William Klein es conocido por sus imágenes de las calles de Nueva York. En ellas muestra la realidad de los obreros, de los viandantes, de sus gentes y sus calles sucias. Todo ello muy de cerca, rompiendo la barrera de la distancia, inmiscuyéndose en la acción y capturando el gesto. Estos rasgos no gustaron a las editoriales de la Quinta Avenida porque tenían una idea muy distinta de la ciudad. Así que tuvo que esperar hasta 1956 para ver su libro Life Is Good & Good for You in New York: Trance Witness Revels publicado. Y no fue en Estados Unidos sino en Francia. Además de algunas de las imágenes contenidas en ese volumen, William Klein. Manifiesto muestra algunas de sus facetas menos conocidas en la Fundación Telefónica.
Se trata de la primera retrospectiva en España que se le dedica a este artista que también es pintor, director de cine y escritor. "Esta exposición pretende mostrar todas las vidas creativas de Klein", comenta Raphäelle Stopin, comisaria de esta muestra enmarcada en la actual edición de PHotoEspaña. Las 245 piezas entre pinturas, fotografías, documentos, películas y maquetas reunidas en Madrid dan cuenta de un universo y una mirada abierta a los experimentos, decidida a romper con las reglas establecidas.
De hecho, sus inicios en la fotografía, cuenta Stopin, fue a través de la pintura. El arquitecto Angelo Mangiarotti le encargó "unos paneles murales en blanco y negro". Cuando Klein fue a fotografiar estas pinturas geométricas que había montado sobre unos rieles "empezó a jugar con las luces y sombras en el laboratorio". Fue entonces cuando se dio de bruces con el potencial de esta disciplina. Y esto le gustó. En su trayectoria, asegura Stopin, "hay una constante sinergia entre disciplinas". De adolescente estuvo en Nueva York pero también en Europa, en París concretamente. "Esta correspondencia, junto a su bagaje cultural, se ve en su fotografía y en su pintura", afirma la comisaria.
Así, de las pinturas abstractas y casi desconocidas de sus primeros compases evoluciona a esas fotografías de las calles de ciudades como Nueva York, Roma, Tokio o Moscú. En ellas recoge todos los detalles, no se esconde, se acerca y dispara la cámara. Esto lo aprendió de un maestro que siempre animaba a sus pupilos a salir a la calle, a no quedarse en el laboratorio, a explorar. Por eso, cuando se inicia en la fotografía de moda de mano del director artístico de Vogue Alexander Liberman, saca a las modelos a la calle, dejando que esta se cuele en sus trabajos y marcando un nuevo rumbo en este tipo de imaginería.
Su pasión por el cine le ha llevado a dirigir una veintena de películas como ¿Quién es usted, Polly Maggoo?, una sátira sobre la sociedad del espectáculo y alrededor de 250 anuncios publicitarios. En el terreno del documental se ha adentrado con una serie de películas sobre fotógrafos que empezó con una dedicada a sí mismo. En tan solo 30 minutos y con voz en off el artista "va comentando sus hojas de contacto y explica el por qué de una imagen y no otra". Para él, "la vida de un fotógrafo se puede resumir en dos minutos y 150 imágenes", comenta la comisaria.
La última sección de esta monográfica está dedicada a sus contactos pintados, una serie en la que sus hojas de contacto se encuentran con la pintura. El artista aplica color en ellas con pinceles de gran tamaño. "Su radicalidad -opina la comisaria- sigue siendo muy contemporánea. Habla de la religión del dólar, aplicable a la era Trump, por lo que su obra no gusta mucho en Estados Unidos".