Rosario "La Tremendita" y Rocío Molina en Afectos. Foto: Tamara Pinco.

Ritmo, cante, cuerpo y silencio. Rocío Molina y Rosario ‘La Tremendita' llevan Afectos a La Abadía dentro del Festival de Otoño a Primavera de Madrid.

El flamenco es un arte dual que ha sabido vivir en recintos para un gran público mientras cultiva su esencia en espacios íntimos. Esa cualidad tan preciada puede sobrevivir también en espacios y contextos más amplios, pero el equilibrio es delicado. Los momentos de verdad en los grandes escenarios son realmente memorables y suelen considerarse arte con mayúsculas.



El flamenco contemporáneo se enfrenta además a otra dualidad: cómo trasmitir la esencia de un arte de raíces mientras satisfacen sus inquietudes como creadores e intérpretes de su tiempo. ¿Cómo lograr el equilibrio entre el pensar y el sentir? Estos planteamientos están nutriendo algunos de los proyectos más interesantes de la escena actual. Uno de los nombres que destaca es el de la bailaora malagueña Rocío Molina, cuyo último trabajo, Afectos, creada con la cantaora Rosario Guerrero ‘La Tremendita', estará en el madrileño Teatro de la Abadía dentro del Festival de Otoño a Primavera el próximo jueves, día 30. Cuenta con la participación del contrabajista Pablo Martín y dramaturgia, espacio escénico e iluminación de Carlos Marquerie, que acompañó a Molina en el potente Cuando las piedras vuelan. Rocío Molina ha impresionado como intérprete desde una edad muy temprana, por su arrojo y técnica versátil y arrolladora, pero también por la inquietud creadora que le ha impulsado a arriesgarse en campos poco habituales en el flamenco. A sus 28 años, tiene ya en su haber una serie de trabajos sólidos, más de una docena de premios, entre ellos el Nacional de Danza 2010, un calendario envidiable y unos proyectos apasionantes.



‘La Tremendita' no se queda atrás. Además de sus colaboraciones en la dirección musical de los espectáculos de Molina, conciertos y escarceos con el jazz y músicas del mundo, ‘La Tremendita' también tiene un buen puñado de premios, incluido del XXVII Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba (actualmente prepara su segundo trabajo discográfico). Aclamada por la crítica internacional, ha sido elogiada por el New York Times como un activo inmejorable: "A la vez que usa ese extraño, casi ronco, sonido del flamenco, sabe emocionar al aumentar o disminuir una nota solitaria al más puro estilo del belcanto, creando expresividad, y luego lanzar una cascada de florituras con un ritmo que resulta cautivador".



Afectos plantea un viaje por las emociones, a lo personal a través de "detalles de gran valor", como reivindica la coreógrafa, en un entorno íntimo y libre de todo exceso. En este reducto despojado, Molina y ‘La Tremendita' se exprimen al máximo, con las texturas sonoras del contrabajo de Martín, responsable, junto a la cantaora, de la música del espectáculo. Ritmo, cante, cuerpo y silencio se funden a lo largo de los 75 minutos que conforman Afectos, estrenado en el Mercat de les Flors de Barcelona el pasado mes de octubre y recién pasado por el Festival de Jerez. El viaje por diversos palos flamencos está dividido en cinco cuadros anímicos que permiten a estas dos mujeres y a Pablo Martín explorar lo más jondo de su interior sin recurrir a las cuerdas de una guitarra. Se trata de una de las apuestas más arriesgadas de estas dos creadoras audaces, que se mantienen en todo momento fieles a las esencias del flamenco y, al mismo tiempo, se permiten explorar nuevos terrenos de la escena contemporánea. Propuestas como ésta se mueven en un amplio espacio físico y conceptual sin perder el alma ni tensión emocional. Con arrojo y valor, quieren demostrar que los nuevos creadores son capaces de mirar a la cara al futuro del flamenco sin perturbar el arte del pasado que llevan en el corazón.