Teatro abierto, teatro seguro
Va siendo hora de conjurar el miedo, poner en su sitio a gobernantes y medios de comunicación para que dejen de airearlo, y señalar el camino de los hábitos seguros y saludables, como el teatro
Volvemos de las vacaciones con ganas de agarrar la rutina, de que los chavales vuelvan a los colegios, nosotros al trabajo y de que nuestros hábitos nos ordenen la vida; “la costumbre es una segunda naturaleza”, dice el sabio refrán. Así que va siendo hora de conjurar el miedo, poner en su sitio a gobernantes y medios de comunicación para que dejen de airearlo, y señalar el camino de los hábitos seguros y saludables para recuperar nuestras amadas vidas rutinarias.
La noticia sobre la cancelación, por segunda vez, de la Feria del Libro es muy mala. Y lo es porque cunde el pesimismo, que es tan contagioso como el optimismo. Todas aquellas empresas que se preparan para estar en septiembre a toda máquina como los teatros están temblando, moviéndose en la incertidumbre. Si ya presumimos de que será difícil que los patios de butacas se llenen, estas noticias alarmistas de la segunda ola de la epidemia con confusos datos estadísticos no ayudan.
Al habla con varios productores del teatro privado madrileño, coinciden en señalar la estrategia a seguir si no queremos que todo quede arrasado, estrategia diseñada según el siguiente diagnóstico, que se resume en tres puntos:
1) Animar la demanda. Costará convencer al público de que vuelva, de que pierda el miedo. Para ello hay que transmitir seguridad a los ciudadanos. Los productores de teatro, con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, lanzarán una campaña dirigida a sensibilizar a la gente sobre los teatros como espacios seguros, ya que cumplen los protocolos de desinfección y demás medidas ya conocidas (aforos limitados, mascarillas…).
2) Se augura exceso de oferta y como consecuencia, bajada de los precios. La venta anticipada se ha hundido, y el público espera hasta el mismo día para comprar entradas, como mucho el día de antes. Este comportamiento del público es especialmente negativo para los musicales, con uno costes altísimos, por lo que solo si tienen garantizada la venta anticipada se ponen en marcha; por otro lado, su público obedece al perfil del espectador turista, sector que también está herido de muerte. Sabemos que entre los musicales estarán en septiembre El Médico (Nuevo Alcalá) y La última tourné (en el Calderón) y que se venden entradas para a partir de diciembre de El rey león, Anastasia y Ghost.
3) Consecuencia de ello es que cae la inversión en las artes escénicas. Los productores se conforman con cubrir gastos. Por eso, lo que veremos serán reposiciones y espectáculos repescados de la temporada anterior que quedaron suspendidos, aunque siempre habrá excepciones.
Claro está que este diagnóstico no sirve para el teatro público, al cual le guía otros objetivos que no son precisamente llenar el patio de butacas, como sostener la industria y la profesión.