Artista de su tiempo pero con el ojo en los mitos clásicos; multifacético y siempre inconformista, mientras prendía fuego al mundo de la moda desde la revista Vogue, William Klein (Nueva York, 1928 - París, 2022) también encontró energías para inscribirse en la historia de las vanguardias cinematográficas. Gracias al ejército estadounidense, que le alistó en un programa educativo europeo, viajó a París muy joven, descubrió la bohemia de los pintores exiliados, atendió clases de pintura de Fernand Léger y conoció al amor de su vida, la pintora Jeanne Florin, que se convirtió en su ayudante y esposa. Ya no regresó a Estados Unidos. Vivió y murió en París.
Su primer filme, el cortometraje Broadway by Light (1958), lo filmó sin embargo en la metrópoli neoyorquina, con la ayuda de los jóvenes de la Nouvelle Vague, Alain Resnais y Chris Marker, y es considerado uno de los primeros filmes de raigambre esencialmente pop. Sinfonía urbana y collage cromático, Klein capturó y editó la plaza de Times Square transformada por las luces de neón, convirtiendo las ceremonias publicitarias del capitalismo en un musical pop de espectáculo lumínico y efectos estroboscópicos. Sus conquistas estéticas siguieron influyendo medio siglo después en cineastas como Todd Haynes o Nicholas Winding-Refn.
Después de aquel debut, Klein se dedicaría a producir cine de extremos, tanto ficciones como documentales de aliento urgente, pegados a los rostros y los espacios de su tiempo, con la cámara siempre en movimiento, como un funambulista de las imágenes que busca su equilibrio entre la captura verité y el artificio de la representación capaz de darle entidad a las imágenes. Buscó siempre caminos para generar abstracción a documentos fotográficos (experimentando con lentes y formas de revelado), para capturar la vida no necesariamente como era, sino aliada con una mirada artística. Construyó su filmografía con el ojo puesto en realidades eléctricas.
El estadounidense adoptado hijo artístico francés concentró su prolijidad cinematográfica sobre todo a finales de los sesenta y principios de los setenta. Tanto desde la fabulación gonzo más desatada como a partir del registro documental. Debutó en el largometraje con un inconsciente díptico revolucionario formado por ¿Quién eres tú, Polly Magoo? (1966) y Mr. Freedom (1968), perfectos y exclusivas muestras de la libertad y subversión creativa de tiempos revueltos, que anidaron varias mutaciones contraculturales.
El primero, Gran Prix en el Festival de Cannes, entrelaza la elegancia del universo de la moda con un humor mordaz para retratar a una mujer en París como si fuera Alicia en al País de las Maravillas o la reencarnación contemporánea de Cenicienta; mientras que en la sátira antibelicista Mr. Freedom, protagonizada por Delphine Seyrig, musa de Resnais, hizo cohabitar los espíritus revolucionarios europeos y estadounidenses con el relato de un superhéroe americano fascista que actúa en nombre de Dios y su patria, dispuesto a todo para evitar que Francia caiga en manos comunistas.
Su serie de ficciones delirantes, políticas y lúdicas, en las que el autor encuentra en el cine una suerte de patio de recreo y experimentación, podría extenderse a trilogía dado que unos años después realizó la memorable The Model Couple (1977), donde imagina una Francia con un Ministerio del Futuro determinado a diseñar la mejor forma para crear ciudadanos ejemplares, donde ya profetizaba los sistemas de vigilancia social con artefactos de espectáculo mediático. Esta trilogía, debidamente comisariada, la editó Criteron en DVD hace varios años bajo el título Eclipse Series 9: The Delirious Fictions of William Klein.
Entre distopías, utopías y acronías, Klein también trató de capturar el mundo a su alrededor mediante documentales. El más conocido, el filme Muhammad Ali, the Greatest (1969), que puede verse hoy como antecedente, precuela y alimento del oscarizado When We Were Kings (1996, Leon Gast), abre con un retrato panorámico en claroscuro de los peces gordos, todos viejos y blancos, que manejaron los hilos de la carrera de Ali, mientras ellos mismos se presentan orgullosos a cámara: manager, abogado, representante, periodista, etc.
El filme, como más tarde haría con su famoso documental sobre el tenis The French (1982), no muestra interés por la acción deportiva, sino por lo que ocurre alrededor. El resultado es una crónica de múltiples capas, filmada mayormente en el estilo observacional del direct cinema, en la que el espectador recibe una impresión del impacto sociológico que generó la figura rebelde y triunfadora de Cassius Clay en Estados Unidos. Este documental contiene las famosas imágenes del púgil con los Beatles fotografiados en un ring.
Ciertamente, sus películas documentales definieron y registraron una época de profundas mutaciones sociales, coincidente con la fiebre de la filmación callejera en 16 mm, tan afín a los intereses fotográficos de Klein como retratista urbano, de sus espacios y sus gentes y sus luces. De su actividad. Su vinculación 'godardiana', acaso el más afín a sus intereses y activismos políticos, es manifiesta en los cortos documentales May Days (1978), sobre Mayo del 68, o Eldrige Cleaver (1970), retrato del líder de los Panteras Negras realizado en Argelia, donde el activista se exilió después de que un tribunal californiano le acusara de intento de homicidio.
[William Klein, la fotografía se hace en la calle]
El líder afroamericano habla con elocuencia de la revolución en Estados Unidos y de sus enemigos políticos, diseñadores de la segregación racial. Participó Klein asimismo en la película de denuncia colectiva Lejos de Vietnam (1967), junto a los contemporáneos galos Jean-Luc Godard, Agnès Varda, Alain Resnais, Claude Lelouch o Chris Marker.
Anuncios y musicales
Utilizó Klein el formato audiovisual en más de una ocasión como soporte de investigación, análisis y repositorio de su obra fotográfica, principalmente en Contacs (1983), donde deconstruye su método de trabajo, y en la antológica In and Out of Fashion (1998), en la que entrega un fascinante documento sobre el mundo de la fotografía de moda mediante una selección de imágenes de toda su carrera.
Sería el primer cineasta en entrar libremente con cámaras en el backstage de Roland Garros, en aquel tiempo en que Björn Borg y John McEnroe eran los reyes de la pista, y el último en capturar la esencia de Little Richard cuando filma al padre espiritual del rock vendiendo Biblias después de haber abandonado los focos por segunda vez en su carrera. En The Little Richard Story (1980), la magnética estrella de la música popular abandona el rodaje en mitad de la película, que desde entonces se dedica a buscar el fantasma del autor de Tutti Frutti en las vidas de los que le rodean y le admiran.
El cuerpo de trabajo de Klein también incluye numerosos spots publicitarios, especialmente en los años ochenta y noventa. Su último trabajo para la pantalla, Messiah (1999) es un tríptico musical, una suerte de ritual construido a partir del oratorio en combinación con imágenes contemporáneas del cristianismo en sus más variadas encarnaciones.
Así, su obra audiovisual, atravesando toda la segunda mitad del siglo XX, se abre y se cierra con dos musicales, uno pop y otro de música sacra, entre los neones de Nueva York y las luces del mesianismo. Capitalismo y cristianismo, dos religiones. Como su vida, como su obra, esta pieza exquisita y desconocida, bascula misteriosamente entre lo solemne y lo profano, entre lo telúrico y el más allá. Quizá allí donde habita el arte.