Benicio del Toro, guerrillero del cine
Benicio del Toro
El actor puertorriqueño recibe este viernes en el Festival de San Sebastián un merecido Premio Donostia a una carrera plagada de proyectos personales a las órdenes de directores de la talla de Steven Soderbergh, Alejandro González Iñárritu, Abel Ferrara o Terry Gilliam.
Su primer papel en el cine, en 1989, consistió en hacer de malo en una de James Bond, un comienzo prometedor si no fuera porque el agente 007, interpretado en aquel entonces por Timothy Dalton, se encontraba en horas bajas. En 1993, como buen presagio de un carrera de éxito, Bigas Luna, gran descubridor de talentos, le daría un papel en la tetosterónica Huevos de oro. Volviendo a Hollywood, antes del papel de Fred Fenster en Sospechosos habituales, a Del Toro le dio tiempo de ponerse a las órdenes del gran Peter Weir en un pequeño papel en Sin miedo a la vida (1993). Después seguiría colaborando con directores de prestigio como Julian Schnabel en Basquiat o Abel Ferrara en The Funeral, ambas películas de 1996. Posteriormente, cambiaría su fisionomía para interpretar al pasado de rosca y lunático abogado Dr. Gonzo en Miedo y asco en las Vegas (1998), adaptación llevada a cabo por Terry Gilliam de la obra de Hunter S. Thompson que, aunque fue un sonoro fracaso en taquilla, se ha ido convirtiendo poco a poco en una película de culto.
El efecto 2000 le sentó de maravilla a Del Toro. Tras participar con desenfado en un pequeño papel en Snatch: Cerdos y Diamantes de Guy Ritchie, llegaría la película que le dio por fin derecho a defender sus primeros proyectos. Steven Soderbergh le brindaba el papel de Javier Rodríguez en la coral Traffic, aupándose a la primera línea con el Oscar a mejor actor de reparto. Espoleado por el éxito, trabajaría a las ordenes de Sean Penn en El juramento y de William Friedkin en The Hunted. Poco después volvería a ser nominado por su papel en 21 gramos (2003) de Alejandro González Iñárritu.
En 2008 volvería a trabajar con Soderbergh para entregar la interpretación más importante de su toda su carrera en el díptico sobre el Che, un proyecto muy personal en el que también desempeñó la función de productor. Con esta película conseguiría una merecida Palma de Plata en Venecia y el Goya al mejor actor. Tras dos merecidos años de descanso volvería con un fallido blockbuster, El hombre lobo del artesano de los efectos especiales Joe Johnston, primera vez que la meca del cine le ofrecía un papel protagonista. Después daría rienda suelta al histrionismo en Savages (2012) de Oliver Stone.
En 2014 ha participado en el bombazo del año, la producción de Marvel Guardianes de la Galaxia y en el Festival de San Sebastián presenta un prometedor biopic del narcotraficante colombiano Pablo Escobar, Paradise Lost de Andrea Di Stefano. Del Toro sigue apostando por proyectos arriesgado por los que con toda seguridad tendrá que ampliar sus estanterías ya plagadas de premios: un Oscar, un Globo de Oro, un BAFTA, un Oso de Plata...