura, Volker Schlöndorff y Krzysztof Kieslowsky. Sin embargo fue a los 26 años cuando recibió el papel que, a la larga, supondría el proyecto más apasionante de su carrera: la Céline de la trilogía romántica Antes de... de Richard Linklater. Desde entonces, su carrera como intérprete, desarrollada entre Francia y Hollywood, ha sido algo irregular. Quizá por ello, en 2007 decidió ponerse tras la cámara, para optar a algunos papeles que ya le eran esquivos.



Desde entonces ha rodado cuatro películas: Dos días en París (2007), La Condesa (2009), El Skylab (2011) y Dos días en Nueva York (2011). Y ha demostrado como directora un gran dominio del ritmo para la comedia y la capacidad de imprimir a sus cintas el encanto que derrocha como actriz.



Jodie Foster





Con 13 años, y ya con unos cuantos papeles en el cine a sus espaldas, Martin Scorsese le brindó el papel de la prostituta adolescente que desencadena la explosión de violencia de Travis Bickle / Robert De Niro en Taxi Driver, papel por el que fue nominada al Oscar. Años más tarde recibiría el galardón, primero, por el drama Acusados (Jonathan Kaplan, 1988) y, más tarde, por el thriller El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991). Desde entonces se ha convertido en una de las actrices más solventes de la industria de Hollywood compaginando grandes producciones como Contac (Robert Zemeckis, 1997) o Ana y el rey (Andy Tennant, 1999) con películas más pequeñas a las órdenes de directores como Neil Jordan o Roman Polanski.



Sin embargo, Foster mostró interés por la dirección desde bien joven y antes de cumplir los 30 ya había dirigido su primera película, la agradable El pequeño Tate (1991), una obra en la que la actriz volcaba parte de sus experiencias como niña prodigio y en el que se reservó uno de los papeles protagonistas. Más tarde, se limitaría a las funciones de la dirección en A casa por vacaciones (1995), una cinta que se mueve con elegancia entre el drama y la comedia, los elementos que normalmente protagonizan los pormenores de cualquier reunión familiar. La actriz no volvió a dirigir hasta 2011, cuando estreno El Castor, una excéntrica película sobre un hombre con una profunda depresión que proyecta su personalidad en una marioneta de castor que lleva siempre en la mano. Foster recuperó para la película a un Mel Gibson perdido en mil polémicas y logró que el actor rindiese a su mejor nivel, demostrando una gran capacidad para la dirección de actores.



Liv Ullmann





Liv Ullmann, tras protagonizar Persona (1966) de Ingmar Bergman junto con Bibi Andersson, se convirtió en la actriz fetiche del director sueco, lo que ya da la talla de la gran categoría de esta actriz que en los últimos años ha estado algo desaparecida de la gran pantalla, centrada en su faceta teatral. No obstante, con tres cuartos de siglo a sus espaldas, acaba de estrenar en España La señorita Julia (2014), versión de la obra de August Strindberg que dirige con gran apego al original, dejando el peso de la acción en las interpretaciones de sus tres actores, unos magníficos Jessica Chastain, Colin Farrell y Samantha Norton.



Esta es la quinta película en la que Liv Ullmann se sienta en la silla del director tras Sofie (1995), Kristin Lavransdatter (1995), Encuentros privados (1996) e Infiel (2000). Las dos últimas son adaptaciones de textos de Bergman, una influencia enorme en el estilo de la actriz.



Valeria Bruni-Tedeschi





Valeria Bruni-Tedeschi, hermana de la célebre ex primera dama francesa Carla Bruni, ha desarrollado una larga y exitosa carrera como actriz entre Italia y Francia. Debutó de la mano de Patrice Chéreau en Hotel de France (1987) y después ha trabajado a las órdenes de directores como Françoise Ozon, Claire Dennis e incluso Steven Spielberg. Como directora debutó en 2003 con Es más fácil para un camello... (2003), a la que siguieron Actrices (2007) y la reciente Un castillo en Italia (2013). Todas ellas películas de una gran sinceridad que parten de episodios autobiográficos de la actriz (que también ejerce en todas ellas de guionista) para crear un artefacto en el que realidad y ficción se confunden.



Sarah Polley





La actriz canadiense Sarah Polley, al igual que Jodie Foster, Julie Delpy y Angelina Jolie, estuvo relacionada con el mundo del cine desde su más tierna infancia. Con 9 años interpretó uno de los papeles principales de Las aventuras del barón Munchausen (1988) de Terry Gilliam. En su dilatada carrera como actriz, de estrecha vinculación con el cine indie americano, dos directores han jugado un papel principal: su compatriota Atom Egoyan y la española Isabel Coixet. También se cruzaron en su camino directores de la talla de David Cronenberg (otro ilustre canadiense) y Michael Winterbottom.



Hasta ahora Polley ha dirigido dos largometrajes y un documental. Su primera película, Lejos de ella (2006), parece un compendio de todo lo aprendido a las órdenes de Egoyan y Coixet, dos directores muy cercanos estilísticamente, y cuenta con el incomparable incentivo de tener a Julie Christie como actriz principal. La segunda, Take this Waltz (2011), es una interesante vuelta de tuerca a la comedia romántica vista desde el lado más femenino que no acaba de cuajar. Sin embargo, la obra que la ha puesto en el punto de mira es el documental biográfico Stories We Tell (2012), una ingeniosa construcción de la memoria familiar.



Icíar Bollaín





Icíar Bollaín debutó como actriz en una de las películas trascendentales de la cinematografía española, El sur (1983) de Víctor Erice. Desde entonces se ha puesto a las órdenes de grandes directores como Manuel Gutiérrez Aragón, José Luis Cuerda, Ken Loach y José Luis Borau. Como realizadora se estrenó con Hola, ¿Estás sola? en 1995 y ha rodado otras seis películas entre las que destacan Te doy mis ojos (2003), un brillante acercamiento al problema de la violencia de género, y También la lluvia (2010), un gran ejercicio de cine social escrito por su marido Paul Laverty, guionista habitual de Ken Loach.