"Antes del Big Bang el tiempo no existía, por tanto no existe el 'antes' del Big Bang. Tampoco existía el espacio. 'Antes' del Big Bang no había espacio ni tiempo para que sucediera nada". Lo afirma David Baker en las primeras páginas de Breve historia del mundo (Antonio Bosch Editor), un apasionante relato sobre cómo se creó el universo, la Tierra y la vida que la habita, incluido el ser humano.
Una mota blanca y caliente
Pocas narraciones literarias producirían una emoción semejante: "Hace 13,8 mil millones de años apareció una minúscula mota blanca y caliente". Ni el mejor cuento crearía tanta expectación. Y continúa: "Era tan pequeña que, al principio, no se habría podido ver a simple vista ni de ninguna otra manera salvo, en caso de haber existido, con los microscopios más potentes". Añade Baker que ese era el aspecto del continuo espacio-tiempo y de la energía calentísima y concentradísima en su seno: "Fuera de ahí no había nada. Dentro estaban todos los ingredientes del universo entero. Desde entonces, lo único que han hecho ha sido cambiar de forma, como si el universo fuera una bola de arcilla que hubiera sido modelada y remodelada en un sinfín de formas a lo largo de miles de millones de años".
El primer 'fotograma' de una película
Una diminuta fracción de segundo. El trocito de tiempo más breve que cabría medir. Continúa Baker su reconstrucción con vertiginoso pulso narrativo: "Una fracción más pequeña sería físicamente irrelevante, pues en el universo nada puede moverse lo bastante rápido como para poner de manifiesto que se ha producido siquiera el mínimo cambio en una cantidad de tiempo menor". Y sentencia: "Es como el primer fotograma de una película". Al cabo de unos segundos, nos relata el historiador de la ciencia, el universo medía más o menos un metro. "El trabajo de base había terminado. Se le dio cuerda al reloj, se puso en marcha su maquinaria y empezó a hacer tictac. En la primera fracción de segundo, nuestro destino ya quedó grabado en la propia estructura del cosmos. Y el resto, como se suele decir, es historia".
El gran choque
Y esa historia llega en diez segundos: "El universo creció hasta alcanzar los diez años luz de extensión, atravesado por partículas diminutas que se habían solidificado a partir de pura energía mientras seguía enfriándose hasta llegar a los cinco mil millones de grados Kelvin. Había quarks y anti-quarks, positrones y electrones. Los contrarios de cada uno. Materia y antimateria. Gran parte de la materia chocó contra la antimateria y explotó provocando un fogonazo, y se convirtió de nuevo en energía. Solo una mil millonésima parte de la materia no fue capaz de encontrar una contraparte de antimateria, y es solo esta pequeñísima fracción de materia la que constituye todo el "material" del universo que vemos en la actualidad. Fue entonces, en esos primeros diez segundos de la historia, cuando se produjo un milagro gracias al cual existimos".
Los elementos más simples
Si estos fueron los primeros segundos, ¿qué ocurriió en los tres minutos siguientes? Según el autor de Breve historia del mundo, "el universo continuó agrandándose. Medía más de mil años luz: un entorno dominado por una radiación gruesa, despiadada. El intenso calor transformó los quarks supervivientes en protones y neutrones. A su vez, estos protones y neutrones constituyeron el centro de los átomos de hidrógeno y de helio (el núcleo). El hidrógeno y el helio iban a ser los primeros elementos, y más simples, que existirían".
Nubes de gas
El universo siguió expandiéndose y, siempre según la emocionante narración de Baker, enfriándose durante miles de años, un período mayor que el correspondiente a la existencia del Homo sapiens: "Transcurridos 380.000 años desde el Big Bang, el universo tenía más de diez millones de años luz de extensión y se había enfriado hasta llegar a los 3.000 grados Kelvin: el doble de caliente que la lava y capaz de fundir el oro o hacer que un diamante goteara como un cubito de hielo en un día de verano. El calor todavía era suficiente para anular la mayor parte de la complejidad, si bien la temperatura era suficientemente baja para que los núcleos de hidrógeno y helio capturasen electrones y se volviesen átomos hechos y derechos. El universo empezó a llenarse de nubes de gas".
... y llegó el destello de luz cegador
"Como el universo se había vuelto también menos denso -continúa el autor-, los fotones de luz pudieron empezar a desplazarse libremente por la espesa sopa de radiación y partículas. Hubo un destello de luz cegador pues esos fotones se movieron en todas las direcciones imaginables. Este destello se conoce como "radiación de fondo de microondas" (CMB) y actualmente es posible detectarlo en cualquier dirección del universo".