Gleizes y Valmier, la geometría como excusa
Valmier: Paisaje, 1920. Óleo, 65,5 x 81,5
Hace dos años, en la primera exposición de Georges Valmier celebrada en Leandro Navarro, se consiguieron reunir una treintena de obras sobre papel y media docena de óleos. Ahora, además de los gouaches y dibujos a tinta china, sólo se exhibe un óleo del creador de Angouleme, Paisaje, de 1920, que utiliza geometrías elementales, planos de color y paisajes incardinados en una composición ovoidal, como si quisiera reconocer que a partir de esa forma primigenia se desarrolla un mundo onírico, lúdico y, sobre todo, habitable. Se exhiben también sus típicas pinturas de acróbatas, naturalezas muertas y paisajes, además de una Composicion (1932) que podría haber planteado un nuevo camino para Valmier si la muerte no le hubiese asaltado un lustro después.Junto a las obras del solitario Valmier, su amigo Albert Gleizes también está representado en esta exhibición con una fecha emblemática: 1916, año en que el artista reside en Barcelona. Allí tomará contacto con algunos de los mitos de la cultura española, como los toros y las bailarinas flamencas, protagonistas de sus composiciones. Esta exposición nos presenta una maravillosa sorpresa, realizada en su estancia en España: el retrato de Jean Cocteau, concebido con la implicación de planos que se inauguran y finalizan, conjuntos geométricos, espacios pictóricos que se confabulan como metarrealidades, conceptos espirituales que definen la esencia cubista. En este retrato, encuadrado en la estética simbólica de Gleizes, Cocteau sostiene un cesto de frutas y sus ropajes evocan el uniforme de la Cruz Roja que el artista llevaba durante la I Guerra Mundial.