Álex de la Iglesia
"Me cortaría los dos brazos por trabajar con Robert de Niro"
28 febrero, 2001 01:00La comunidad ha dejado en álex de la Iglesia un sabor agridulce. Dulce, por el impresionante éxito de taquilla. Amargo, por su inesperado olvido en los Goya. Sin embargo, el director bilbaíno se prepara para rodar la película más cara en la historia del cine español: Fu-Manchú. Se rodará en inglés en Madrid, Nueva York, Roma y Bangkok, con un presupuesto no inferior a 20 millones de dólares y con un reparto de estrellas internacionales como Antonio Banderas. álex de la Iglesia revela en EL CULTURAL los secretos de Fu Manchú, "una película seria, violenta y no apta para todos los públicos".
-¡Es imposible hacer volar un avión con un agujero en el centro! -dice Arrizabalaga.
-Si lo hicIeron en Viven, ¡por qué no vamos a hacerlo nosotros!" -replica Biaffra.
-No sé, no sé... quizá lo mejor sea hacer una maqueta con muñequitos -dirime De la Iglesia.
Están hablando de Fu-Manchú, el nuevo juguete de álex de la Iglesia, un cineasta para quien cada película es un juego apasionante. "Y yo tengo la costumbre de tomarme muy en serio los juegos", advierte. El villano creado por Sax Rohmer ocupa los desvelos del autor de El día de la bestia desde que, hace varios años, su productor Andrés Vicente Gómez le propuso tomar el relevo de Bigas Luna en una superproducción rodada en inglés. Asistir como testigo silencioso a los minutos finales de una reunión donde se orquesta la producción de la que será la película más cara en la historia de nuestro cine, es casi como asistir a la maravillosa muerte de los complejos del cine español. Irónicamente, el crimen tiene lugar en la cocina de álex de la Iglesia.
-Quiero demostrar que somos capaces de hacer cine de aventuras de calidad. Como llevo tanto tiempo empeñado en sacar adelante este proyecto, algunos ya se piensan que la película va a terminar siendo algo así como mi credo cinematográfico, pero no es así. Simplemente se trata de una película de aventuras. Es una mezcla de En busca del arca perdida y James Bond en un ambiente enfermizo. Fu Manchú será una película seria pero manteniendo el absurdo esquema de los malos que persiguen a los buenos. Creo que Jorge [Guerricaechevarría, su coguionista habitual] y yo hemos urdido una trama compleja muy interesante. Todo tiene lugar en la época presente. En general, quiero que tenga el gustillo de un tiempo arcaico pero que a la vez sea tremendamente actual.
Un villano despreciable
-El doctor Fu-Manchú es como una prolongación de Satán. Me imagino que para un director como usted, atraído por los personajes moralmente despreciables, será una mina de oro.
-Por supuesto. Fu Manchú es uno de los villanos más despreciables de la imaginería literaria. Todo en él es absoluta maldad y genialidad. Además de un asesino sin escrúpulos, le hemos convertido en un traficante ilegal de órganos. Para que se haga una idea, en la primera secuencia, que me encanta, el doctor Fu-Manchú vende un corazón al Papa Juan Pablo II, y luego se produce un espectacular tiroteo en el Vaticano. La película, sin embargo, no se adscribe al género del horror, aunque habrá elementos terroríficos, sino que está orientada hacia el cine de acción.
El teléfono parece dispuesto a boicotear la entrevista. No da tregua. Suena prácticamente cada cinco minutos, pero álex de la Iglesia tiene la costumbre de dejar sonar el contestador, y sólo si le interesa la llamada lo descuelga. Escuchamos la voz de la representante de Antonio Banderas al otro lado del hilo: "Alex, soy yo, he hablado con Antonio, cógelo si estás ahí...". Alex descuelga, claro, y habla con ella sin importarle la presencia de oídos ajenos. Más tarde será el propio Banderas quien llame. Cuando, después de una larga espera, por fin cuelga, álex se disculpa y sigue hablando de Fu-Manchú con la pasión de un niño en una juguetería.
-Buenas noticias. Aunque todavía tiene que leer la versión definitiva del guión, Antonio Banderas ya ha dicho que sí al proyecto. Es fantástico. Interpretará al agente del FBI Nick Smith (en la historia original de Rohmer se llama Nayland Smith, pero le hemos cambiado el nombre). El guión, después de siete versiones, ya está completamente definido, pero es una película que requiere varios meses de trabajo y preparación, porque además de Madrid, también tenemos que rodar en Roma, en Nueva York y en Bangkok.
-¿Es cierto que Robert de Niro también está interesado?
-Sí, en principio lo está. Aunque todavía debe leerse el guión. Pero sinceramente, lo de Robert de Niro quizá es mejor que no salga. Hemos hablado con su representante y estamos esperando una respuesta, pero si acepta el papel habrá que aplazar el proyecto de nuevo. Yo me cortaría ahora mismo los dos brazos por trabajar con él, pero si eso supone tener que esperar mucho más tiempo, no estoy demasiado dispuesto. También estoy esperando una respuesta de Christopher Lee, que ya interpretó a Fu-Manchú en 1965, dirigido por Don Sharp. Y me gustaría contar, además, con James Gandolfini. Estamos trabajando para empezar el rodaje en octubre, cuando acabe la huelga convocada por el Sindicato de Actores en Hollywood.
-¿Cuánto va a costar?
-Todavía estamos presupuestándola. Pero creo que con menos de 20 millones de dólares (aproximadamente 4.000 millones de pesetas) no se podrá hacer. Es un proyecto que hemos aplazado en varias ocasiones debido a nuestra inocencia incial de pensar que se podía hacer en un año o dos, cuando, por ejemplo, Polanski tardó ocho años en hacer Piratas, y a David Lynch le costó quince años sacar adelante Dune. Estamos hablando de unos niveles de producción muy altos, y yo estoy convencido de que si no se hace con ese dinero es mejor no hacerla, porque saldría otra cosa.
Hipócritas y sinceros
-Analizando su filmografía, es imposible encontrar un personaje "bueno" en el sentido clásico. ¿Será Antonio Banderas el primero?
-En mi cine no hay personajes buenos por varias razones. Primero, porque no conozco a ninguno; además, es un personaje aburrido, sin fuerza dramática. Creo que los buenos no tienen derecho a estar en nuestros guiones, porque lo que más me jode del bueno es que siempre es un tipo conservador. Sin embargo, el antagonista quiere utilizar su genialidad para cambiar las cosas, es el que controla el conocimiento de la película. Creo que la diferenciación básica no está entre buenos y malos, sino entre sinceros e hipócritas. Es como el personaje de Carmen Maura en La comunidad. Ella no es buena, es igual de ladrona y despreciable que el resto, pero al menos lo reconoce, y por eso la salvo.
»En cualquier caso, el bueno que hemos creado en Fu-Manchú, Nick Smith, es en realidad un tipo que busca venganza. No queremos caer en el error tan extendido en el cine norteamericano, donde los buenos son tan cojonudos que acaban siendo una caricatura de sí mismos, una completa farsa. Ya digo que Fu-Manchú va a ser una película seria.
-Y también violenta. En Perdita Durango le acusaron de introducir escenas cercanas al gore. ¿También va a rodar el mismo tipo de violencia en Fu-Manchú?
-Comprendo que Perdita Durango resultara una película desagradable en ese sentido. Pero así estaba concebida. Y debo decir que es la película con la que más satisfecho me he quedado. Mire, a mí lo del gore me ha hecho mucho daño y me ha colocado en una situación muy absurda. Hay gente que está convencida de que soy un devorador de filmes gore, y no he visto uno en toda mi vida. A mí lo que me gusta es la fuerza, la potencia visual. Si estamos hablando de unos asesinos, hay que mostrar los asesinatos. Parto de la base de que dirigir es mostrar. Lo bueno del cine es que el espectador mira donde tú quieres que mire. Y a mí me gusta mostrar la violencia, con todos sus detalles, quiero que cuando dos tipos se peguen, se peguen de verdad. No soporto esa especie de poesía de lo no mostrado.
-¿Pero no resulta gratuito?
-De ningún modo. Si cuento la historia de un villano, quiero que la gente sepa y vea qué cosas hace y cómo. Yo no ruedo escenas violentas para asustar, sino para que el espectador disfrute con la violencia y sintiéndose un asesino. Comprendo que no es una postura moral, sino una postura completamente cinematográfica. Obviamente en la vida real aborrezco la violencia, tanto la física como la psicológica, porque las he sufrido. En el cine, sin embargo, la violencia es conflicto, es fuerza, y cuando quieres contar algo realmente hay que mostrarlo, con toda su crudeza.
En la piel de un asesino
-En definitiva, se trata de poner al espectador a la misma altura del personaje. ¿Con qué fin?
-Yo parto del hecho de que el espectador normal es un tipo que va al cine para que le saquen de la mierda en la que está metido.Y para eso hay que situarle en una posición moral que no ha escogido. Lo fascinante de esto es que puedes poner al espectador en la piel de un mafioso o de un asesino, que piense igual que ellos y disfrute. Quiero que el espectador participe de la locura de los personajes, porque lo que realmente define al hombre es el comportamiento salvaje. Muchos pueden pensar que es inmoral lo que hago, y quizá sea cierto. Pero, ¿por qué tengo que ser moral? Lo único que me parece éticamente aceptable es que cada uno haga lo que le pide el cuerpo. Hay que ser sinceros. Cuando hago cine no intento mantener una postura ética adecuada. El cine no es para eso. La gente está harta de todo, de la bobada, la hipocresía, lo correcto, lo falso. Vivimos una gran mentira en la que nos engañamos continuamente para poder seguir vivos en un mundo tan absurdo. Las únicas salidas que encuentro a este absurdo son la comedia y la aberración. O nos reímos de nosotros mismos y reconocemos la farsa o somos completamente irreverentes. Para mí, los auténticos maestros de cine social son por ejemplo los creadores de South Park. Esos dos tipos sí que se han propuesto cambiar el mundo y dejarse de tanta hipocresía. Comprenden la farsa y la ridiculizan. A Matt Groeming, el padre de The Simpsons, también le considero un maestro cultural en este sentido. Y cada vez que veo Fraser me arrodillo delante de la tele dando gracias al Señor.
La huida como profesión
-Sin embargo, en Fu-Manchú, aunque sea muy irreverente, habrá poco de comedia, ¿no?
-No puedo evitar el humor en mi cine. Es como el que siempre pide tallarines para comer, no sabe por qué lo hace, simplemente se lo pide el cuerpo. A mí me pasa eso en el cine, que invariablemente me pide humor y violencia. Así que algo de humor, aunque sea negro, sí que habrá. Además, le contaré un secreto: mi gran ilusión es hacer una comedia perfecta. Algo así como Un, dos, tres o Con faldas y a lo loco, las dos de Billy Wilder. Son las comedias más perfectas que existen. Me encantaría vivir dentro de ellas. Aunque sólo sea para huir de esta gran farsa.
»Como habrá adivinado, yo no tengo una buena opinión del mundo. Vivir es un esfuerzo continuado y la realidad es un infierno de mentiras, así que lo mejor que uno puede hacer es huir de ella. ¿Se acuerda de Charlie, el que se creía Darth Vader en La comunidad? En ese personaje está expresada mi fe en el ser humano, que reside básicamente en el ridículo. Es el único personaje íntegro de la película porque tiene una magnífica forma de huir. A mí me ha pasado eso durante toda la vida. He huido de todo, de mi relación familiar, de la política, de una posición social... y lo he llegado a convertir en una profesión y en una perversión. Rodar Fu-Manchú será otra forma más de huir.