José Esteban, el coleccionista de monstruos
Huele a imprenta muy reciente este libro que tengo ahora delante de mí, mientras escribo esta nota de lectura y recuerdos. Ahora que recuerdo (Reino de Cordelia, 2019) es el título de las memorias de José Esteban, el coleccionista de monstruos. Así, el coleccionista de monstruos, lo llamamos algunos amigos cómplices que conocemos muy a fondo sus habilidades, incluso involuntarias, para conseguir reunir tras sus pasos a casi todos los monstruos que se encuentra por las calles de Madrid y sus alrededores. Ahora que recuerdo es lo que, en el argot literario-editorial, llamamos un tocho. Editor, escritor, librero, "bebedor social" (al decir de Carlos Barral), viajero, lector insaciable, torero frustrado, hombre de izquierdas sin sectarismos, José Esteban tenía una vida por contar y para contar. Sus "memorias" eran leyenda antes de este día, y muchos de sus amigos, que tiene muchísimos, pensaban que esas mismas memorias eran sólo "una construcción verbal" del escritor, que no existían. Los más cercanos pensábamos que el escritor tenía ya escritos sobre su vida, añoranzas, recuerdos de escritores, episodios para narrar, pero que todo era fragmentario, sin forma final, una suerte de edificio construido de cualquier manera y cuando "el indolente" escritor se encontraba con ganas de ponerse a escribir. Pero aquí, sobre mi mesa, está el tocho de José Esteban: casi setecientas páginas de escritura literaria y vital que Esteban ha ido escribiendo con paciencia, sin perder el hilo ni la memoria buena de las cosas. Las sospechas de los incrédulos no se han visto refrendadas por la realidad y el supuesto escritor "disperso" nos ha dado una gran lección de extraña disciplina literaria. En menos de tres años ha publicado el Diccionario de la bohemia (otro tocho, éste editado en Sevilla, en Renacimiento, por Abelardo Linares.
La prosa de estas memorias de Esteban, que me he "bebido" como si fuera una botella de vodka ruso en mis tiempos de grande y enardecida juventud, es propia de la belleza del contador de historias, del narrador oral, del "hablador" que va cincelando el episodio que cuenta con detalles en los que nosotros, que fuimos testigos de ese mismo episodio en muchas ocasiones, no habíamos tenido en cuenta; historias que recuerda mejor que muchos de los que nos creemos que tenemos una gran memoria y de otros muchos que se creen que hablan y escriben muy bien; muchos de los que figuran en los variados cánones parroquianos de la España actual, tan decadente, pesada y, a veces, odiosa; muchos de los que creen en una consagración literaria artificiosa (la literatura ahora forma parte también del fraude del arte o de la creación artística). Vengan muchos de esos y de los otros a aprender y "beber" de este tocho titulado Ahora que recuerdo, escrito en pequeños episodios de poco más de dos páginas llenas todas de ilustraciones que enmarcan y traducen una verdad irrebatible: entre todas sus fiestas, la fiesta más importante de José Esteban es la de leer y escribir. Y la de querer a sus amigos, así como la de olvidar (o hacer que olvida) a sus pocos enemigos o los que han comportado con él, a lo largo de su vida, como tales.
El fundador de Turner, el editor y el librero, el editor de Bergamín y de toda la novela social, el experto en la historia de la II República Española, está aquí, en estas páginas, en esta vida que se llena de recuerdos de otras vidas que vivieron con Esteban hazañas, episodios, dipsomanías interminables, parrandas de leyenda y hechos que parecen más mentira inventada que verdad vivida y, sin embargo, fueron verdad, son verdad. Y aquí, en estas muchas páginas necesarias está la gran venganza del escritor José Esteban: mientras lo creen entregado al tiempo disoluto, a la decadencia vital, a la vida doméstica, él se dedica a escribir con parsimonia, lejos del ruido de la gente que dice y no sabe, al margen del espectáculo cultural que hoy, lamento decirlo, se ha convertido casi toda la literatura española.
Y después, por si no lo he dicho tan claro como quiero, está lo que cuenta: por aquí, por estás páginas, como pasaba en los tiempos de la trastienda de Turner en la calle Génova, pasa todo el mundo. Todo el mundo del arte, todo el mundo de la política, todo el mundo de la literatura; desde Bergamín a Suárez, desde Francisco Ayala a Manuel Millares; desde el Partido Comunista de España y muchos amigos socialistas, hasta algunos miembros de Alianza Popular, el notario Pastor Ridruejo, por ejemplo, que también fueron sus amigos.
Ahora que recuerdo es un libro de memorias de un testigo vivo y activo de la vida de España y de Madrid, galdosiano profundo, azañista convencido de que el gran republicano fue también un gran escritor; un libro, en fin, grande en su concepción, en su desarrollo y en su resultado; un libro para leer despacio y conteniendo la envidia, que es lo que yo no he querido ni podido hacer. Pero, claro, prometo releerlo: para recordar, para aprender, para congraciarme con la literatura, para entender y querer mejor al quijotesco y cervantino hombre de letras que hay en José Esteban y en todo lo que escribió en Ahora que recuerdo.