Cine

'Brave': brillante apoteosis de la heroína viril

10 agosto, 2012 02:00

Hablar bien de Pixar es como cargarse a los banqueros, de tanto que se ha hecho aburre. Lo cual no quita que Pixar, los estudios de animación de John Lasseter, sean sin duda uno de los grandes hitos del arte contemporáneo. La factoría de California no solo ha parido verdaderas joyas como Toy Story, Buscando a Nemo, Los Increíbles, Bichos y algunos otras sino que ha conseguido la cuadratura del círculo: la excelencia artística, incluso la vanguardia y la innovación y, al mismo tiempo, un éxito de público descomunal. Las películas de Pixar gustan a todos y tienen un lugar en las conciencias semejante al que han adquirido las leyendas de los Hermanos Grimm o Peter Pan.

Por eso, cada estreno de la casa es un acontecimiento extraordinario y los de San Francisco no suelen fallar. Brave ofrece todo todo lo bueno que conocemos de los estudios empezando por un espectáculo visual sensacional, con un 3D, como es costumbre, muy poco agresivo que busca más el efecto poético (ahí está el repetido recurso de los fuegos fatuos) que la espectacularidad rocambolesca. Aquí se apuesta claramente por la comedia y hay en Brave más diversión pura y dura pero quizá también menos ambición artística que en la última de Toy Story o en Buscando a Nemo, películas con más calado emocional. Muy parecida en forma y fondo a Enredados, que es de Disney, la casa madre, prima la diversión por encima de la complejidad.

Y la diversión, es mucha. Brave, una "valiente" princesa que se rebela contra el matrimonio político que le imponen sus padres en una Escocia medieval, mitológica y pintoresca, es una película que basa su gracia y su ritmo en la comedia física: los saltos, las cabriolas, el slapstick y el dinamismo. Con una coreografía maravillosamente bien orquestada, ahí está la escena en la que la madre-oso huye de sus captores, o la plasticidad e infinita gracia de las travesuras de los trillizos, la película despliega una armonía brutal con una puesta en escena en perpetuo movimiento y gracia. Hay verdaderos destellos de genialidad en este filme dirigido por Mark Andrews, Brenda Chapman y Steve Purcell.

Brave es una apología feminista impecablemente correcta y convencional. Desde un punto de vista simbólico, pretende trascender su condición de pura comedia para presentar una alegoría sobre la conquista de las mujeres de su destino. Una conquista, no hay que olvidar, quizá muy asentada en Occidente pero motivo de sangrienta controversia aun hoy en muchos países del mundo. Invita, como es habitual en Pixar, a la concordia en las relaciones familiares y es un canto a la institución. Hay algo curioso también en ella, cómo parece que las mujeres fuertes en las películas deban parecer marimachos. Lo vimos en Tengo ganas de ti, Los juegos del hambre, la saga de Stieg Larsson y sus versiones o en tantas otras. No tengo muy claro que una chica, para ser independiente, inteligente y autónoma deba pegar puñetazos, ser una consumada deportista o ser más bruta que un jugador de fútbol americano. Brave continúa por esa senda de la apoteosis de la mujer masculinizada que no acabo de entender.