Isabelle Huppert, en un momento de En otro país
Criaturas desvalidas y emociones extraviadas. El coreano Hong Sang-soo estrena en nuestra cartelera 'En otro país', una película protagonizada por Isabelle Huppert en la que exhibe sus influencias y su sensibilidad narrativa.
Al decir de Picasso, Hong Sang-soo es como ese pintor que pinta siempre la misma manzana. Por eso podemos entrar en su universo desde cualquiera de sus esquinas. La manzana es la misma.
Obsesiones y búsquedas
Pese a que no ha dejado de caminar (en círculos o en línea recta) hacia la depuración de un estilo insobornable -ningún otro cineasta asiático ha explorado su cultura a partir de una sensibilidad cinematográfica tan europea-, sus películas forman un todo orgánico, como si fueran variaciones de un mismo tema, un palimpsesto de obsesiones, personajes y búsquedas claramente definidas y conectadas entre sí. De hecho, suele estructurar sus películas bajo ese espíritu fragmentador, a partir de múltiples piezas que solo en apariencia adquieren autonomía propia, como los capítulos de una novela. En The Day He Arrives (2011), por ejemplo, identificamos el particular Día de la Marmota de Hong Sang-soo: varios días en la vida de un director de cine de regreso a su ciudad, Seúl, que parecían el mismo día.En base a esa convergencia de temas, este cineasta que despertó al poder de las películas narrativas -al principio, solo hacía filmes conceptuales- tras extasiarse con Diario de un cura rural de Bresson, construye también En otro país (2012), la primera de sus películas que se estrena en salas españolas. Y la circunstancia, aunque sea accidental (o debida a Isabelle Huppert), no deja de ser conveniente. No sólo porque su último largometraje (aunque ya tiene otro terminado) se ofrece como elocuente síntesis de los rasgos más visibles de su cine -su fijación por las relaciones entre sexos, su ligereza formal, su pasión novelesca por el relato-, sino porque introduce por primera vez una presencia occidental en su universo: Anne, una francesa de visita en Mahong, sobre quien pivotan las tres historias sensiblemente distintas y destiladas que la película pone en escena. Clave formal: "Manipular y filmar una realidad no estilizada de manera tal que el resultado tenga estilo". Clave humorística: "Lo cómico viene de lo que la gente repite sin darse cuenta". Como si fueran las Notas sobre el cinematógrafo de su admirado Bresson, el director coreano vuelve a seguir al pie de la letra sus propios aforismos.
De un lado, la búsqueda estética de En otro país comparte la extraordinaria sencillez de sus películas, que discurren como el flujo de un río cinematográfico, estilizando lo real; del otro, concentra todo su humor en las variaciones de uno de los personaje más hilarantes y entrañables del cine contemporáneo (atentos al socorrista). Hong Sang-soo nos entrega así, de nuevo, otra lección de sabiduría narrativa, de cómo filmar de frente a sus criaturas desvalidas y describir desde el exterior sus emociones, de cómo hacer nacer de la sucesión de anécdotas triviales un espectro de análisis tan amplio y profundo de la naturaleza humana. Todo ello en el país de Hong Sang-soo. O en otro país. El del cine, por ejemplo.