José Piñar en una imagen del vídeo Detrás de la línea, por favor, de 2015
El artista dialoga con la obra del pintor José Guerrero en el centro granadino que lleva su nombre.
Pregunta.- ¿Había ejercido de comisario anteriormente? ¿Qué tal la experiencia?
Respuesta.- Nunca había ejercido antes de comisario fuera de mis propias exposiciones, claro, donde uno siempre es un poco comisario de sí mismo. La experiencia ha sido más complicada de lo que suponía al principio. Lo más difícil fue encontrar el punto en el que debía colocarme a mí mismo y a mi aportación como artista frente a la obra de Guerrero. Es muy fácil colgar tus obras en un posible dialogo con las del maestro y darte un baño de vanidad. Pero me di cuenta muy rápido de que eso no aportaría nada a la lectura de la colección que pretendía y, además, podría fácilmente salir escaldado. Así que planteé un recorrido ascendente por las cuatro plantas del edificio donde mi presencia es paulatina, más como notas a pie de página o comentarios al margen que como confrontaciones. Solo al final me reservo una sala para desplegar una instalación donde puedo mostrar plenamente un ensayo visual acerca de una obra concreta de la colección.
P.- El título alude a la señal que encontramos en algunas exposiciones para que no nos acerquemos demasiado a la obra… ¿De dónde parte esta reflexión?
R.- No soy bueno poniendo títulos ni creo que sean siempre necesarios, pero parece que hoy día es casi una exigencia en toda exposición, así que me vino éste a la cabeza por lo nervioso que siempre he puesto a los vigilantes de los museos con mis acercamientos indecentes a las obras. Viendo el tipo de público que abarrota los grandes museos y su comportamiento entiendo la necesidad de esas señales y aprecio la labor de los vigilantes, que quede claro. La exposición que he planteado intenta relacionar las distancias, físicas y mentales, con las que el artista se enfrenta a la obra y el déficit de atención que creo que sufre el espectador frente a ellas. También hace referencia a esa afirmación por parte de José Guerrero de que una línea justa y bien puesta vale más que todo un cuadro lleno de líneas. Es un doble juego; para el espectador "detrás de la línea" significa un movimiento desde el cuadro hacia afuera, pero para el pintor es más un movimiento físico y mental hacia el cuadro, hacia el otro lado del espejo.
Dos obras de Guerrero y, al fondo, instalación de José Piñar, Grandes éxitos, 2015
P.- Después de realizar este trabajo y estudio de la colección ¿ha cambiado en algo su percepción del pintor? ¿Con qué se queda de la obra de Guerrero?R.- La obra de Guerrero es muy vitalista, potente, cromática y agarrada a la vida, como era él mismo, según dicen los que lo conocieron. Pero también hay reflexiones que sacar de sus cuadros acerca de las cuestiones universales de la Pintura. De su obra me quedo con la última parte, la producción de los ochenta. Hay una relación muy certera entre la simplicidad formal y la tensión cromática, las superficies vibran; eso es maestría.
P.- ¿Qué tiene su obra de la de Guerrero?
R.- No me siento necesariamente un heredero directo de la pintura de Guerrero, aunque haya elementos coincidentes; abstracción, cromatismo, pulsión de la mano. Cuando te dedicas a un oficio antiguo, como es la Pintura, formas parte de una corriente de tradición que asumes. Tus mayores, por así decirlo, te entregan un testigo y tú lo continúas. Tanto si quieres fluir con ellos como si quieres romper la corriente, lo asumes. Lo que mi obra tiene de la de Guerrero puede que no sea exactamente lo que se pueda apreciar formalmente, está más allá de la línea de la que hablábamos antes.
P.- En cuanto a sus propias obras en esta exposición, ¿cómo y por qué las ha elegido? ¿Qué papel juegan?
R.- Como ya he comentado, intentaba aparecer poco a poco en la exposición con pequeñas notas al margen que condicionaran, en la medida de lo posible, la apreciación de la obra de Guerrero y que invitaran a prestar un poco más de atención. En las dos primeras salas solamente he introducido dos pantallas con videos que no interfieren mucho en lo que podría ser un montaje habitual de la colección. En la tercera sala sí hay una presencia de mis cuadros junto a los de Guerrero, los más antiguos de la colección, pero los he colocado en una esquina, no colgados sino apoyados unos sobre otros, literalmente amontonados. Son cuadros que están en mi almacén desde hace mucho y trataba de crear una relación biográfica con la obra, ya que se trata de la colección del Centro, o sea, los guerreros de Guerrero, los cuadros que convivieron con él y su familia y que les dejó como legado. En la última planta he tomado La Brecha III, una de sus últimas obras, para hacer un ensayo pictórico que se despliega por toda la sala. Es como una disección de los elementos del cuadro para llegar a cuestiones más generales sobre la Pintura.
La brecha III, de José Piñar
R.- No sé si era necesario, pero me parecía que encajaban en el concepto de la exposición y me permitían abordar mi aportación desde un lugar un poco más alejado de lo que normalmente se asocia con mi obra, o sea, la pintura. Es una cuestión de distancia, que es uno de los temas que aborda la exposición, así que me pareció idóneo. Por otro lado, el video es un medio que no me es ajeno, aunque no lo suelo mostrar.
P.- Uno de los vídeos hace una alusión clara al acto de pintar, al hecho de ser pintor. ¿Qué es para usted ser pintor?
R.- Ya comentaba antes que ser pintor es asumir una corriente de acontecimientos y de conocimiento, técnica, sabiduría, etc, que existe desde hace mucho. Es una tradición que no puedes obviar, ni para engrosarla ni para negarla. Además, ser pintor es lo único que sé hacer bien.
P.- ¿Cómo cree que ha cambiado la concepción de la pintura desde José Guerrero hasta José Piñar?
R.- No sé si se refiere a la concepción por parte de los pintores o por parte de las instancias oficiales que dictan el devenir del arte contemporáneo, el mercado incluido. Para las segundas está claro que la Pintura es un estorbo que va y viene como las mareas, empujada por el interés del mercado. El propio Guerrero vivió en sus carnes el primero de estos vaivenes; pasó de estar en el lugar y el momento exacto (Nueva York en los años cincuenta haciendo expresionismo abstracto) a sentirse, como el resto de compañeros de generación, expulsado del paraíso por el pop en los sesenta o el conceptual en los setenta. Por el contrario para los pintores es, vuelvo a repetir, un flujo continuo. Lo contemporáneo se expresa a veces más fácilmente por medio de la pintura y otras veces ésta se queda en un lugar más silencioso.
P.- Inaugura en pocos días una exposición en la galería La Caja China de Sevilla, ¿qué vamos a ver allí?
R.- Pues debe bastante al proyecto del Centro José Guerrero. Muchas de las reflexiones que maduré pensando en ese comisariado - exposición salen también en estos cuadros. Es una exposición aparentemente dual; hay dos series de cuadros muy distintas entre sí que conviven mezcladas en la galería; una tiene un carácter totalmente geométrico y lineal y la otra está formada por obras que parecen momentos de improvisación gestual. Ninguna de las dos series es tanto lo que parece. Sigo apelando a la atención y al tiempo del espectador.
@PaulaAchiaga