'Hivebusters', ritual iniciático
La expansión narrativa de 'Gears 5' presenta a tres personajes dispares en una misión al margen de la cadena de mando en una remota selva del planeta
Gears 5 fue un punto de inflexión para la franquicia. Tanto The Coalition como los mandamases en Xbox reconocieron que la saga, por muchos éxitos comerciales que les hubiera deparado desde que Epic Games estuviera al timón, era un producto de otra época, tremendamente limitado en su fascinación adolescente por un ideal de masculinidad que, ya por el año 2006, era motivo de vergüenza y escarnio, circunstancia que los años posteriores no hicieron más que acentuar. Al poner a Kait Díaz al frente, ampliar dramáticamente las posibilidades de juego y llevar la historia por derroteros inexplorados, The Coalition puso todo de su parte para que los juegos tuvieran un nuevo espacio para crecer. No fue un reinicio tan aventurado y arriesgado como el que los desarrolladores de Sony Santa Monica impuso a God of War –quizá porque el género de los shooters en tercera persona tampoco dejan mucho margen para ello– pero sí que demostró un intento sincero por abrir los horizontes e invitar a nuevos públicos a su propuesta. Por eso el primer encontronazo con Hivebusters es tan desorientador. La cinemática de introducción a esta campaña adicional parece rememorar los viejos tiempos, con personajes pasados de rosca e interacciones caricaturescas. Sin embargo, esa conflagración de personalidades da paso pronto a una compenetración que revela el trasfondo específico de cada uno de los integrantes del escuadrón Scorpio.
La trama de Hivebuster comprende a un grupo de personajes completamente alejado del núcleo principal de Kait Díaz y Marcus Fenix: Jeremiah Keegan, Lahni Kaliso, y Leslie "Mac" Macallister, con un acento escocés bastante excesivo. Mientras sobrevuelan unas islas de los mares del sur, reciben el impacto de una bandada de monstruos voladores que les obliga a saltar en paracaídas sobre una isla infestada de Swarm, los herederos de los Locust y enemigos principales a partir de Gears of War 4. En la isla, los tres soldados observan los efectos del veneno del Wakaatu, una bestia alada de la mitología autóctona. Más tarde, el escuadrón Scorpio se encuentra con el coronel Hoffman y la científica Hana Cole, que los reclutan para una misión de destrucción de nidos del Swarm con una bomba de gas nervioso. Cuando los efectos del dispositivo no terminan de ser eficaces, Lahni propone visitar a la familia de su abuela en una isla cercana e investigar acerca de la naturaleza del Wakaatu, cuyo veneno puede ser la clave para desarrollar una contramedida efectiva contra las colmenas subterráneas de los Swarm.
Gears 5: Hivebusters es todo lo que se le puede pedir a una campaña de un shooter en tercera persona, a pesar de su reducida extensión. Los valores de producción son estratosféricos, con la exuberante vegetación de las selvas de Pahanu y la violenta contraposición con un volcán en erupción con un detalle avasallador en una Xbox Series X. A todo eso hay que sumarle la fluidez con la que todo se mueve en la consola de nueva generación de Microsoft, con una tasa de 60 frames por segundo que resulta sólida como una roca, incluso en los momentos más caóticos e intensos. En el punto de vista jugable, no reinventa la rueda, pero sabe mantener un ritmo acelerado, lanzando diferentes situaciones de manera constante que cambian los objetivos. Lo más interesante son las habilidades especiales de los tres miembros de la escuadra, que están dirigidas al apoyo cooperativo entre jugadores, y que abren todo un abanico de decisiones estratégicas. Y en lo narrativo, a pesar de la burda impresión inicial, el juego aprovecha los momentos más calmados para profundizar en unos personajes que arrastran una pesada carga. Quizá el mayor inconveniente lo presenta el final, a modo de cliffhanger. La expansión está diseñada como una precuela a una línea de cómics con el mismo nombre, pero aunque el objetivo principal no se termina de resolver, sí que se completa un cierto arco tanto con los personajes como con la temática del ritual de iniciación que los autóctonos de las islas (muy inspiradas en Hawai, tanto en la estética como en la cultura) que concierne al Wakaatu, la bestia alada cuyo veneno es clave. Hace más de un año que Rod Fergusson, principal responsable de esta nueva etapa de la saga con The Coalition, salió del estudio para incorporarse a las filas de Blizzard Entertainment. Hivebusters demuestra que una franquicia tan complicada como Gears ha quedado en buenas manos y todavía guarda varios cartuchos en la recámara.