Qué bonito y divertido es el teatro pedagógico, especialmente si te cuenta la sabrosona historia de los Borbones como la de una familia aficionada al trinque y a las mujeres cuando se trata de ellos. Ellas también, aunque haya que remontarse nada menos que a Isabel II y a los célebres grabados porno-satíricos de Los Borbones en pelota para demostrar su promiscuidad. Enorme labor histórica y educativa la del Centro Dramático Nacional al producir una obra como Historia breve del ferrocarril; admirable su contribución a disipar el denigrante pasado de nuestros monarcas y su desmedida ambición capitalista, sin olvidar el ejemplo más reciente, el del Emérito Juan Carlos I.
La lección dramática ha sido escrita por Joan Yago, autor catalán ganador de varios premios y dramaturgo de la compañía La Calórica (Las aves). De toda la bibliografía que ha manejado, se ha empeñado a fondo con la investigación Razones y maravedís: una mirada crítica a los negocios del ferrocarril en España (1844-1943), de Domingo Cuéllar, disponible en un clic en la revista académica Hispania Nova, dentro del dossier “La corrupción en la España contemporánea”. La función es una adaptación dramática de este estudio para dos actrices (Esther Isla y Paloma Córdoba).
Asistimos a una función graciosa en sus inicios, que luego se hace pelín larga y por momentos reiterativa. Para empezar su autor la presenta como “una mirada al origen del capitalismo en España” que él decide fijar en el reinado de Isabel II. Los que hayan estudiado algo de Historia sabrán que eso es una tontería, que no hay una fecha determinada para el origen del capitalismo —ni Adam Smith lo sabía y tampoco Marx y los socialistas, que por oposición se empeñaron si acaso en ponerle fecha pero de caducidad, sin acertar tampoco.
A Yago tampoco le cabe en la cabeza que los monárquicos del XIX pudieran llegar a ser liberales. No casa con su idea, que es la de contar la historia de España como un tinglado de corruptelas para beneficio de reyes, empresarios y políticos, porque eso da juego si se hace en plan farsa satírica. La anécdota que encuentra es la construcción del ferrocarril en nuestro país, que trajo el capitalismo, lo que en su opinión es sinónimo de oscuros y sucios negocietes de los que se benefició sobre todo el Marqués de Salamanca, al que los madrileños conocen mucho por el barrio pijo que construyó y menos por haber levantado una estufa-invernadero en el Retiro que ya no está.
La directora de esta conferencia-montaje, Beatriz Jaén, extrae de sus dos actrices buenos y divertidos momentos dramáticos. Las actrices son maestras-conferenciantes y también personajes históricos; y Esther Isla tiene la oportunidad de brillar en la escena final imitando a Corinna y repitiendo las palabras que le grabó el excomisario Villarejo. Con ello, la obra establece una analogía de Isabel II con el Emérito, que es a lo que en realidad quiere llevarnos esta lección republicana de historia.
[A todo tren, una monarquía de la Ceca a la Meca]
Sobra decir que los monárquicos deberían abstenerse de ir a ver la obra, mejor dicho, los juancalistas. Pero ¿qué monárquicos van al teatro? Si alguno se atrevía a ir al Maria Guerrero, tal costumbre ya fue erradicada oportunamente con Alfonso el Africano, sobre otro obsceno Borbón, pionero productor de películas pornográficas como fue Alfonso XIII, exhibido en esta misma sala hace dos años. El CDN ha descubierto una mina en la monarquía española, pena que el filón esté bastante explotado.