"Todos los estudios que parecen dar por sentado que el sexo basta para clasificar a los individuos que están estudiando deberían anularse y volver a empezar". Con la científica británica Gina Rippon, catedrática de Neuroimagen Cognitiva de la Universidad de Aston (Birmingham), todo vuelve a empezar. Ya no valen las especulaciones, ni los prejuicios, ni las manipulaciones ideológicas. Rippon, que visita estos días España para promocionar El género y nuestros cerebros (Galaxia Gutenberg), utiliza su especialidad, las técnicas más avanzadas de imagen cerebral, para derribar tópicos y construir “la nueva neurociencia que rompe el mito del cerebro femenino” (como reza el subtítulo del volumen). “El llamado ‘cerebro femenino’ ha soportado que durante siglos lo calificaran de demasiado pequeño, subdesarrollado, evolutivamente inferior, mal organizado y, en general, defectuoso -señala Rippon-. Se le ha humillado todavía más al considerarlo la causa de la inferioridad, la vulnerabilidad, la inestabilidad emocional y la ineptitud científica de las mujeres, es decir, de que sean incapaces de asumir cualquier tipo de responsabilidad, poder o grandeza”.
Rippon, como ha demostrado durante su estancia en nuestro país (con conferencia en la Fundación Ramón Areces incluida), no conoce un día normal. Está ya alejada de las aulas pero recorre el mundo participando en laboratorios de ideas, en think tanks, difundiendo sus conclusiones sobre el cerebro de género. Su objetivo: la educación (es miembro del programa británico Speakers4Schools) y hacer que las mujeres se interesen por la ciencia. "Los viejos conceptos erróneos siguen apareciendo con nuevos disfraces. El mensaje fundamental de mi libro es que un mundo sexista produce un cerebro sexista". Por eso colabora con la Fawcett Society, que investiga los efectos de los estereotipos de género durante los primeros años de vida, con la NeuroGenderings Network, una red de científicas que intercambian ideas en sus distintas áreas de investigación, y con Tackling Pseudoscience, una red interdisciplinaria que investiga la desinformación, especialmente en las redes sociales. “Sigue habiendo ecos de errores y malentendidos pasados, con los que debemos tener cautela. Sobre todo, al hablar de investigación sobre las diferencias sexuales en el cerebro”.
Pregunta. ¿Cree la función social y la cooperación moldean el cerebro?
Respuesta. Creo que el cerebro humano ha evolucionado para apuntalar las actividades sociales humanas. Las interacciones entre los procesos internos del cerebro y los procesos sociales externos son, en sí mismas, transformadores cerebrales.
P. ¿Hay diferencias entre el cerebro según el sexo?
R. De promedio (es importante tener en cuenta este término), en los cerebros adultos existen ciertamente diferencias relacionadas con los distintos roles en el proceso reproductivo, por ejemplo, en la densidad de sitios receptores de hormonas. Se ha investigado mucho tratando de identificar diferencias estructurales (o incluso funcionales) entre los cerebros recién nacidos o fetales, pero hasta hoy no han surgido hallazgos consistentes. Suelo decir que actualmente no existe una estructura cerebral o un conjunto de estructuras que identifique de manera consistente y fiable un cerebro como masculino o femenino. Existen algoritmos de aprendizaje automático que han alcanzado una tasa de éxito de aproximadamente el 85 %, pero todavía hablan de datos a nivel grupal, es decir, teniendo en cuenta el resultado medio. El problema es la gran variabilidad de los datos de cerebros femeninos o masculinos, y el hecho de que existe una gran cantidad de superposición de estos datos. Las diferencias, en términos generales, son muy pequeñas. Por lo tanto la pregunta "¿De qué sexo es este cerebro?" no es pertinente.
P. ¿Cree que el cerebro lo moldea la sociedad? ¿Qué hay de innato y qué de adquirido?
R. Los cambios en nuestros cerebros están tan enredados con las experiencias externas desde el momento del nacimiento -si no antes- que no podemos decir con certeza qué es "innato" y qué "condicionado". Si un cerebro en desarrollo está expuesto a diferentes experiencias se desarrollará en función de esas experiencias. Si las diferencias están determinadas por los estereotipos de género, los cerebros de los niños o de las niñas pueden llegar a desarrollarse de forma distinta.
P. ¿Cuál es su opinión sobre la separación de niños y niñas en las escuelas? ¿De qué manera influye en su desarrollo?
R. Quien realiza esto basa su decisión en la premisa de que todos los niños son diferentes de las niñas, una premisa falsa. Esto afectará sin duda al desarrollo social, una parte muy importante de la educación.
P. ¿Por qué cree que Darwin, un científico capaz de descubrir los fundamentos de la vida, tenía tantos prejuicios sobre las mujeres?
R. Como muchos científicos de la época, Darwin aceptó sin cuestionarlo el papel de la mujer en la sociedad, es decir, su inferioridad, y aplicó sus principios científicos emergentes para explicarlo.
P. ¿Cómo ha sido moldeado el cerebro por la evolución? ¿Ha hecho distinciones entre lo masculino y lo femenino de alguna manera?
R. Esta cuestión abarca un área enorme que incorpora biología y psicología evolutivas además de antropología, sociología e historia. Todas se han encargado de enfatizar esas diferencias.
A este respecto, Rippon dedica varios capítulos en El género y nuestros cerebros. También jugosos comentarios dentro del titulado ¿Marte, Venus o Tierra? ¿Hemos estado siempre equivocados sobre el sexo?. Para la profesora británica, la búsqueda de diferencias entre el cerebro de los hombres y el de las mujeres se ha llevado a cabo incansablemente a través de los tiempos, con todas las técnicas que la ciencia tenía a su disposición: “Desde que existe la vida, ha habido la certeza de que los hombres y las mujeres son diferentes. Las mujeres, empáticas, llenas de fluidez emocional y verbal (siempre recuerdan los cumpleaños), casi podrían pertenecer a una tribu distinta que los hombres, sistematizadores, racionales y dotados de habilidad espacial (qué bien manejan los mapas)”. Y alerta sobre la neurobasura: "Conviene no perder de vista la locura neuronal que caracteriza, en parte, la peor literatura popular sobre temas científicos, especialmente en el género de la autoayuda. La neurobasura puede desacreditar el trabajo verdaderamente importante que sale de los laboratorios de neurociencia".
P. En su libro cuestiona ciertos métodos científicos para analizar el cerebro. ¿Cree que se ha estudiado mal?
R. No, pero se ha subestimado la influencia del contexto político en el que se han desarrollado.
P. ¿Qué nos han enseñado proyectos como los de la American Brain Foundation o el Human Brain?
R. Que la ciencia del cerebro tiene aún un largo camino por recorrer.
Rippon culmina el vuelco a los estudios sobre el cerebro cuestionándolos desde la base: "En el siglo XXI, los psicólogos y los neurocientíficos están empezando a poner en tela de juicio la propia pregunta. ¿Hasta qué punto son diferentes los hombres y las mujeres, no solo en el comportamiento sino incluso en algo más fundamental, a nivel cerebral? ¿Hemos dedicado todos estos esfuerzos a examinar dos grupos separados que, en realidad, no son tan diferentes y que quizá ni siquiera son dos grupos?" Y concluye: "Ahora que sabemos que las explicaciones de todos los tipos de brechas de género son una mezcla de procesos basados en el cerebro y procesos basados en el entorno, debemos ser conscientes de que, para resolver el problema, hay que desenredar cada uno de los hilos y tratar de encontrar una versión mejor".