Esta no es una exposición al uso. Se trata de una suerte de autobiografía de la artista, Teresa Lanceta (Barcelona, 1951), en la que ella misma explica episodios centrales de su vida y su manera de entender el arte y el tejido. La exposición no sigue un recorrido cronológico, pero sin duda el punto de partida es una impresionante sala donde se presentan piezas de gran formato suspendidas, como flotando en el aire, realizadas desde los años setenta hasta la actualidad. De alguna manera toda la trayectoria de la tejedora está contenida en ella.
A partir de esta introducción (que también podría leerse a modo de conclusión o epílogo), se organizan núcleos que son cuestiones reiteradamente tratadas por la artista: el descubrimiento de la artesanía y los tejidos del Atlas Medio; la alfombra española del siglo XV –realizada por moriscos, o sea una comunidad sometida–, que para Teresa Lanceta, en contraste y oposición con lo anterior, maneja formas cerradas, símbolo de la dominación del poder; la evocación y recuerdo del “Barrio Chino” (hoy en día nombrado “El Raval”), donde ella vivió en su periodo de formación y, finalmente, diversos trabajos, que realiza en colaboración y en los que la autoría es compartida –como el llevado a cabo con la participación de un instituto de educación secundaria–, toda una declaración de principios sobre la idea de creación.
La exposición es una autobiografía en la que la artista explica su manera de entender el arte y el tejido
Dicho sea de paso, Teresa Lanceta no es tan solo una artista textil –una de las más reconocidas– sino que, además, su curiosidad e inquietud le han llevado a la escritura o a otras prácticas –como el vídeo– que se presentan también en la muestra. Efectivamente, uno de los aspectos que aporta la exposición son los textos autobiográficos y reflexiones de la misma artista que se vierten en el catálogo.
Teresa Lanceta explica que en su trayectoria hubo un encuentro fundamental: el hallazgo de los tejidos bereberes y la cultura popular del Atlas Medio. Y cuenta que, además, cuando empezaba en los años setenta, sus intereses y su obra se apartaban de los discursos artísticos dominantes, esto es el conceptual y, desde luego, la academia.
Curiosamente, a pesar de lo que declara la artista, sospechamos que los orígenes de Lanceta –su código genético, en el que está escrito su desarrollo posterior– están precisamente en los setenta, aquella época de desorden magnífico cuando Barcelona era una fiesta. Y eso es así porque los setenta son plurales y además del conceptual, había muchas cosas más: la contracultura, la reivindicación de la artesanía y el rechazo de la autoría y el mercado del arte, los viajes a la India o a Marruecos, el desprecio visceral al consumismo y la fascinación por lo primitivo o auténtico, el Mayo del 68... Todos estos aspectos que citamos atropelladamente son tópicos con el trasfondo de la dictadura agonizante y las expectativas de la democracia.
Sea como fuese los tejidos bereberes –como en el caso del denominado arte tribal para artistas cubistas y expresionistas– sintonizaban con una idea de modernidad y significaban un referente simbólico (manifestación anónima realizada por mujeres, tradición popular, expresión primigenia, etc.) para Teresa Lanceta.
Un detalle muy significativo: en la presente exposición, como en otras muestras que ha realizado la artista con anterioridad, se presentan paralelamente –uno al lado de otro– piezas de Lanceta con tejidos marroquís. Es difícil distinguirlos. Uno no sabe exactamente cuál es el tejido de Teresa Lanceta y cuál es el bereber, ambos se confunden en una primera observación. Uno de los motivos recurrentes utilizados por la artista en estas obras es el rombo que forma una suerte de malla.
Ella misma explicaba que la malla o red posee una lógica o desarrollo que se expande hacia el infinito y en este sentido, metafóricamente, se expresa una idea de universalidad, de algo compartido, de una comunicación o fondo común, que se opone, como decíamos antes, a las formas cerradas de la serie dedicada a la alfombra española del siglo XV.
Puede que se adviertan contradicciones, pero esa idea de malla o red sobrevuela toda la trayectoria de Teresa Lanceta y acaso ayude a comprender su voluntad de compartir proyectos y autoría de obras con resultados muy fecundos y diversos. Los artistas Olga Diego, Pedro G. Romero y Xabier Salaberría, la comisaria Leire Vergara, el colectivo la Trinxera, la cineasta Virginia García del Pino o el creador Nicolas Malavé han sido sus cómplices y han compartido su trabajo y autoría en la presente exposición.