El cosmólogo belga Thomas Hertog (Lovaina, 1975) colaboró estrechamente con Stephen Hawking durante los últimos años de su vida. Hertog compartió muchas horas en Cambridge con el autor de La teoría del todo y compartió sus últimos descubrimientos sobre el universo, hallazgos que le llevaron a conlusiones algo distintas a las que expuso al principio de su carrera científica.
En Sobre el origen del tiempo (Debate), que se publica estos días, Hertog habla sobre la teoría final del físico británico, “donde ofrece una interpretación diferente por completo de la clausura del espaciotiempo en el Big Bang”.
“El Hawking posterior -añade Hertog- sostenía que esta nada del principio no es en absoluto como la vacuidad del vacío, a partir del cual pueden nacer o no universos, sino que es un horizonte epistémico mucho más profundo, que no implica ni espacio ni tiempo, ni, lo que es más importante, leyes físicas”.
El estudio de Hawking y Hertog del Big Bang les llevó a la conclusión de que en realidad hubo varios Big Bangs, dando lugar a un multiverso
El “origen del tiempo” en la teoría final de Hawking es el límite, según el autor, de lo que se puede decir acerca de nuestro pasado, no solo el principio de todo lo que es. “Esta perspectiva queda corroborada sobre todo por la forma holográfica de la teoría, donde la dimensión del tiempo y, por tanto, la noción básica de evolución, que es el paradigma de los conceptos reduccionistas, se ven como cualidades emergentes del universo”.
A esta idea cabría añadir que, desde el punto de vista holográfico, “retroceder en el tiempo es como dirigir una mirada cada vez más borrosa al holograma. Consiste, de manera literal, en ir despojándose de la información que este codifica hasta quedarse sin cúbits. Ese sería el principio”.
Nos enfrentamos así a las últimas ideas que conformaron al Hawking más experimentado, al Hawking posterior capaz de proclamar que su ‘alter ego’ anterior se había equivocado.
“Nuestra perspectiva descendente -sentencia Hertog- invierte la jerarquía entre leyes y realidad física. Nos lleva a una nueva filosogía de la física que rechaza la idea de que el universo es una máquina gobernada por leyes incondicionales con existencia previa y la sustituye por una visión en la que el universo es una especie de entidad que se autoorganiza, en la que aparecen todo tipo de patrones emergentes, el más general de los cuales es el que llamamos leyes de la física. Se podría decir que, en la cosmología descendente, las leyes sirven al universo, no el universo a las leyes”.
Hertog recuerda cómo desde su despacho del DAMTP (Departamento de Matemática Aplicada y Física Teórica) de Cambridge, Hawking luchó con pasió por “doblegar el cosmos a su antojo”.
Ante la insistente pregunta del autor del libro sobre por qué habría de preocuparse por otros universos, Hawking contestó de forma enigmática: “Porque el universo que observamos parece estar diseñado”.
Y así es como iniciaría una búsqueda de las condiciones de su creación estudiando las teorías de Einstein, Lemaître e incluso Darwin… “¿Unverso o multiverso? ¿Diseño/diseñador o no? Esta es la pregunta decisiva que había de mantenernos ocupados durante veinte años”. Un estudio, una pasión que solo se truncaría con la muerte de Hawking el 14 de marzo de 2018.
Ambos se hicieron preguntas que alejaban a la física de su zona de confort y que iban más allá de la naturaleza del Big Bang, ese enigma en el centro de la existencia, sino también el significado más pofundo de las leyes de la naturaleza: “¿Qué descubre la cosmología sobre el mundo? ¿Cómo encajamos nosotros en él? Es ahí donde Stephen quería meterse y donde su incomparable intuición, forjada durante décadas de profunda reflexión sobre el cosmos, resultó ser profética”.
El últimos Hawking, asegura Hertog, se tomaba muy en serio la teoría cuántica, “muchísimo”, y decidió agarrarse a ella , emplearla para repensar el universo a las más grandes escalas.
“De la cosmología cuántica -nos dice el autor de Sobre el origen del tiempo- aprendemos que la evolución biológica y la cosmológica no son fenómenos en esencia independientes, sino dos niveles muy dispares de un gigantesco árbol genealógico. La forma “azarosa” en la que emergió el árbol de las leyes físicas en el universo temprano muestra que los grandes principios del darwinismo, la quintaesencia del esquema biológico, llegan hasata el nivel más profundo de evolución que podamos imaginar”.
“La cosmología cuántica representa, en cierto sentido, un puente que cruza la persistente brecha conceptual que durante siglos ha separado la biología de la física -añade-. Nos dice que el esquema de Darwin del árbol de la vida y el esquema de Lamaître de un universo vacilante están conectados de manera robusta y representan dos etapas de un único proceso global. Tan extraordinario arco revela una profunda y poderosa unidad en la naturaleza”.
Concluye Hertog, a la vista de las teorías expuestas por Hawking, que ahora podemos empezar a comprender cómo nosotros, que no somos más que una ramificación en el árbol de la vida, junto con todas las demás especies de nuestro planeta, estamos interconectados con el universo físico que nos rodea, y entender qué es lo que insufla la vida en el cosmos.
[Hawking, una teoría del Todo para Todos]
“De hecho, es posible que la clarividencia de Charles Darwin ya hubiese anticipado este avance. En una carta a George Wallich en 1882, Darwin escribía: “El principio de continuidad hace probable que en adelante se demuestre que el principio de la vida es parte, o consecuencia, de alguna ley general que abarque toda la naturaleza”. Quizá estemos por fin a punto de hacer realidad la visión de Darwin”.
Así es como Hawking y su colaborador buscaron la manera en la que el universo ha sido capaz de albergar las condiciones perfectas para la vida. Su estudio del Big Bang les llevó a la conclusión de que en realidad hubo varios Big Bangs, dando lugar a un multiverso: innumerables universos distintos, la mayoría de los cuales no podrían ser compatibles con la vida.