Image: Karlos Gil, el corazón de la máquina

Image: Karlos Gil, el corazón de la máquina

Exposiciones

Karlos Gil, el corazón de la máquina

No Fish, Snake Scale

6 octubre, 2017 02:00

Untitled (french curve) I y II. Fotografía: Roberto Ruiz

García Galería. Doctor Fourquet, 8. Madrid. Hasta el 28 de octubre. De 2.000 a 3.500 €

Karlos Gil (Toledo, 1984) imagina el futuro con piezas del pasado que encuentra y reconstruye para hablarnos del presente. La luz, la naturaleza, la tecnología, los guiños temporales y los materiales industriales, están muy presentes en su tercera exposición en García Galería. A través de estos conceptos sus obras se entrelazan en una muestra que toma por título una frase de la película Blade Runner (1982), No Fish, Snake Scale, cuando el personaje que interpreta Harrison Ford cae en la cuenta de que la escama que le muestra un tendero asiático no pertenece a ningún ser vivo sino a una máquina que imita a ese reptil. Aquí, en las dos piezas de su serie Redundancy (de-extinction), el artista utiliza esta metáfora de la piel de serpiente en dos neones procedentes de Hong-Kong. Este material -que hoy en día se está retirando- fue la imagen de un mundo futurista en anuncios luminosos y Gil los convierte en una suerte de piezas arqueológicas. A su lado, Flat Bones está compuesta por cuatro esculturas de acero y esmalte de colores que remiten a diferentes partes del cuerpo humano. Se trata de réplicas de fragmentos de armaduras que cubrían las zonas análogas de los huesos (tubos metálicos). El contacto entre el hueso (interior) y la armadura (exterior) es muy importante en esta pieza. De este modo, el artista reflexiona sobre el hombre-máquina, y lo natural-artificial, en The Absent Body of the Rider I y II, dos piezas de espuma que graban el negativo de unos tanques de gasolina de motos antiguas, literalmente el corazón de la máquina, y cuya ausencia marca la falta de un órgano casi "vivo".

En otra sala, dos asientos de coches cubiertos con piel de animal artificial (cuero crudo), componen la obra Vientre de Máquina. Es una pieza que causa extrañeza por su posición vertical sobre la pared, forma artificial y textura orgánica. Cierran esta muestra, dos insignias del león de Peugeot (otro animal), uno de los años 30 y otro de los 50 -Untitle (french curve) I y II-, intervenidas para subrayar la distancia formal y estilística de un mismo signo.

Si en el universo de Blade Runner alguien imaginó nuestro futuro como un escenario de conflicto entre hombres y máquinas, aquí el artista busca un diálogo sosegado entre ambas partes o, al menos, una alternativa como resultado de su hibridación. Puede que como androides nos vaya a todos mejor. Quién sabe.

@SilviaSSC91