'Burning Shores', periplo retrofuturista por un Los Ángeles devastado por los terremotos
La expansión de 'Horizon: Forbidden West' lleva a Aloy a la metrópoli sobre la falla de San Andrés para detener los planes de un megalómano con ecos de Elon Musk y Jeffrey Epstein
Tras los eventos de Forbidden West, Aloy pensaba que había terminado con la amenaza de los Zenith, los ultrarricos inmortales que consiguieron escapar de la devastación que asoló al mundo en el siglo XXI con una nave espacial. Sin embargo, Sylens (interpretado por Lance Reddick en el que trágicamente sería su último papel en videojuegos y a cuya memoria el juego está dedicado) detecta la señal de Walter Londra, un plutócrata que había hecho su fortuna con la minería de asteroides y que se había escindido de la cábala para llevar a cabo sus propios planes.
Aloy viaja hasta las ruinas de Los Ángeles para confrontarle y descubre a parte de la flota de los Quen que había quedado separada del grupo principal durante la travesía oceánica a causa de los tifones. Los náufragos están contra las cuerdas, no solo por el asedio de las máquinas en tierras extrañas, sino porque muchos de sus congéneres han ido desapareciendo misteriosamente. Seyka es una joven determinada a descubrir el paradero de su hermana con la que Aloy une fuerzas para desbaratar los turbios planes de Londra.
Horizon: Forbidden West quedó totalmente eclipsado por el lanzamiento de Elden Ring el año pasado, repitiendo la mala suerte que sufrió su predecesor al salir casi a la vez que The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Sin embargo, de alguna forma, el juego también sufrió la comparación con Zero Dawn.
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Desde un punto de vista técnico, todo era mejor. Los gráficos eran apabullantes, Aloy podía escalar de una manera más libre y el sistema de combate había sufrido una expansión dramática. Sin embargo, durante el proceso de ampliación y refinamiento, el juego perdió su alma. Los personajes quedaron desdibujados en arquetipos monolíticos que en el caso de su protagonista llegaban incluso a hacerla antipática por su terca invulnerabilidad. Y la trama, tras poner unas cuantas ideas interesantes sobre la mesa, resultó incapaz de explotar su enorme potencial.
Muchos de esos percances se han visto subsanados en Burning Shores. Emparejar a Aloy con Seyka durante casi toda la aventura ha sido un acierto enorme. Existe entre las dos una tensión creciente que aporta frescura a sus intercambios y que permite explorar el lado más humano de Aloy, mucho más dubitativa que en Forbidden West y sin ese complejo mesiánico tan desagradable.
Los Quen son una tribu de marineros del delta del Yangtsé que han llegado hasta las costas californianas después de sortear mil peligros y de por sí mucho más interesantes que los omnipresentes Tenakth del juego base. Y Walter Londra es un villano carismático cuyos posibles paralelismos con Elon Musk no hacen más que aportar carácter al verdadero sustrato del personaje, el de líder de una secta de milenaristas que atrae a sus discípulos con promesas del paraíso.
Durante años la Iglesia de la Cienciología centró sus esfuerzos en reclutar a la élite de Hollywood y es imposible no pensar en sus tácticas de lavado de cerebro durante la misión de infiltración. Cuando por fin se revela la verdadera dimensión del plan de Londra, incluso adopta la catadura moral de un Jeffrey Epstein totalmente trastornado, sin ningún tipo de límite, subrayando todavía más si cabe la metáfora de guerra de clases que representan los Zenith.
La geografía de Los Ángeles es increíble. Los rascacielos del downtown se tambalean peligrosamente sobre acantilados sobrevenidos, lenguas perpetuas de magma descienden por las colinas dejando un rastro negro de piedra volcánica y las corrientes del Pacífico serpentean por toda la ciudad, convirtiéndola en una marisma laberíntica.
La expansión es exclusiva de PlayStation 5 y aunque las razones para dejar atrás la anterior generación se intuyen durante toda la aventura, se hacen evidentes durante la batalla final contra el Horus, un pulpo mecánico colosal que hasta ahora solo habíamos visto como cadáveres estáticos desparramados por las cumbres, horripilantes recuerdos de la agónica guerra que acabó con toda vida sobre la Tierra mil años antes de los eventos del juego. Es un enfrentamiento con múltiples fases que lleva al límite las capacidades de Aloy y Seyka y que ofrece unas estampas verdaderamente apocalípticas cuando le vemos reptar como un coloso infernal por las colinas de Beverly Hills.
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Por último, es necesario analizar uno de los puntos más contenciosos de la narrativa: la relación romántica. Hasta esta expansión, Aloy nunca ha hecho ni media referencia a la posibilidad de albergar sentimientos hacia ninguno de los múltiples personajes con los que se ha ido encontrando durante sus viajes, ni siquiera hacia el Rey Sol Avad, uno de los más cautivadores del primer título y que le llegó a pedir matrimonio de una forma nada sutil. Su apatía generalizada hizo que incluso muchos pensaran que era asexual.
Sin embargo, sus sentimientos hacia Seyka quedan claros desde el primer encuentro y desde ese momento no deja de explorarlos en sus característicos soliloquios. Es cierto que Aloy es un clon de Elizabeth Sobek, cuya sexualidad queer queda referenciada en
algunas ocasiones, pero el determinismo genético no es una razón de peso para que los escritores hayan optado por este camino.
La apuesta por la diversidad en videojuegos en los últimos años es clara y con este movimiento, dos de las protagonistas más populares de PlayStation (Ellie y Aloy) quedan retratadas como lesbianas. No deja de ser problemática la equiparación de la capacidad resolutiva y la independencia de personajes femeninos con la homosexualidad. Y es inevitable que surjan preguntas.
¿Temían en Guerrilla que, si Aloy meditaba sobre los sentimientos que le despertaba un hombre, el público masculino se sintiera incómodo o alineado? ¿Es mero virtue signalling para contentar a una prensa supuestamente progresista? ¿Por qué no se implementó la posibilidad de iniciar romances con ningunos de los compañeros que residen en la base durante los eventos de Forbidden West?
El estudio holandés ya ha anunciado que están trabajando en la tercera parte de la saga, un enfrentamiento épico contra Némesis que previsiblemente verá a Aloy viajar con los Quen hasta China para explotar los recursos del imperio contra la amenaza existencial que llega desde el espacio exterior. Es obvio que Seyka tendrá un rol preponderante en ese capítulo, pero sería una pena que Horizon rehuyera de su identidad como RPG y no permitiera al jugador un mayor control narrativo sobre decisiones tan importantes del protagonista, de la misma forma que Bioware acostumbraba a hacer tanto en Mass Effect como en Dragon Age.
También es importante considerar que estos parámetros no solo se están estableciendo para los juegos, sino también para la serie que está preparando Netflix y aunque por ahora parece que se van a centrar en Sobek y el desarrollo del plan Zero Dawn, mil años antes de que naciera Aloy, no podemos descartar por completo que ella no vaya a aparecer en ningún momento. En cualquier caso, Burning Shores nos da suficientes razones para ser optimistas de cara al futuro.